Desde el 16/10, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de Argentina (Senasa) empieza a proveer productos fitosanitarios autorizados, difusores de feromonas y el servicio de aplicaciones aéreas a los productores vitivinícolas que cumplan las normativas requeridas para la campaña 2019/2020.
La resolución oficial del Senasa https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/218747/20191015
Los productores que reciban los insumos y/o la prestación del servicio de aplicaciones aéreas para el control de la plaga, en el marco de la asistencia que realiza el estado provincial deben estar inscriptos en el Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios (Renspa), completar y firmar la documentación solicitada por el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria Mendoza (Iscamen), asistir a las capacitaciones sobre la implementación de la Técnica de Confusión Sexual (TCS) y la aplicación de productos fitosanitarios, retirar los insumos y colocar los difusores de feromonas en el establecimiento productivo.
Por otra parte, los productores deben realizar las aplicaciones complementarias correspondientes ajustadas a la normativa en vigencia, utilizando los productos fitosanitarios autorizados y registrados por el Senasa de acuerdo con la fecha establecida por el Sistema de Alerta Oficial. Se recuerda que deben conservar los envases utilizados, las facturas de compra y el cuaderno fitosanitario.
En caso de no utilizar en ésta campaña productiva la totalidad de los insumos provistos por la Provincia para el control de la plaga, deben devolver el remanente inmediatamente y a su cargo al organismo responsable de la entrega de los mismos.
Cabe aclarar que los productores vitivinícolas ubicados en el Oasis Sur que realicen la colocación de los difusores de feromonas para la implementación de la TCS, no están obligados a realizar controles químicos complementarios.
Características de Lobesia Botrana o polilla de la vid
Es una plaga de importancia cuarentenaria para la República Argentina que se encuentra bajo control oficial.
Produce daños directos provocando pérdidas en los volúmenes de producción, menor rendimiento por planta, afectando además la calidad de la fruta tanto para consumo en fresco como para vinificación. Asimismo, favorece el ataque de diversos hongos patógenos que provocan la podredumbre del racimo. En uva para vinificar, los residuos que dejan estos hongos transmiten mal olor y sabor a los vinos (daños indirectos). Además la uva de mesa con destino a exportación debe dar cumplimiento con tratamientos cuarentenarios internacionalmente aceptados que elevan el costo de producción.
La plaga estuvo ausente en Sudamérica hasta el año 2008, cuando el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) de Chile detectó su presencia en su territorio. Por tal motivo el Senasa declaró el alerta fitosanitaria e implementó una serie de medidas de prevención a partir de la Resolución Senasa Nº 362/09 que establece, entre otras, la denuncia obligatoria de la presencia de la plaga.
Como parte de estas medidas de prevención se implementó una red oficial de monitoreo con trampas específicas de atracción sexual, distribuidas a lo largo de las principales zonas productoras de vid del país. Estas acciones de vigilancia son coordinadas por Senasa y se implementan con Organismos Fitosanitarios Provinciales y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). A ello se sumó un plan de capacitación para entomólogos, profesionales y técnicos, que reforzó la capacidad de diagnóstico de la plaga y su reconocimiento en el terreno.
El resultado de las acciones del sistema oficial de vigilancia de la Dirección Nacional de Protección Vegetal del Senasa, se detectó en febrero de 2010 en trampas, ejemplares adultos de la polilla en dos predios próximos a la localidad de Maipú, Mendoza. Por tal motivo, se intensificó la red de vigilancia, con el objeto de delimitar su dispersión. Se declaró la emergencia fitosanitaria mediante la Resolución Senasa Nº 122/2010 del 03 de marzo de 2010, con el objetivo de contener y controlar la plaga Lobesia botrana. Posteriormente, se establecieron distintas medidas tendientes a contener y reducir la plaga y se intensificaron las acciones de fiscalización a campo.
Con el inicio de la campaña 2010/11, se aprobó e implementó el Programa Nacional de Prevención y Erradicación de Lobesia botrana conforme a los resuelto por la Resolución Senasa Nº 729 del 2010.
Listado de productos autorizados para control de lobesia botrana: http://www.senasa.gob.ar/sites/default/files/ARBOL_SENASA/VEGETAL/FRUTALES/PROD_PRIMARIA/PROG_FITO/LOBESIA/13-06-2018._pagina_web._productos_autorizados_lobesia.pdf
Es una especie polivoltina, dependiendo de las condiciones climáticas tales como la temperatura y el fotoperíodo. En nuestro país tiene entre tres y cuatro generaciones.
Los huevos son colocados por la hembra sobre superficies lisas en forma aislada o en grupos de 2 a 3. Éstos son en un inicio blanquecinos para luego ir adquiriendo tonalidades amarillentas. Es posible observar el desarrollo del embrión dentro del mismo, destacándose en la última etapa la cabeza negra de la futura larva, conocida como “huevo cabeza negra”. Son aplanados, lenticulares y miden aproximadamente 0.7 x 0.6 mm.
La larva neonata mide aproximadamente 1 mm de longitud. Tiene la cabeza y el escudo protorácico de color negro y el cuerpo de color amarillo claro. Pasa por cinco estadios larvales. En los siguientes estadios presenta la cabeza y el escudo protorácico de color pardo más claro y el cuerpo colores variables: amarillo, verde, dependiendo de la alimentación. Alcanza a medir entre 10 y 15 mm, de longitud.
La pupa es de color blanquecino, verde o azulado cuando recién esta formada, luego pasa a un color pardo oscuro. Esta envuelta por un capullo blanquecino fusiforme de textura sedosa. El tamaño varía con el sexo: hembra: 5 a 9 mm; macho: 4 a 7 mm.
El adulto tiene aproximadamente 10-13 mm de envergadura alar y 6-8 mm en reposo. En general presenta un color grisáceo. Las alas anteriores presentan ornamentaciones en mosaico (de color pardo – rojo- azul) contrastan con el tinte grisáceo mas o menos uniforme de las alas posteriores, que se mantienen ocultas en posición de reposo. No existe dimorfismo sexual y el diseño de alas es similar.
La primera generación ataca las inflorescencias, la segunda las bayas verdes, la tercera y/o cuarta, las bayas en envero y en maduración. Pasa el invierno como crisálida o pupa en estado de diapausa. Los adultos presentan actividad máxima durante el crepúsculo, durante el mismo realizan vuelos, llamadas, acoplamientos, puestas y alimentación. Las hembras inician la postura sobre superficies lisas: las brácteas, los botones florales y raramente en el raquis de las inflorescencias, pámpanos y hojas. Una vez instalada la larva se protege con una envoltura sedosa, perfora los botones florales y se alimenta de los primordios estaminales y del gineceo. En la medida que cambian de estadio larval forman nuevos envoltorios sedosos comprometiendo mayor cantidad de flores. Concluidos los cinco estadios larvales forma la pupa o crisálida fuera de las inflorescencias, preferentemente en las hojas.
En la segunda generación, las hembras ovipositan en las bayas verdes, en las zonas más sombreadas de los racimos o en el punto de contacto de dos bayas. A medida que cambian de estadio perforan otros granos que unen mediante un tejido sedoso, refugiándose en el interior del hollejo vacío de una de ellas.
En el tercer ciclo, la postura se realiza sobre las bayas en envero o en maduración. El comportamiento es similar a los ciclos anteriores, pero las larvas inician su proceso de empupamiento bajo la corteza o ritidomis o en los tutores o palos de sostén, pero no en las partes verdes de la planta. Temperaturas primaverales y estivales anormalmente elevadas aceleran los procesos y es posible que se inicien otra generación. Otros factores que afectan el desarrollo de esta plaga son: el fotoperíodo, (que provoca la entrada en diapausa) el viento y la lluvia afectan negativamente los vuelos.
Fuente: Gobierno de la Nación, INV y SENASA.