Desde 1975, se festeja cada 1 de febrero en Argentina el Día del Trabajador Vitivinícola con el objetivo de rendir homenaje a todas las personas que trabajan en la industria del vino, desde la viña a la comercialización. Si bien la fecha rige en todo el territorio nacional, su origen está fuertemente relacionado con Mendoza, porque en 1991, en San Rafael, quedó establecido en la Convención Colectiva de Trabajo que ese día también fuese feriado y las empresas lo pagaran en consecuencia.
La jornada fue establecida en 1975 tras su inclusión en el Convenio Colectivo de Trabajo. Luego, en 1991, en San Rafael, Mendoza, se firmó el acta acuerdo para instaurar de manera formal el reconocimiento a los que participan en la labor vitivinícola y decretar como día feriado el 1 de febrero para todos aquellos que se dedican a realizar uno de los mejores vinos del mundo.
De este modo, gracias a un lo registrado en el CCT, se instauró este día como jornada no laborable para todo el personal comprendido en dicho convenio, confiriendo la obligación a la parte empresaria de abonar el correspondiente salario a los trabajadores, aun cuando coincidiera con feriados nacionales, domingos o vacaciones.
La provincia de Mendoza es una de las mayores productoras de uvas y vino del país; por tanto, cuenta con una gran cantidad de trabajadores que realizan sus labores en torno a la producción, cuidado, cosecha y procesamientos de la uva destinada, según su variedad, a la vinificación o al consumo en fresco (como fruta, dulces, conservas, pasas, etcétera.) En relación a este fruto surgen diferentes tipos de trabajos, ya sea desde la preparación del suelo, como así también su cultivo, injerto, cura, poda, riego, entre otras. Todas estas forman parte del proceso productivo de los viñedos. También hay una etapa de elaboración de la uva en la bodega, hasta llegar a la obtención del vino.
Presente en 18 de las 23 provincias argentinas, esta actividad emplea a más de 450.000 personas, de manera directa e indirecta,
Los artistas de la viña
Cosechadores: Organizados en cuadrillas, estos artistas de la tierra seleccionan con maestría los racimos maduros, anticipándose al sol del verano. Hoy, con la cosecha mecánica, su destreza se concentra en los viñedos más valiosos, donde la selección manual es crucial para cuidar las viñas con esmero.
Podadores: Maestros en la compleja tarea de la poda, estos guardianes de las viñas realizan cortes precisos, asegurando que cada planta esté lista para la próxima vendimia. Desde la poda de invierno hasta la poda de frutos, su experiencia es la clave para frutos de calidad y la longevidad de las viñas.
Tomero: En las regiones desérticas que albergan nuestros viñedos, el tomero se erige como el protagonista de la gestión consciente del agua. Abrir y cerrar tomas, conducir y distribuir el agua hacia las fincas; su labor es vital, cumpliendo horarios estrictos de racionamiento para asegurar el suministro necesario.
Encargado de riego: En un mundo moderno con sistemas de riego por goteo, el experto en riego para viñedos antiguos aún riega por manto o inundación. Esta labor demanda habilidades manuales y años de experiencia para conducir el agua hacia las vides en el momento preciso.
Capataz del viñedo: El ojo entrenado del capataz vela por las vides diariamente. Responde inmediatamente a cualquier desafío, ya sea combatiendo heladas, asegurando la aireación de las raíces o aplicando tratamientos preventivos para la salud del viñedo.
Operarios de bodega: Una vez que los frutos ingresan a la bodega, el equipo interno, liderado por el enólogo, toma el timón. Desde la selección de racimos hasta el llenado de tanques, cada paso es llevado a cabo con maestría. Este equipo supervisa cada botella, asegurando la calidad desde el proceso de elaboración hasta su llegada al mercado.
Tonelero: como la palabra lo indica son los encargados de armar y preparar los toneles aunque el termino también se aplica a la hora de pensar en las barricas y su mantenimiento como así también al manejo de todo el roble que puede haber en una bodega.
Operarios de bodega: Estos trabajadores controlan las condiciones de fermentación, el envejecimiento y el embotellado del vino. Su experiencia en el manejo de barricas y en la supervisión de los procesos es esencial para garantizar la consistencia del vino.
Para hacer justicia, corresponde decir que estos son algunos de los tantos trabajos que se realizan en el ámbito del vino, pero hay que considerar que la actividad también demanda de expertos en logística y transporte como aquellos que se ocupan de las áreas de turismo y recepción de visitantes, los responsables de los laboratorios que bregan por la sanidad de los vinos, también están las personas que administran y comercializan los vinos.
Fuentes: Ciencias Agrarias UNCuyo y Bonvivir