En guerra con Rusia desde hace casi 9 meses, con una desconocida pero importante proporción de sus 40.000 hectáreas de viñas sembradas de explosivos y bodegas bombardeadas, y sin contar con la producción de la península de Crimea que Moscú se anexó en 2014, Ucrania mantiene heroicamente su industria, con vinos de calidad, incluso de exportación. Por su potencial y su condición de «joya oculta» de la vitivinicultura global, la OIV acaba de reincorporarla como miembro, tras 14 años fuera por no poder pagar las cuotas de membresía.
Como un hijo pródigo, Ucrania acaba de retornar ahora, en plena invasión rusa, a la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), de la que quedó fuera en 2008 por no pagar las cuotas de adhesión. Así, se convirtió en el país número 49 de la organización, a la que también pertenece Rusia, país que a la hora de brindar cifras de su vitivinicultura se atribuye y contabiliza las cifras de los viñedos de Crimea, península antes ucraniana que se anexó hace 14 años tras un plebiscito no reconocido en Occidente.
Pau Roca, el director de la OIV, señaló en México, donde tuvo lugar la última reunión cumbre de la organización a fines de octubre, que Ucrania ahora se beneficiará con la información, cooperación, servicios y transferencia de tecnología de una red de unos 1.000 expertos que posee la OIV.
Al mismo tiempo, Ucrania tomará parte de las decisiones que se toman en esta organización, de carácter sobre todo técnico pero también influyente en la economía, el comercio, las estadísticas y la política del sector vitivinícola.
Pau Roca: «El vino es un producto de paz para el mundo»
En la 43° Congreso Mundial de la OIV en México, al recibir a Ucrania, Roca, en presencia del delegado oficial ucraniano, Volodymyr Pechko, manifestó: «Todos los temas son políticos pero siempre desde la OIV defendemos la base científica de la organización y la defensa del vino y de la viña. Y más allá de que queremos mantener la organización libre de conflictos, somos concientes de las realidades que ocurren en el mundo. Pero mi visión es defender la neutralidad de nuestros trabajos, por eso en estos momentos difíciles recibimos con los brazos abiertos a Ucrania en la OIV. Y esto no va a contaminar para nada nuestros trabajos porque debemos ser guardianes de esta neutralidad científica y de la búsqueda de la verdad a través de la ciencia y de la promoción del producto que termina siendo un producto de paz para el mundo».
Por su parte, Pechko expresó: «Volver a la OIV para Ucrania es volver a la familia y es una gran oportunidad para intercambiar experiencia, porque Ucrania tiene un gran potencial vitivinícola pero por un período no tuvimos la posibilidad de intercambiar el conocimiento y las investigaciones con el resto del mundo».
Sobre la actualidad de la vitivinicultura en su país, Pechko realizó una cruda y preocupante descripción: «Por la situación que estamos viviendo tenemos miles de hectáreas de viñedos bajo ocupación y muchísimos fueron minados; algunos productores, viticultores, sommeliers y enólogos dejaron sus trabajos en la industria y tomaron las armas para defender el país». También contó que muchas bodegas fueron saqueadas, y otras destruidas parcial o totalmente». «Otro problema -destacó- es la ruptura de la cadena productiva ya que la planta productora de botellas fue bombardeada y destruida y en consecuencia ahora tenemos que importar botellas».
Según estadísticas recientes, Ucrania tiene unas 40.000 hectáreas de viñedos, y el consumo anual per cápita subió en 2021 a 4 litros. «Para promover el consumo estamos organizando muchos festivales de vinos ucranianos, en cada una de las ciudades más grandes de las 24 regiones del país», remarcó Pechko. Y concluyó: «En otros países con mayor consumo como en España, Francia o Italia el vino es considerado un alimento y en nuestro países el vino es considerado simplemente alcohol».
El vino en Ucrania
Ucrania tiene un territorio extenso, con climas y entornos culturales muy diversos. En muchas partes del país, el vino no es componente tradicional de la cultura, pero en otras como Besarabia o Transcarpatia, al sur, tiene una historia que se remonta a más de un siglo.
Mientras todos los países vitivinícolas tradicionales sufren el cambio climático global, Ucrania tiene la ventaja de quea, los viñedos se encuentran no sólo en las regiones del sur del país -Odesa, Crimea, Mykolayiv o Kherson- sino que existen varias plantaciones experimentales con éxito en las regiones del norte -en Chernihiv, Lviv, Kyiv y Ternopil.
En Ucrania se cultivan muchas variedades de uva conocidas en el mundo, como cabernet sauvignon, merlot, chardonnay y riesling. Sin embargo, algunas variedades locales de calidad triunfan no sólo en el mercado interno, sino también entre los conocedores internacionales. Una de ellas es la telti kuruk, una variedad de uva blanca que da lugar a vinos muy potentes con aroma a flores blancas y una acidez refrescante.
La Odesa Black (también conocida como Aliberne) se destaca entre las variedades tintas. Debido a su color y notable aroma a especias, los vinos de esta variedad han sido nombrados en varias ocasiones como «la futura identidad de Ucrania».
La sukholimansky, en tanto, es otra variedad de uva blanca que da lugar a vinos refinados y aromáticos, perfectos para el consumo diario.
Aunque las exportaciones de vino de Ucrania aún son pequeñas, llegan a toda Europa. Por ejemplo, el Cabernet Grand Reserve de la bodega Shabo representa dignamente a Ucrania en el legendario museo de Burdeos, Francia, La Cité du Vin, y en el restaurante con estrellas Michelin Hide, de Londres, Inglaterra, donde puede probarse el vino Kara Kermen, de la bodega Beykush.