Hoy con 35 años de edad y una marca desarrollada junto a su familia y consolidada en el mercado nacional, el creador de vinos recibido en la Universidad Juan Agustín Maza de Mendoza asegura que su vocación es innata, que desde la escuela primaria sabía que su futuro estaba en la elaboración de vinos. El nombre Meraki de su línea de etiquetas proviene de la Grecia clásica, donde así llamaban a los artistas que ponían todo en las obras que creaban. De este modo, Renzo busca transmitir al vino su amor por lo que hace y por el terroir, «para que quien lo beba se sienta también parte de la familia Bertinatto».
Entrevista: Lorena Mellone @Enolife
Meraki es un concepto proveniente de la Antigua Grecia, que no tiene traducción literal pero significa poner el alma, el corazón y la creatividad en aquello que se hace. Una manera de dejar huella en la obra, que era precisamente lo que buscaban los artistas helenos alrededor del año 500 antes de Cristo. Y desde 2017, con ese nombre, la familia mendocina Bertinatto lanzó al mercado su línea de vinos compuesta por 2 vinos jóvenes, 5 reservas y uno ícono, con uvas de Perdriel y Agrelo (Luján de Cuyo), Gualtallary (Tupungato) y Altamira (San Carlos, Valle de Uco).
Para conocer mejor el alma de esta familia que deja todo en cada botella, entrevistamos a Renzo Bertinatto, el enólogo creador de la «fórmula» que resguarda el Meraki. Recibido en la Universidad Juan Agustín Maza, tiene 35 años y, pese a su juventud, una acreditada experiencia en la elaboración de vinos premium.
–Enolife: ¿Sos enólogo de corazón o por adopción?
–Renzo Bertinato: Siempre tuve muy claro que quería ser enólogo, desde chico, y tiene que ver mucho con mi familia… Mi papá siempre estuvo ligado a la industria vitivinícola de alguna manera, hace muchos años que tenemos una empresa proveedora de insumos enológicos, Quiminsa. Además, antes de eso él tenia una fábrica, y yo me acuerdo de acompañarlo en épocas de vendimia, y el olor de la uva me encantaba… Ahí ya tenía claro que quería estudiar enología.
– Y después de que te graduaste, ¿cómo te recibió el mundo vitivinícola?
– Cuando yo estudié no había la cantidad de chicos capacitándose en enología que existe hoy, ni tampoco la oferta de enólogos, sólo se estudiaba la carrera en Don Bosco y en la Universidad Maza… Tiempo después también se abrió en la Universidad Tecnológica Nacional. Y era fácil encontrar trabajo con la profesión.
Mientras estuve en 1ro. y 2do. año le daba una mano a mi viejo para solventar mis gastos, pero en 3er año ya teníamos posibilidades laborales. Yo tuve mucha suerte, porque en 2do año empecé a trabajar en Bodega San Telmo, que está en Cruz de Piedra, que hoy es Argento, hablo del año 2005 y 2006. Y también hice vendimia en Trapiche.
Al poco tiempo me fui a Estados Unidos, a California, donde estuve un año trabajando en un la bodega más grande del grupo Constellation, que se llama Blackstone Winery, más al sur de Napa y Sonoma, a 100 km de San Francisco, pegado al mar. Fue una experiencia increíble, era una bodega tan grande que podías ver la elaboración de vinos de muchas variedades, una tecnología de punta que acá no existía. Irte te da otra apertura, conoces técnicas distintas y nuevas tecnologías.
Cuando volví empecé a trabajar en Trivento por una vendimia y me ofrecieron quedarme fijo y estuve 3 años en la elaboración de los vinos Gold de Trivento, en alta gama. De ahí me fui a Pulenta State con una propuesta muy linda , donde estuve 7 años hasta que arranco el proyecto propia, familiar, de Meraki.
– ¿Cómo nace ese proyecto?
– Meraki arranca en 2017. Allí comenzamos con el sueño y las ganas, así que empecé a buscar las uvas y los terruños que quería, porque no tenemos finca propia y había que buscar bien, elegir productores, cerrar acuerdos con ellos, estandarizar procesos para así asegurarnos la continuidad de los vinos… En 2018 hice algunas microvinificaciones y en 2019 fue nuestra primer vendimia oficial.
– ¿Cómo eligieron el nombre?
– Dice mucho de nosotros, es un sueño, un anhelo de la familia que me toca llevar adelante porque soy enólogo, y como familia disfrutamos mucho de hacerlo. Meraki es una expresión griega muy antigua que no tiene un significado o traducción directa al español, es un concepto. En la Antigua Grecia, donde el arte era muy importante, hacía referencia a cuando el artista dejaba en su obra una parte suya, quizás se pasaba toda una vida terminando la misma obra. Nosotros nos sentimos muy identificados con ese concepto de que uno pone todo en lo que hace, es un trabajo que uno disfruta y la enología y el hacer vinos es mucho de esto, te lleva mucho tiempo y laburo, y como familia sentimos eso de dejar todo en lo que se está haciendo. El concepto nos impactó, nos sentimos identificados.
– ¿Cómo está conformada la familia?
– Mi papá, mi mamá, mis 4 hermanas mujeres y yo, que soy el anteúltimo en llegar, y ahora se suman 8 nietos. Mi papá es contador y tiene la empresa Quiminsa, de insumos químicos -más puntalmente enológicos- hace más de 30 años. Mi mamá es ama de casa y siempre está dando una mano en la empresa. Mis hermanas no están involucradas directamente, el proyecto lo llevamos adelante con mi papá, pero ellas sí participan mucho en la opinión del diseño, igual que mi mamá, no quizás en el día a día de la dinámica de la empresa, pero en la opinión y en las decisiones participan todos.
Los vinos con el terroir como protagonista
– ¿De dónde provienen las uvas?
-Trabajamos en Altamira, Gualtallary, Perdriel y Agrelo, donde tenemos uvas de dos fincas. Los terruños fueron elegidos especialmente, de hecho los nombres de los vinos son de dónde provienen.
– ¿Le das mucha importancia al terroir?
– Totalmente, es la tendencia y está demostrado que no es igual un malbec o un cabernet de un terroir que de otro. En Europa es mucho más fuerte la palabra terroir que la palabra varietal y nosotros vamos en camino a eso, obviamente no vamos a dejar de darle importancia al varietal, pero sí a darle mucha más importancia al lugar de donde provienen las uvas.
La reconversión enológica nos lleva a eso, hoy ya no hablamos tanto de Mendoza, nos vamos achicando, hablamos de Primera Zona Luján de Cuyo, después hablamos de Agrelo o Altamira -por ejemplo en el Valle de Uco-, y cada vez se hila más fino y ya se habla de parcelas específicas. Creo que es el futuro, a donde nos lleva la enología y más precisamente a donde nos lleva el mercado, porque hace que nos diferenciemos y ofrezcamos no solamente un vino sino contar una historia de un lugar.
– ¿Dónde elaboran?
– Empezamos en La Consulta para la uva de Altamira y otra parte la trabajábamos en Maipú en la bodega de Ricardo Santos, que es donde tengo mis barricas. Ahora elaboramos todo en Don Bosco, allí fraccionamos también, pero mis barricas siguen en la misma bodega de Maipú. Estamos elaborando 50.000 kilos por año, un poco más de 30.000 litros. No apuntamos a la cantidad y al volumen, sino que nuestro motor es de qué se trata cada vino, queremos mantener la calidad y si podemos aumentarla mejor, y ponernos un objetivo de crecer en volumen nos sacaría de ese foco.
– ¿Qué tipos de vinos elaboran?
– Siempre hice vinos de alta gama, es en lo que me especialicé y trato de ponerle mi impronta a cada vino. Tenemos 3 líneas, una joven o fresca con un malbec blend de terroir y un rosado, una línea premium de 5 vinos y otra ícono.
Línea joven
Malbec blend de terroir: Está hecho con uvas provenientes de 3 terruños diferentes Altamira , Agrelo y Perdriel. Los elaboramos por separado y luego hacemos un corte con los 3, que en los dos últimos años lo hicimos en partes iguales.
Es un malbec bien completo, fresco, no tiene madera, la idea es mostrar un típico malbec de Mendoza con mucha expresión varietal y comunicar con el vino las características de cada terroir. Tiene un color rojo violáceo, intenso aroma frutal y floral con notas de ciruela, grosella, arándanos, cerezas y algunos destellos de violetas. En boca es untuoso, redondo y de elegante personalidad que persiste en el tiempo, de taninos suaves y dulces que le otorgan gran estructura.
Para elaborarlo hacemos una selección manual de racimos, 24 horas de maceración prefermentativa entre 4 y 7 C. La fermentación alcohólica es en tanques de acero inoxidable por separado, y tiene una fermentación maloláctica espontánea. La conservación se hace en piletas de concreto. El vino resulta con 14% de alcohol, una acidez total de 5,25 g/L (ácido tartárico), un pH de 3,68, azúcar <1,80 g/L. De este vino producimos 9.000 botellas.
Rosado Merlot: Elaborado con uva de Agrelo que el primero es 2022 y lo lanzamos hace unos meses, es un vino fresco, que yo llamo piletero. Nació como un deseo de mi mamá y se vende bien.
Los racimos también se seleccionan manualmente, después el prensado es directo a racimos completos, la fermentación alcohólica se hace en tanques de acero inoxidable, sin fermentación maloláctica. No tiene añejamiento en madera y tiene 2 meses de contacto y movimiento de lías. El resultado es un vino con 12,7% de alcohol, una acidez total de 6,95 g/L (ácido tartárico), un pH de 3,29, azúcar de 3,5 g/L. Con un delicado color rosa pálido, aromas a moras, guindas, frambuesas y flores blancas que lo convierten en un vino de gran expresión. Su paso por boca es elegante y persistente, exhibiendo un perfecto equilibrio de acidez y frescura. De éste producimos 5.000 botellas.
Línea premium
Esta línea tiene una selección manual de racimos y de granos, 48 horas de maceración prefermentativa entre 4 y 7 C., la fermentación alcohólica se hace en piletas de concreto y tanques de acero inoxidable por separado, fermentación maloláctica espontánea. Se añeja en roble francés durante 12 meses y tiene 6 meses de botella en estiba. Son 5 vinos y de cada uno producimos 4.000 botellas.
Agrelo Malbec: Es un vino con 14,6% de alcohol, una acidez total de 5,95 g/L (ácido tartárico), un pH de 3,55, azúcar <1,80 g/L. De color rojo violáceo intenso y brillante, con aromas frutales y florales típicos del varietal, moras, grosellas y violetas que se conjugan con notas de vainilla y dulce de leche obtenidos en el proceso de añejamiento. En boca es untuoso y armónico, se perciben taninos dulces y suaves que lo convierten en un vino fácil de beber y de gran persistencia.
Gualtallary Malbec: Este vino tiene 14,3% de alcohol, una acidez total de 6,05 g/L (ácido tartárico), un pH de 3,60, azúcar <1,80 g/L. Es de color violeta intenso, en nariz se presenta frutal, con notas florales, minerales -típico de Gualtallary-, hierbas y destellos balsámicos. En boca puede percibirse toda su estructura y suaves taninos. Provienen de un viñedo plantado a 1300 msnm de suelos aluvionales y calcáreos con gran cantidad de piedras.
Altamira Malbec: Aca el alcohol es del14,3%, con una acidez total de 5.85 g/L (ácido tartárico), un pH de 3,65 y azúcar <1,80 g/L. Tiene un color violáceo intenso y brillante, aromas a frutos rojos, negros, especias y notas florales típicas del varietal como violetas y lavanda. El paso por barrica le aporta notas de vainilla, cacao y tostados. En boca es un vino de gran estructura, concentración y persistencia, con taninos firmes y a la vez redondos.
Agrelo Cabernet Sauvignon: Tiene 14,4% de alcohol, una acidez total de 5,75 g/L (ácido tartárico), un pH de 3,70, azúcar <1,80 g/L. Un vino con un color rojo rubí intenso y brillante, con notas especiadas, ciruelas, grosellas, cedro y grafito, típico de su varietal y del terroir. En boca se perciben suaves taninos dulces que aportan estructura y gran persistencia. Proviene de un parral que data del año 1930 y está ubicado a 940 msnm.
Agrelo Blend: Elaborado con 60% malbec y 40% petit verdot, es un vino bastante novedoso y que a la gente le gustó mucho. Tiene 14,3% de alcohol, una acidez total de 6,05 g/L (ácido tartárico), un pH de 3,60, azúcar <1,80 g/L. A la vista es de color rojo violáceo intenso, presenta aromas a frutos negros y especiados resultantes de la conjunción de los varietales que a su vez congenian de manera muy interesante con las notas aportadas por su paso en barricas. Es un vino expresivo y persistente, en boca se percibe su gran estructura y la suavidad de los taninos que lo hacen un vino redondo, equilibrado y fácil de beber.
Vino ícono
Meraki Unique Blend, o corte único, que es una selección de las barricas que más me gustaron del año. En el ejercicio de ir probando barricas alguna me transmite algo único o me gustó más por algo, entonces esas barricas las separo y las dejo 6 meses más para que cumplan un total de 18 meses, sin importar el varietal o terroir, y es un corte único que cada año es distinto porque lo conforman distintos varietales y distintos terroirs. Por ejemplo el del 2019 estuvo compuesto por 65% malbec, 20% petit verdot y 15% cabernet sauvignon, con uvas de Altamira, Agrelo y Perdriel.
En este vino los racimos se eligen de forma manual, igual que los granos. Después tienen 48 horas de maceración prefermentativa entre 4° y 7° C. La fermentación alcohólica se hace en piletas de concreto y tanques de acero inoxidable por separado. Tiene una fermentación maloláctica espontánea. Después se añeja en roble francés durante 18 meses y 12 meses de estiba en botella. El resultado es un vino con 14,5% de alcohol, una acidez total de 6,50g/L (Ácido Tartárico), un pH de 3,75, azúcar <1,80g/L.
De este vino producimos 2.500 botellas de 750cc + 100 botellas Magnum de 1500 cc
Comercialización, exportación y mercado interno
– ¿Están exportando?
– Un poco sí. Hemos empezado por Brasil y, Paraguay, y hay posibilidades en EEUU y China, pero vamos despacio porque tampoco nos interesa que un sólo cliente se lleve toda la producción.
– ¿Y en el mercado interno dónde se vende?
– Más que nada en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Misiones y Patagonia. En Mendoza por supuesto, ahí la venta es directa, lo hacemos por Instagram a @merakiwines. Los precios aproximados son para el blend de terroirs $2.000, el rosado $1.900, los reserva o premium $3.000 y el ícono $7.500.