El maestro de enólogos, viticultor, bodeguero y escritor mendocino repasa en esta nota la historia de la pizza desde su remoto origen hace unos 4.000 años hasta el presente, cuando su popularidad actual en Argentina la convierte en la primera comida rápida del país, con 600 unidades repartidas por delivery cada hora. Y plantea una alianza inevitable e indestructible -incluso ante el ataque de la cerveza- con el vino. La cuestión es qué vinos combinan mejor con cada pizza, y Don Ángel hace gala de buen gusto sugiriendo maridajes. Además, con fundamentos, destaca su valor nutricional, e incluso rescata estudios científicos que sugieren un poder en la pizza, a partir del tomate y la masa sanamente elaborada, para reducir el riesgo de desarrollar ciertos tumores, como el de esófago y el de colon.
Pasta y pizza identifican claramente un estilo de vida y alimentación inconfundible de la Península Itálica, cuya región Sur en tiempos pretéritos fue denominada Enotria (El país de los vinos).
Los italianos, son en verdad, los habitantes del planeta más enamorados e identificados con su terruño, que marca sus costumbres, su dialéctica, sus comidas, sus quesos, sus vinos, sus autos, su vitalidad, su imaginación. Siempre lo muestran con orgullo, pasión y amor, en cualquier lugar de este mundo.
Argentina no está ausente de este paradigma. Los inmigrantes italianos son personas muy distinguidas, alegres y apasionadas. La comida italiana, es sabrosa, digestiva, balanceada, y la pizza representa su símbolo perpetuo, el que los argentinos disfrutamos mucho.
En Argentina se solicitan por delivery más de 600 pizzas cada hora.
Los colores de la tradicional pizza se identifican con los colores de la bandera de Italia: el rojo de las salsas de tomate, el blanco de los quesos y el verde de la albahaca, espinaca, perejil y orégano. El intenso márketing de finales del siglo XX y comienzos del XXI la identificó como una comida informal para bebidas informales. Las gaseosas «cola» y las cervezas impusieron un estilo heterodoxo, bastante desubicado para este alimento ancestral, con más de 4.000 años de historia.
En su tierra de origen, siempre se compartió con el vino de la comarca: Chianti, Sangiovese joven, Prosseco, Malvasia, Verdiccio, Trebbiano, Pinot Blanco, Soave, Tocai, Pinot Grigio y otros. Son sus acompañantes originales.
Luego se sumaron la «birra» (cerveza) y las bebidas refrescantes, sobre todo elegidas por jóvenes y adultos consumistas de la abundante propaganda televisiva y cinematográfica de mediados del 1900.
Pero no hay nada prestigioso que saborear una rica porción de pizza con una elegante, alta y cristalina copa de vino, blanco o tinto, tranquilo o espumoso.
Y la copa flauta, con las finas burbujas de un blanco, prosseco, espumanti o champaña, resulta la combinación más excitante y noble.
La pizza es el alimento mediterráneo completo, lleno de sabor y placer, que disfrutan todas las clases sociales, con su adecuada relación de precio y calidad. Cada comensal, con su anarquía y propia inspiración, puede compartirla como quiera.
Letras nostálgicas de algún viejo tango, en otros tiempos de nuestra vida argentina, recomendaban disfrutar la pizza con moscato o semillón, una costumbre arrabalera.
En la década del 90, la de la globalización y los ejecutivos modernos, la oligarquía la disfrutó con champaña.
Nuestros amigos gourmet de Chile la recomiendan con un Merlot o un Cabernet joven, de tonos rojos medianos y mucha fruta.
Los italianos piamonteses defienden la denominación de origen de la pizza con todos los Lambruscos, frescos o chispeantes, del Norte de Italia. Los del Sur, con blancos aromáticos bien helados. En mi opinión más ortodoxa, relacionando los sabores múltiples y convocantes de la pizza y sus rellenos, la combinaría de la siguiente manera:
- Cuando abundan los quesos blandos, mozzarela, que imparten colores claros y sabores suaves, siempre la acompañaría con vinos blancos, frescos, frutales, de acidez franca, para balancear la alcalinidad de los quesos frescos: Sauvignon Blanc, Pinot Blanco, Chenin, Champaña.
- Con hierbas aromáticas y especias, me atrevería a disfrutarla con Torrontes y Malvasias. Para nuestros padres y abuelos, no había nada mejor que la combinación Moscato, Pizza y Fainá.
- La tradicional Pizza Napolitana, de tomates en rodajas, mozzarela, ajo y anchoas, tiene una sola compañía en Italia: el Chianti. En Argentina, podemos disfrutarla con la mayoría de los vinos tintos livianos y económicos.
- Cuando abundan los tomates y vegetales frescos, los colores vivos, me invitan a combinar con tintos livianos, también frescos y chispeantes: tintos primicia de Malbec, Merlot, Syrah, Novelli, Lambrusco joven, Sangiovesse, Bonarda,Garnacha y Pinot Noir (posiblemente el vino aristocrático más adecuado).
- Cuando los condimentos y sabores son más complejos, con rellenos de charcuterie, quesos azules (cuatro quesos), quesos maduros, con el mágico toque del aceite de oliva virgen extra y fresco, el momento se presenta para vinos más complejos y ceremoniales, criados con madera y tiempo: Chardonay, Merlot, Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah, con entre 2 y 4 años de elaborados.
Con el modelo actual, de una gastronomía refinada, el vino aparece como su principal acompañante. Debe recuperarse la tradición de saber combinar Pizza y Vino. Abundantes cartas de pizzas deberían estar presentadas con sutiles y correctas sugerencias de vinos. Sería una manera muy atractiva de recuperar el disminuido consumo de vino. Un verdadero desafío para los gerentes comerciales de las bodegas mendocinas.
Por todo lo apuntado, se explica mi primer sentencia: «Per tutti pizza… Tutto vino». Arrivederchi.
La pizza contra el cáncer
Comer pizza puede ayudar a reducir el riego de desarrollar ciertas formas de cáncer, dijeron científicos italianos. Los investigadores de un centro de farmacología milanés, que publicaron los resultados de su estudio en la Revista Internacional del Cáncer, descubrieron que comer una o más pizzas por semana reduce drásticamente la incidencia de algunos tipos de cáncer.
El estudio, realizado sobre 8.000 personas, detectó que los consumidores regulares de pizza eran 59% menos propensos a contraer cáncer de esófago, mientras que el riesgo de desarrollar cáncer de colon caía al 26%.
«Sabíamos que la salsa de tomate protegía contra ciertos tumores, pero realmente no esperábamos que la pizza, como un todo, pudiera proveer una protección tan fuerte», dijo el investigador Silvano Gallus, quien agregó que «la pizza sería el indicio de un estilo de vida y de alimentación, es decir, la versión italiana de la dieta mediterránea», rica en aceite de oliva, fibras, verduras, frutas, harina, y otros productos caseros.
Sanos consejos
Coma pizza, pero elija las de masa finita, leudadas con más de 24 horas y con salsa de tomate extra.
El Lycopene un antioxidante de los tomates, que inhibe e incluso revierte el crecimiento de tumores; además, es mejor absorbido por el cuerpo cuando los tomates están en salsa para pastas o para pizza.
Una porción de tomate por día baja el riesgo de enfermedad coronaria un 30%, según investigadores de la Harvard Medical School.
Ademas de disfrutar la pizza con abundante tomate, siempre hay que pensar positivamente: la gente optimista puede vivir hasta 12 años más que la gente «negativa», personas que además están predispuestas a contraer gripes y resfríos con mayor facilidad.
Para mayor placer, pero sobre todo para más salud, no hay que privarse de incorporar unos abundantes chorritos de aceite de oliva virgen extra. Los varietales de oliva Arbequina, Manzanilla, Frantoio, Nevadillo y Arauco otorgan deliciosos aromas y sabores vegetales, como los de manzana verde, cítricos y hojas de tomate. Además, aportan fenoles antioxidantes que ayudan a la buena digestión.
La Dieta Mediterránea, nominada Patrimonio Natural de la Humanidad, recomienda el consumo diario de 200 mililitros de vino y 50 gramos de aceite de oliva virgen extra.
Por todo ello, yo pienso que la Santísima Trinidad
de la buena alimentación es Pan, Vino y Aceite de Oliva Virgen Extra.