La mendocina Ana Puelles (46) es licenciada en Enología de la Universidad Juan Agustín Maza y está preparando su tesis de magister en gerenciamiento estratégico vitivinícola. Empezó trabajando a sus 18 años como moza en Bodega Centenario, se bancó los estudios universitarios de bromatología, hasta que su hermano mellizo Lucas la impulsó a seguir enología. Hizo su carrera casada y con su hija mayor pequeñita. Confiesa que sin el apoyo de su marido e hijos no sería quien es hoy. Es docente en la Universidad que le dio su título, donde además coordina la «Bodeguita» y es responsable del área de Extensión y Vinculación de la Facultad de Ingeniería y Enología. Viaja 40 horas al mes en micro para dar clases en la Universidad de Chilecito, La Rioja. Y es jurado en concursos internacionales de vinos.
En este nuevo capítulo del ciclo «El Vino las Une» de Enolife con el apoyo del Fondo Vitivinícola, entrevistamos a una protagonista multifacética, la enóloga Ana Puelles. Nos faltó preguntarle cuándo duerme, pero imaginamos que con tanta fuerza emprendedora las horas de sueño le son rendidoras aunque sean pocas. El tiempo libre que le queda lo dedica a su familia, el hockey, el running y sus amigas de toda la vida.
Su amor por la docencia la hace viajar en micro cada 15 días desde la Capital mendocina a Chilecito, La Rioja. En la Universidad Maza, sus alumnos cuentan con ella desde el preuniversitario hasta el último año de la carrera. Hace vinos con ellos en la «Bodeguita»-escuela de la Universidad, los que en 2023 serán lanzados al mercado por primera vez.
–¿Tu amor por la enología es herencia familiar?
-No realmente, si bien mi bisabuelo y mi abuelo tenían un bodega en Vistalba, la «Bodega Puelles», pero la vendieron al poco tiempo de que yo naciera. Como ha pasado en muchos casos en la vitivinicultura, la segunda generación que heredó esa empresa eran muchos hermanos, no se ponían de acuerdo en el manejo así que decidieron venderla, una gran pena.
–¿Cuándo empezó ese romance?
-En mi casa se hablaba mucho de vitivinicultura porque mi papá es ingeniero agrónomo; no obstante eso cuando terminé el secundario estudié tres años de bromatología, mucho no me convenció, y además empecé a trabajar y dejé esa carrera… Hasta que mi hermano mellizo, Lucas (somos los más chicos de ocho hermanos), me dijo que Enología sería una carrera buena para mí… Él decía que me veía ideal para eso, ¡estaba tan seguro! Y me impulsó, me convenció y empecé sin dudarlo… Y me reconocieron varias materias de la carrera de Bromatología.
Evidentemente era lo que tenía que estudiar, porque me apasiona, es increíble lo que siento con la enología, estar en la bodega, en una finca, en un curso. Me recibí en el 2007 y ahora estoy terminando mi tesis para ser magister en gerenciamiento estratégico vitivinícola, me falta muy poquito.
–¿Cómo está conformada tu familia?
Estoy casada hace 21 años, tengo 3 hijos, María Felicitas de 19, Juan de la Cruz de 12 y María Candelaria de 10. Gracias a ellos, que me re bancaron y motivaron, pude seguir estudiando, trabajando y haciendo vendimias con los chicos muy chiquitos.
Además están mis amigas, a las que adoro, las cuido, son mi sostén. Nos conocemos de toda la vida, desde la salita de 5 en el colegio Padre Claret, somos 18.
-¡Sos una mujer orquesta! Trabajabas, estudiabas, eras mamá…
-Sí, mi primer trabajo fue a los 18 años como moza en la Bodega Centenario, trabajaba con amigas porque los dueños eran tíos de una de ellas.
Después, cuando ingresé en la Universidad, mis padres me ayudaron al principio de la carrera con las cuotas, pero al poco tiempo empecé a trabajar para una empresa vendiendo insumos enológicos hasta que, un año antes de recibirme, entré en Trivento donde hice mi primer vendimia, en el 2006. Allí estuve como pasante de temporada, de enero a mayo, yme ofrecieron quedarme, pero estaba terminando la facultad y preferí recibirme primero. Además, ya era mamá de Felicitas, ella tenía 3 años, era imposible hacer todo, por eso digo que mi familia me rebancó.
Ese mismo año me recibí y entré como primera enóloga en la bodega Vistandes, donde estuve 8 años, obviamente haciendo de todo, aprendiendo… Hacía bodega, laboratorio y a veces recibía a los turistas.
De Vistandes me fui a la Bodega RJ Viñedos, donde estuve un año hasta que empecé a trabajar como docente en la Universidad Nacional de Chilecito, La Rioja, donde sigo en la actualidad. Paralelamente, empecé a trabajar en la bodega de la Universidad Maza y de a poco me fui metiendo más en la docencia.
¿Cómo es tu actividad docente en Chilecito?
Empecé hace 10 años. Viajo cada 15 días para dar clases con mi colega y amiga Graciela Reta, que es licenciada en enología, y quien me recomendó. Somos profesoras titulares de 2 cátedras, «Catación 1» y «Catación 2». Así que viajamos en micro los miércoles a la noche, damos clase el jueves y volvemos el viernes, 10 horas de ida y 10 horas de vuelta, es decir 2 noches en bondi, pero la verdad es que es una Universidad super reconocida y nos atrae mucho estar ahí.
Chilecito es una zona muy chica de La Rioja, donde está la bodega Cooperativa La Riojana, que es la más grande de esa provincia, pero también hay bodegas aledañas como Chañarmuyo, Valle de la Puerta, todas ellas le dan trabajo a muchísima gente. Los estudiantes de a Universidad son de todo el NOA. Está muy cerca del Valle de Famatina donde tenemos la Denominación de Origen del Torrontés, que es bastante emblemático.
En esa regi´ón se hacen vinos muy buenos porque tienen una insolación que les da otra tipicidad a la hora de degustarlos. Si bien se destaca el torrontés riojano, también los cabernet sauvignon son muy ricos y de mucha calidad, con una tipicidad muy buena y una fruta negra evolucionada. Y tienen ricos bonarda, también hacen unos pinot grigio buenísimos.
–¿Y cómo empezaste tu carrera en la Universidad Maza?
-En la Maza empecé como profesora, me convocó la actual vicerrectora académica de la Universidad, Amalia Salafia, quien en ese momento era la decana de la carrera de Enología. Empecé con la materia «Taller Vitivinícola» que se da en segundo año; después me ofrecieron «Introducción a la Vitivinicultura» de 1ro, una materia del pre y «Prácticas Enológicas Avanzadas» de 4to año. Prácticamente, los chicos empiezan y se reciben conmigo, incluso ahora que tienen que presentar su tesina para obtener el título, porque soy tutora de varios de ellos y quedo siempre con muy buena relación con todos los alumnos.
Después, en 2015, me ofrecen la coordinación de la Bodega de la Universidad, y ahora también soy responsable del área de Extensión y Vinculación de la Facultad de Ingeniería y Enología. Así que en la UMaza tengo 4 cátedras, la bodega y la extensión, paso mucho tiempo en la universidad.
Otra actividad que hago es dar cursos y charlas; La Enoteca siempre me convoca y estoy dando una diplomatura a nivel latinoamericano. También asesoro proyectos de dos grupos de amigos profesionales de Buenos Aires, a los que yo les hago sus vinos.
–¿Qué significa para vos la docencia?
-Es entregar tiempo, dedicación y motivarlos para que sientan lo mismo que yo por la enología. Es darlo todo.
–¿Cuál fue la mayor satisfacción que tuviste en tu carrera?
-Miles, posta, pero saber que mis vinos gustan me llena el alma y cuando mis alumnos triunfan y me siguen llamando para decirme que ellos están para lo que necesite… Todos vuelven a la Bodeguita.
También gané dos medallas de oro y doble oro con mis vinos, no es que dependa de una medalla, pero da satisfacción que tanto trabajo tenga recompensa de alguna manera.
Los vinos de «La Bodeguita» de la UMaza
–¿Cómo son los vinos de la Bodeguita?
-Hacemos solamente una línea que es un malbec, son vinos jóvenes, frutados, fáciles de beber, lo que yo busco es que tengan mucha expresión del varietal, y, si puedo, hago un leve paso por barrica; cuando no cuento con ellas, trato de usar algún roble alternativo.
Nos fuimos superando año a año con las elaboraciones, lo hacemos con los alumnos, es decir que es una bodega escuela pero tratamos de mantener un calidad y una tipicidad constante, lo que se ha visto reflejado en el producto, porque lo hemos presentado en algunos concursos y hemos ganado medallas de plata a oro y un doble oro que, como te dije antes, fue una gran satisfacción.
–¿De dónde vienen las uvas?
-Al principio eran donadas y nos daban lo que podían, después empezamos a comprar poquitas cantidades, la Universidad comenzó a invertir en la Bodeguita, sabiendo que podíamos hacer un buen producto. Y este año, un alumno que trabaja en una bodega y en una finca de Tunuyán donó 1.200 kilos de una uva premium malbec. Es decir que ahora estamos elaborando un malbec premium del Valle de Uco.
Es lindísimo cuando los alumnos ya forman parte de mi vida y de la Bodeguita. Son detalles que demuestran que estar para ellos siempre vale la pena, los chicos te lo devuelven de una u otra forma, son cosas que te llenan el alma. Y no sólo son agradecidos conmigo, sino con la Universidad, que es la casa de estudio donde ellos se forman, yo soy un instrumento.
–¿Qué capacidad de elaboración tienen?
-Tenemos capacidad para elaborar 7.000 litros aproximadamente, con barricas y todo. Este año hemos incorporado un tanque de acero inoxidable de 1.000 litros y 2 huevos de PVC para fermentación de 500 litros cada uno. La Universidad está invirtiendo para lograr vinos de mayor calidad. Con eso y el malbec de Valle de Uco, la idea es sacar el vino por primera vez al mercado. Hasta ahora se han entregado para regalos institucionales o se vendían a la comunidad de la Universidad.
–¿Los vinos los elaboran los alumnos y vos los supervisás?
-Sí, pero además me pongo a la par, amo enchastrarme las manos, disfruto estar en la bodega y hacer todos los trabajos de la bodega, soy una operaria nata.
Jurado internacional de vinos
–Participaste como jurado en varios concursos internacionales de vino… ¿Cómo empezaste con eso?
-Empecé gracias a un profesional, que siempre digo que es mi ángel, el ingeniero Raúl Castellani, que ya falleció. Él siempre me convocaba para ser jurado en concursos internacionales que organizaba él, como «Vinus» y «La mujer elige». Ahora, Leonardo, su hijo, es el que sigue con esos concursos y también me llama. Ahí tenemos una oportunidad increíble para degustar muestras de todo el mundo. También soy jurado de «Vinandino» y de «Malbec al mundo», cuando se hacía.
–¿De qué se trata cada uno de esos concursos?
-El concurso «La mujer elige» se hace año por medio, somos todas mujeres profesionales del vino, ingenieras agrónomas, enólogas, sommelliers, las que calificamos los vinos… Somos super exigentes, pero la verdad es que es líndisimo porque se hacen grupos, conocés gente divina, probamos vinos, destilados y elaboraciones especiales de todo el mundo. Generalmente son mesas de 5 personas, donde está la presidenta de mesa, lugar que ocupo yo, por tener más de 10 años de experiencia en concursos, ya que empecé en el año 2008. Se califican los vinos y le damos la planilla a los organizadores.
«Vinus» se hace todos los años, es mixto y también participan profesionales en la materia. «Vinandino» está organizado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), que son quienes me invitan, normalmente se hace durante 2 días, la mayoría de los jurados participa sólo uno de ellos, pero a mí siempre me ponen los dos días, no se porqué… (risitas). Para «Malbec al mundo», me invitaron en dos oportunidades pero después se dejó de hacer.
Esa es la experiencia que tengo en los concursos y que aparte me mantiene muy activa- ¡Y está buenísimo probar vinos y destilados de otras partes del país y del mundo! Es una gran oportunidad…