A diferencia de los plaguicidas químicos, que pueden tener efectos perjudiciales en los ecosistemas, el control biológico de plagas utiliza los mecanismos propios de la naturaleza, como depredadores, parásitos y microorganismos beneficiosos. En el caso de la Lobesia Botrana o polilla de la vid, detectada por primera vez en Argentina en 2010, el biocontrol puede realizarse a través del microorganismo Bacillus thuringiensis var kurstakies, el más eficaz para el control de plagas de larvas de lepidópteros. En Mendoza, la empresa Biologika (BLK) distribuye y comercializa estos productos, bajo el paraguas de la marca Koppert.
Detectada por primera vez en Argentina en el año 2010 en el departamento de Maipú, Mendoza, el insecto Lobesia Botrana es una polilla cuyo alimento principal es la vid, y por este motivo se la conoce comúnmente como «polilla de la vid». Sobre las vides desarrolla su ciclo de vida de manera completa, pasando por los estados de huevo, larva o gusano, pupa o crisálida y adulto en cada generación.
Las larvas de Lobesia Botrana, de primera generación, dañan las inflorescencias mientras que, la segunda y tercera generación, dañan las bayas verdes y maduras. Los daños causados por la tercera generación son de gran importancia económica. Además, el daño directo suele ir acompañado del daño indirecto por la infección de la uva por el hongo Botrytis cinerea Persoon. Las larvas transmiten el hongo a las bayas de los racimos y la presencia de este hongo mejora el desarrollo larvario.
La plaga emigra de un lugar a otro a través del movimiento o tránsito de fruta fresca de uva infectada, o de maquinaria usada sin lavar ni desinsectar. También constituyen vías o medios potenciales de dispersión los residuos de las tareas de podas, restos de fruta que queden en la planta, cajones, bins u otros elementos que se utilicen en la cosecha y no se laven adecuadamente.
En nuestro país, la plaga tiene cuatro generaciones. Está presente en algunas zonas de las provincias de Mendoza y San Juan y se encuentra bajo control oficial por el gobierno en la República Argentina, por ello el movimiento de fruta fresca, de máquinas cosechadoras y de plantas de vid desde las provincias con presencia de la plaga se encuentra reglamentado.
La polilla de la vid produce daños directos generando pérdidas en los volúmenes de producción y menor rendimiento por planta y afectando la calidad de la fruta tanto para consumo en fresco como para vinificación. Asimismo, favorece el ataque de diversos hongos patógenos que provocan la podredumbre del racimo. En uvas para vinificar, los residuos que dejan estos hongos transmiten mal olor y sabor a los vinos, lo que constituye un daños indirecto. Además de los daños productivos y de calidad, esta plaga causa importantes perjuicios económicos a través de las regulaciones que imponen los países importadores en el comercio internacional.
Características de la polilla de la vid
La Lobesia botrana pasa el invierno como pupa debajo de las cortezas o en los restos de material de poda. Las larvas se desarrollan sobre flores, bayas verdes, maduras y en el interior de las mismas. Los insectos adultos colocan los huevos sobre flores y frutos, en grupos de 2 ó 3 huevos. El daño aumenta la susceptibilidad para el ingreso de patógenos fúngicos (hongos).
Huevos: Miden algo menos de 1 mm y tienen forma redondeada o apenas alargada. Recién puestos, son traslúcidos, con brillo y reflejos tornasolados; luego se vuelven color amarillo. Se encuentran sobre los frutos en formación, donde parecen pequeñísimas gotas de cera apenas visibles.
Larvas: Las larvas pueden medir entre 1 y 15 mm. Se encuentran en los racimos y pueden medir entre 1 y 15 mm. Son de coloración verdosa (aunque varía de amarillo-verdoso a marrón-grisáceo), con la cabeza siempre de color marrón claro. Son móviles y ágiles y, al ser molestadas, se descuelgan por medio de un hilo sedoso.
Pupas: Son difíciles de localizar, ya que se esconden en la corteza de las cepas, en las hojas y en los racimos. Están envueltas por un capullo blanco, con brillo sedoso. Son alargadas, miden 0,5 cm de largo y su color es marrón.
Adulto: Es una mariposa cuyo cuerpo mide alrededor de 6 mm. Sus alas, cuando están desplegadas, llegan a medir entre 10 y 13 mm. Su primer par de alas es jaspeado, con manchas oscuras en marrón alternando con zonas claras. Las alas posteriores son grises y están provistas de flecos grisáceos.
Control biológico de la Lobesia Botrana
Dentro de las alternativas de control, para los daños que provoca esta plaga, se encuentra el control biológico. Su estrategia consiste en favorecer el uso y la conservación de enemigos naturales nativos, ya presentes en el ecosistema, en lugar de introducir especies exóticas. Para tener éxito en este tipo de programa de control, es esencial tener un buen conocimiento de la identidad de los enemigos naturales presentes y ambiente de la plaga, así como la influencia de este, variación en la estructura y diversidad de la comunidad parasitoide.
En paralelo, también es crucial entender la naturaleza e interacciones entre la plaga, sus plantas hospederas y sus parasitoides. Además, se debe considerar las especies y variedades de plantas que difieren en su aleloquímica y puede afectar el rendimiento de herbívoros y parasitoides.
En este sentido, el microorganismo más conocido y utilizado para el control de plagas de larvas de lepidópteros -como es el caso de la Lobesia- es el Bacillus thuringiensis kurstaki, una bacteria gram positiva que habita en el suelo.
Fue descubierto por primera vez en 1911 como un patógeno de las polillas de la harina de la provincia de Turingia, Alemania. Se utilizó por primera vez como insecticida comercial en Francia en 1938, y luego en los Estados Unidos en la década de 1950. Sin embargo, estos primeros productos fueron reemplazados por otros más efectivos en la década de 1960, cuando se descubrieron varias cepas altamente patogénicas con actividad particular contra diferentes tipos de insectos.
Adecell, la marca de Bacillus thuringiensis kurstaki desarrollada por Koppert
Koppert fue fundada en 1967 por Jan Koppert, un agricultor neerlandés pionero en encontrar una solución natural para combatir las plagas en su cultivo como alternativa a los pesticidas químicos poniendo en marcha una gran transformación hacia la agricultura sostenible.
Como solución a la polilla de la vid, Koppert tiene en su portfolio a Adecell, un producto formulado con Bacillus thuringiensis var. Kurstaki, que contiene no menos de 12.000 UTI/mg.
Modo de acción: Las toxinas insecticidas que produce Bacillus thuringiensis kurstaki se empaquetan en un cristal que se sintetiza durante el crecimiento y la esporulación de estos microorganismos. Actúan por ingestión. Los cristales proteicos se activan por efecto enzimático bajo las condiciones de pH alcalino del estómago de las larvas de lepidópteros, causando desbalances osmóticos que rompen la pared del intestino del insecto, causándole la muerte. Luego de haber ingerido una dosis letal, las orugas dejan de alimentarse, se mueven lentamente, se decoloran y mueren a los 2-3 días.
Beneficios: Elevada especificidad. Recomendado para el Manejo Integrado de Plagas (MIP). Indicado para manejo de resistencia de insectos y/o plagas a insecticidas químicos. Preserva los enemigos naturales de las plagas. No posee período de carencia.
En Mendoza este producto es comercializado por la red de bioinsumos Biológika (BLK), de Luján de Cuyo. Una empresa enfocada en la producción agrícola sostenible que proporciona insumos biológicos para transformar la agricultura y proteger el entorno a través de la innovación y sostenibilidad.
Los interesados en la empresa y sus productos, pueden contactarse al email: comercial@grupo-blk.com o al WhatsApp +54 9 261 571 7038 – Dirección: Espacio Lodo, Lateral Este – Acceso Sur 5291, Luján de Cuyo, Mendoza – Instagram: @biologika.arg
Fuente: Senasa, BLK y Koppert