Según el último informe sobre la situación nivológica e hídrica en la provincia de Mendoza, publicado por el Departamento General de Irrigación (DGI) el 26 de julio último, estamos en un año hidrológico pobre, con un escurrimiento promedio en los 6 ríos principales del territorio del 63% de un año normal. En cuanto a la nieve, si bien entre el 23 y el 25 de junio se produjo una fuerte nevada, al 30/6 en las 6 estaciones nivológicas de la montaña se registraba una acumulación de sólo el 10% del total que se espera tener al final del invierno en un año medio.
Las condiciones actuales, en 6 de las estaciones de alta montaña del Sistema de Información Hidronivometeorológica del Departamento General de Irrigación (DGI), son las que se muestran en las siguientes figuras:
El temporal registrado entre el 23 y el 25 de junio (el último computado para este informe) produjo nevadas de entre 15 y 40 cm en las estaciones nivométricas, con valores mayores en las cuencas de los ríos Mendoza y Grande.
La descripción de la situación de la provincia al 30/6 era la siguiente:
- El evento del 23 al 25 de junio fue la primera nevada significativa del invierno 2021.
- En la cuenca del río Mendoza ha nevado menos de la mitad de lo que había nevado, al 30 de junio del 2020.
- En las cuencas del centro y sur mendocino, al 30 de junio del 2020 había nevado 10 veces más que en lo que va del actual invierno.
- El año pasado se produjeron varias nevadas durante el mes de junio y primera quincena de julio, aunque después no hubo más precipitaciones de importancia.
- Si se considera cómo es la acumulación de nieve este año, respecto de lo que tendría que haber nevado a la fecha, para estar en un año normal tendríamos que tener 5 veces más de nieve que la existente hoy en toda la provincia.
- Si se piensa en la acumulación total de nieve que se necesita tener al finalizar el invierno 2021, estamos por debajo del 10% del total anual de un año medio.
- Esto implica que tendría que haber una nevada como la pasada, todas las semanas que quedan del invierno, o sea, hasta mediados de setiembre, para tener un año normal en nevadas.
- Se considera que esta situación no se va a cumplir, por lo que estamos nuevamente en un año con déficit de nevadas.
- Dado que no se espera que sea un año normal en nevadas, indefectiblemente se tendrá una temporada 2021/2022 de caudales por debajo de los valores medios.
- En definitiva, si las nevadas mejoran en los próximos dos meses (julio y agosto, que son los más nevadores) se espera tener una temporada 21/22 similar a la actual, o un poco más baja.
¿Y cómo han sido los caudales de los ríos este año?
El Pronóstico de Escurrimientos de los ríos, presentado en octubre del año pasado, mostraba que la oferta del recurso hídrico esperado para esta temporada (01/10/20 al 30/09/21), volvería a ser más seca que un año normal, en todas las cuencas de la provincia.
Como se ve, se esperaba tener alrededor del 70% de la oferta media, pero de acuerdo al seguimiento de caudales, la actual temporada ha tenido escurrimientos aún menores a los pronosticados, los que se encuentran en el orden del 63% de un año medio. Esto se debe, fundamentalmente, a que en la alta montaña las temperaturas fueron menores a las normales.
Se presentan a continuación los hidrogramas (gráfico de la variación de los caudales en función del tiempo) de los principales ríos de la provincia, junto a la situación general de la cuenca.
El comportamiento de los escurrimientos del río Mendoza ha sido totalmente atípico en este verano, teniendo su valor máximo en diciembre en vez de enero. Posteriormente, los caudales han tenido valores muy ajustados a los pronosticados (de marzo a junio). La diferencia acumulada entre lo pronosticado y lo realmente escurrido, para este río es del orden del 10%.
En la figura anterior se ve la evolución de la reserva en el Dique Potrerillos, para los últimos 11 años. Se puede apreciar que para la fecha indicada (30 de junio), el embalse se encuentra en los valores mínimos de esta década. Esto se debe a los menores caudales que se han producido y a los usos que se han realizado durante la actual temporada.
Para este río son válidos todos los comentarios realizados sobre los escurrimientos del río Mendoza, ya que la cercanía de las cuencas ha provocado similares condiciones de temperatura de alta montaña. La diferencia entre los caudales pronosticados y los escurridos, a la fecha, es del 11%.
La variación de la reserva de El Carrizal muestra que la situación actual es más desfavorable que la de 2020. Cabe aclarar que el aporte que hacen los arroyos del Valle de Uco al río, generan que la situación para iniciar la temporada de riego que viene sea cercana a la normal, o sea, en la primera quincena de agosto de 2021.
Río Diamante
Los caudales del río Diamante han sido, en esta temporada, los más bajos en relación a su valor normal (58%), aunque la diferencia respecto de los pronosticados, es sólo del 9%, por lo que su comportamiento general, está dentro de los esperado.
Si se consideran las reservas acumuladas de los embalses de Agua del Toro y Reyunos, la figura anterior muestra que, en los últimos 5 años, se ha utilizado más agua de la disponible en cada temporada, lo que implicaba tener cada vez menos reservas disponibles. Este año las reservas están al mismo nivel que el año pasado, que, a pesar de ser muy bajo, no se espera tener problemas en la próxima temporada ya que el volumen embalsado es grande, respecto de las demandas a satisfacer.
Este río es el único en el que los derrames reales han sido superiores a los pronosticados, debido a que los meses de primavera fueron abundantes, aunque el acumulado sigue estando por debajo del histórico (72%).
Las reservas de los embalses de la cuenca (Nihuil y Valle Grande) había llegado a valores mínimos históricos en las temporadas anteriores, situación que se ha revertido en la actual, gracias a mayores caudales y a un uso muy ajustado a las necesidades de los usuarios, los que participaron activamente en la planificación general.
Situación provincial
Si se tienen en cuenta los 5 ríos más grandes de la provincia (Mendoza, Tunuyán, Diamante, Atuel y Grande) en la temporada 2019/2020 la disponibilidad hídrica total fue del orden de 3450 hm³, siendo los valores medios históricos de aproximadamente 7730 hm³. Esto equivale a que la oferta de la temporada pasada fue del 45% de un año medio.
Si se compara este valor, con el 63% que se tiene hasta ahora, en la actual temporada, es evidente que nos encontramos en una mejor situación que la anterior, aunque lejos de llegar a una situación normal.
En el siguiente gráfico se pueden observar las disponibilidades hídricas de las últimas 3 décadas. La década de los 90 presentó caudales menores a los históricos, la del 2000 fue, en general normal o superior a lo normal, para volver a tener una década (2010) menor a la media, es más, la sequía más baja de los registros históricos.
Esta temporada se ha visto beneficiada por lluvias, que se han producido en todas las cuencas provinciales.
En Mendoza, como se sabe, las tormentas convectivas de verano tienen características de ser muy intensas (mucha cantidad de lluvia en poco tiempo), localizadas en el espacio (ocupan superficies chicas) respecto del desarrollo que pueden tener en altura (en algunos casos sobrepasan los 10 km de altura) y con generadoras de precipitaciones de granizo frecuentemente.
Recolectar el agua de estas precipitaciones implica generar un sistema de colectores muy extensos, además de los reservorios necesarios para guardar el agua hasta que sea necesario utilizarla, en algunos casos, varios días. O sea que se debe construir una infraestructura de recolección, totalmente antieconómica para los beneficios que puede generar.
Un sistema que aprovecha el agua de lluvia para regar
Es por esto que el DGI, desde hace varios años, ha puesto en práctica un sistema que aprovecha estas lluvias, especialmente en las zonas agrícolas donde en necesario regar. La idea es que no es necesario regar en las zonas donde ha caído la suficiente lluvia como para cubrir las necesidades de los cultivos de ese lugar, por lo tanto, no se distribuyan dotaciones de riego en esos sectores y el agua se almacena en los embalses, para ser usada en otro momento que haga falta.
Esta forma es la mejor manera de utilizar al agua de lluvia en la agricultura, no regar donde llovió y guardar el agua en los reservorios.
Esto ha logrado que se tengan mejores reservas en los embalses, que las esperadas inicialmente, y ha permitido flexibilizar las entregas a las distintas zonas de riego, respecto del Plan de Erogaciones inicialmente confeccionado.