En este año de su centenario, la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV) está rescatando y divulgando una serie de Resoluciones históricas que promueven el consumo responsable de alcohol y el fomento de hábitos saludables y seguros en todo el mundo. A través de la educación continua, la organización aspira a potenciar la capacidad de las personas para tomar decisiones informadas y llevar adelante una vida más saludable.
Una de las primeras resoluciones de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV), que se remonta a 1934, aborda la importancia del consumo moderado de alcohol y la reducción de los riesgos asociados a un consumo excesivo. Reconociendo la naturaleza multidimensional de los daños relacionados con el alcohol, esa resolución destaca la importancia de considerar las condiciones de salud individuales y el consumo moderado de vino.
La OIV, que cuenta con un siglo de historia priorizando la salud de los consumidores, se mantiene firme en su compromiso de promover el consumo responsable y los buenos hábitos. En 1994, adoptó la resolución COMEX 1/94 por la que se creaba la Subcomisión “Nutrición y Salud”, dedicada a recopilar y compartir información sobre este asunto. La Subcomisión se ocupa de poner de relieve el papel de la OIV en la protección de la salud de los consumidores y en la concientización a través de la educación respecto de los riesgos que entraña para la salud el consumo nocivo, así como sobre los efectos positivos de un estilo de vida saludable que incorpore productos vitivinícolas.
Las bases de los programas educativos sobre vino, sociedad y salud
En 1998, la Subcomisión “Nutrición y Salud”, aún dependiente de la Comisión “Enología”, adoptó la Resolución OENO 1/98, “Programa de educación ‛Vino y Sociedad». La resolución introdujo un ambicioso programa de formación destinado a afianzar los valores culturales que desalientan el uso abusivo de alcohol y a aumentar la concientización respecto a los riesgos asociados, en particular entre los jóvenes. La resolución, que hace hincapié en la importancia de la transmisión de conocimientos desde la unidad familiar, destaca asimismo la necesidad de fortalecer la educación en otros entornos en los que los jóvenes estén expuestos a posibles riesgos.
Estas resoluciones son el resultado de que numerosos expertos de la OIV consideraron que la educación era una herramienta para ayudar a los individuos a comprenderse mejor a sí mismos, a tomar conciencia de sus actos y a promover la toma de decisiones informadas, mejorando así el comportamiento frente a las bebidas alcohólicas”
Jean-Claude Ruf, director científico de la OIV
Esta resolución sienta las bases de diversos programas educativos adoptados en diferentes Estados miembros de la OIV, y de resoluciones posteriores, como la Resolución ECO 4/99, “Programa de educación: Vino, alcohol y sociedad: Modo de vida y comportamiento sano”, que propone un marco de formación versátil adaptado a diferentes niveles educativos y áreas de conocimiento. Dichos programas van más allá de la mera prudencia en la ingesta de alcohol y tratan temas más generales como una dieta equilibrada, la elección del estilo de vida, la percepción sensorial, el desarrollo conductual y las pautas de consumo de alcohol.
Recomendaciones aún en el centro del debate
Jean-Claude Ruf, director científico de la OIV, destaca la importancia y la actualidad de estas resoluciones, adoptadas por la entonces «Oficina Internacional de la Viña y el Vino».
“Cuatro años después de la creación de la Subcomisión ‘Nutrición y Salud’ presidida por Charles Crawford (EEUU), estas resoluciones se materializaron gracias a la experiencia y los conocimientos adquiridos por parte de los expertos del Grupo ‘Aspectos Sociales del Consumo de Vino’ presidido por Ezio Rivella (Italia). En aquel entonces, numerosos expertos consideraban que la educación era una herramienta para ayudar a los individuos a comprenderse mejor a sí mismos, a tomar conciencia de sus actos y a promover la toma de decisiones informadas, mejorando así el comportamiento frente a las bebidas alcohólicas”, recuerda Ruf.
En la actualidad, cuando se está celebrando el centenario de la OIV, queda claro que estas recomendaciones, adoptadas hace casi 30 años, continúan en el centro de un debate cuyo objetivo es considerar la educación como un factor clave para el desarrollo personal, así como para fomentar la responsabilidad social y cívica. La educación desempeña un papel fundamental en la construcción del individuo, en particular, en lo referente a su relación con las bebidas alcohólicas.
La OIV ha promovido sistemáticamente pautas de consumo saludables y mantiene el compromiso (o reconoce la importancia) de considerar el bienestar de los consumidores en el debate vitivinícola mundial, reconociendo al mismo tiempo el valor histórico, cultural, humano, social y nutricional de la vid y sus productos derivados para la sociedad.