Una de las regulaciones del acuerdo firmado hace poco entre el bloque sudamericano y la Unión Europea establece que aquí no podremos utilizar 357 nombres ya acuñados para designar productos agroalimentarios europeos. Por ejemplo, vino rioja, champagne, queso roquefort, salame de milán y otros términos. Lo mismo harán ellos con 220 de nuestras denominaciones e indicaciones geográficas, como malbec de Luján de Cuyo, torrontés de los Valles Calchaquíes, Gualtallary o Altamira.
Las indicaciones geográficas (IG) y las denominaciones de origen (DO) son una especie de marca o patente de nacimiento para proteger productos originarios de un país o de una región o localidad, siempre que tengan una calidad, reputación u otra característica debido a ese origen geográfico. La Unión Europea (UE) es el bloque que más impulso le ha dado a esta política: tiene cerca de 3.500 productos protegidos bajo esta modalidad.
El listado de protecciones vigentes en Europa es interminable. La mayoría de los nombres protegen productos agrícolas, alimentos y bebidas, tanto variedades de vino como espirituosas. ¿De qué las protegen? De que en cualquier otro lugar del mundo aparezca una empresa produciendo y vendiendo un alimento o bebida con la denominación original que le dieron en la Unión Europea.
Podemos tomar como muestra un tema que no tiene que ver con el vino pero ejemplifica bien el caso de las IG y DO, que es el referente al queso Roquefort, que generó colisiones concretas entre la UE y la Argentina. Ese nombre, hace muchos años en nuestro país, tuvo que ser sacado de todos los envases y se reemplazó por el genérico “queso azul”. Es que Roquefort es una región de Francia donde es característico ese queso. Allá se produce con leche de oveja coagulada. Francia obtuvo la denominación de origen en 1925, hace casi 100 años.
En aquel momento fue motivo de conflicto el uso de la palabra “Roquefort”. Ahora, en la mesa de negociación, el uso de IG y DO ha sido motivo de conciliación: ambos bloques acordaron respetar y proteger varias denominaciones de los otros. En el caso de la Argentina, esto afectará más a los vinos (donde los nombres muchas veces se repiten) y a los lácteos.
Un artículo de la publicación inglesa IEG Vu AgriFood, citado por el Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA), de Argentina, aporta algunos detalles sobre ese capítulo de la negociación. Para empezar, dice que “el acuerdo prevé una mayor expansión del modelo de IG de la Unión Europea”, pues el Mercosur se comprometió a respetar las denominaciones de 357 productos agroalimentarios europeos. Es el 10% del total del universo de ID y DO que tiene el bloque comunitario. La UE tiene cerca de 3.500 productos de alimentos y bebidas bajo su esquema de IG, con casi 2.000 de ese total para vinos.
Nunca antes, un país o un bloque había sido tan generosos con Europa como ahora el Mercosur. México, en su TLC, reconoció en su negociación unas 340 IG, mientras que Japón otorgó el reconocimiento a 200 productos, y hay 158 denominaciones protegidas por el Acuerdo Económico y Comercial Integral UE-Canadá (CETA).
Quizás lo más preocupante para algunas empresas alimenticias de esta región pase porque, según el acuerdo, también se prohibirán expresiones tales como “tipo”, “estilo”, “imitación” o similares. Por ejemplo, “vino tipo chianti”.
Esto también significa que no se permitirá el uso de ningún símbolo, indicador o imagen “engañosa” que sugiera una IG “falsa” en el embalaje o etiquetado.
“La protección de las IG se ha fortalecido con la posibilidad de defender los derechos mediante la aplicación administrativa, incluidas las medidas de los funcionarios de aduanas en la frontera, además de la acción judicial”, evaluó la UE en la nota mencionada.
La mayoría de las IG de la UE se reconocerán a partir de la entrada en vigor del acuerdo comercial, esperada para dentro de un par de años. Pero algunas verán períodos de eliminación más prolongados. Por ejemplo, Cognac y Prosecco seguirán permitiéndose el uso en etiquetas de los países del Mercosur durante 7 y 12 años, respectivamente, después de la implementación. Pero después de ese período deberán cambiarse los nombres. Por ejemplo, el Reserva San Juan dejaría de llamarse Cognac.
Y a cambio de estas concesiones, ¿qué cede la Unión Europea? Pues se reconocerán a 220 productos originarios de los países del Mercosur que también cuentan con ID y DO.
De todos modos, la lista de productos que serán respetados por Europa está dominada por los vinos, como Mendoza y La Rioja Argentina (Argentina) y Juanico (Uruguay).
En el siguiente link se detallan, una por una, las denominaciones de origen protegidas de la UE para los vinos y bebidas espirituosas: https://ec.europa.eu/info/food-farming-fisheries/food-safety-and-quality/certification/quality-labels/geographical-indications-register/
En resumen, se trata de 1.983 denominaciones de origen divididas en 31 países de la UE, distribuidos de la siguiente manera: el 30% corresponde a Italia, el 25% a Francia, el 9% España, Grecia con el 8% y el resto se distribuye en los siguientes países de mayor a menor en porcentajes del 4 al 0,2%: Alemania, Portugal, Rumania, Hungría, Bulgaria, Austria, Croacia, Eslovenia, Países Bajos, Bélgica, Chipre, República Checa, Eslovaquia, Reino Unido, Lituania, Dinamarca, Malta, Irlanda, Suecia, Noruega, Finlandia, Suiza, Serbia, Rusia, Polonia, Estonia.
Fuente: bichosdecampo.com