Con una carrera de 20 años en Derivados Vínicos S.A. (Dervinsa), la biorefinería de Palmira (Mendoza) que utiliza material orgánico del proceso de vinificación para su producto final, Miriam Rodríguez (47) asumió en 2020 la responsabilidad de desarrollar y llevar adelante el área de marketing y nuevos negocios, que hasta ese momento no existía. Se inició como recepcionista, continuó en pago a proveedores hasta que ese departamento comenzó a operar en Buenos Aires. Tuvo que optar por trasladarse a la capital del país o pasar al área comercial. Se quedó con la última y confiesa que la idea le gustaba pero le generaba dudas, era un desafío no sólo salir a vender, sino además ser la primera mujer en ocupar ese puesto en la empresa, sin embargo llegó a tener una cartera de 100 bodegas, y sostiene que la empresa es muy generosa con las oportunidades que ofrece.
Por Lorena Mellone
(lmellone@enolife.com.ar)
Otra de las protagonistas del ciclo «El Vino Las Une» de Enolife y el Fondo Vitivinícola, Miriam Rodríguez, coordinadora senior de nuevos negocios y marketing de Dervinsa, nos muestra cómo el empuje, la garra y la persistencia la hizo crecer en la empresa en la que trabaja desde hace 20 años y asegura que está «muy enfocada en el hoy para lograr sus metas y objetivos a futuro».
– Enolife: ¿Dónde naciste, venís de familia viñatera?
– Miriam Rodríguez: Nací en un distrito llamado Phillips en el departamento de Rivadavia, tanto la familia de mi mamá como la de mi papá tenían viña, así que crecí en ese entorno, acompañando a mi abuelo a la finca, visitando a mis tíos y jugando con mis primos entre viñedos, tanto de Phillips como de El Mirador.
Tengo recuerdos hermosos y hoy realmente siento una conexión muy fuerte con esa etapa de mi vida, que no fue muy larga pero claramente me marcó.
Además mi papá trabajaba en una bodega y aunque no tuve la oportunidad de compartir ese día a día con él, porque murió cuando yo era muy chica, son cosas que quedan en algún lugar de la memoria emotiva.
El proyecto familiar cambió radicalmente con la muerte de mi papá, antes de eso la idea era vivir en la finca y seguir con la tradición familiar, sin embargo después de su partida nos mudamos al centro de Rivadavia, donde hice la primaria y la secundaria. Seguramente nos fuimos de la finca con la idea de nuestros familiares de sacarnos a mi mamá y a mí de ese entorno que traía recuerdos dolorosos. Después de 10 años mi mamá se casó nuevamente y entonces nació mi hermano Edgardo.
–Y al terminar la secundaria ¿Cómo seguiste?
-Al salir de la secundaria empecé a trabajar, en ese momento no tenía la oportunidad de estudiar, trabajé de todo, en varios comercios, en una cooperativa de viviendas, en la municipalidad, en un banco, ya ni me acuerdo🤣😱😂… pero sé que faltan varios en ésta lista.
Retomé los estudios varios años después, ya trabajando en Dervinsa, que en ese momento se llamaba ICI (de Imperial Chemical Industries), de capitales ingleses. Decidí mudarme a la ciudad de Mendoza para estudiar en el ISTEEC (Instituto Superior Técnico de Estudios Económicos de Cuyo), que por los horarios y las carreras que tenía era la opción más viable, me recibí de Técnica en Comercio Internacional, y aunque nunca ejercí me encantó estudiar de nuevo, conectarme con un lugar totalmente distinto para mi, vincularme con un ambiente estudiantil, conocer gente nueva, todo eso me abrió la cabeza.
Cuatro años de aprendizaje y crecimiento
–¿En qué año entraste en Dervinsa?
-Arranqué en febrero de 2002, antes de entrar estaba trabajando en el banco HSBC a través de una consultora porque era un trabajo temporal, necesitaban mucha gente en los bancos, fue en la crisis del 2001, el corralito y toda esa locura. Me llamó la gente de la consultora que me tenía contratada para saber si conocía a alguien que pudiera trabajar como telefonista bilingüe en una empresa de Palmira, la verdad es que no conocía a nadie que pudiera cubrir ese puesto y como mi trabajo en el banco estaba por terminar decidí postularme yo.
A la empresa la conocía de nombre porque ahí había trabajado mi tío, yo era muy chica cuando él se jubiló pero siempre escuchaba hablar de la Duperial (nombre anterior a ICI). Llegué super entusiasmada a la entrevista, me recibió el gerente de recursos humanos, me tomaron una prueba de inglés y a los pocos días me confirmaron que había quedado seleccionada para el puesto en su planta de Palmira.
Entré a cubrir un puesto de una chica que se había ido de vacaciones y no volvió nunca más, así que era un caos, estaba todo a medias, porque además de cumplir el rol de telefonista también hacía algunas tareas administrativas. Me venía de Rivadavia y como hacíamos horario corrido me quedaba a almorzar en la oficina, algo que en ese momento nadie hacía porque todos los administrativos vivían relativamente cerca y almorzaban en sus casas.
En ese puesto estuve un par de años y de a poco fui absorbiendo más tareas administrativas, el paso siguiente fue pasar a administración, ahí pasé por varias funciones hasta que quedé en un puesto que era facturas a pagar. Nos tocó una tarea muy linda que fue armar el puesto entre las 3 oficinas de la empresa que estaban en Mendoza, San Lorenzo (Provincia de Santa Fé) y Buenos Aires.
Pero cuando quedó armado, por vaivenes de la empresa, se decidió centralizar en Buenos Aires varios puestos, entre ellos el mío, y me propusieron dos opciones, irme a Bs As (ni loca…😱🤷🏻♀️) o cambiarme al área comercial. La idea me encantó pero me generó mil dudas, sobre el laburo en sí y sobre el hecho de ser la primera mujer que ocupaba éste puesto y todo lo que eso implicaba, me entrevistó mi futuro jefe y finalmente se concretó el pase.
Una trayectoria de 15 años caminando entre bodegas
-¿Por dónde empezaste?
-Al principio fue todo un desafío de aprendizaje, no sólo del trabajo en sí sino también de conocer todas las bodegas que estaban en mi zona que abarcaba desde Maipú hasta Lavalle pasando por parte de San Martín también.
En junio de 2006 arranqué, cuando llegar a los lugares no era tan fácil como hoy, es que ¡No había Google Maps🤪😱!,😂😂, así que tuve que ingeniármelas para conocer cada una de las bodegas, con ayuda de algunos de mis compañeros de trabajo, de los transportistas y de gente que venía trabajando en esto desde hacía rato. De a poco fui conociendo la zona y a su gente y dos años después la empresa se transformó en Dervinsa , que vino con un mundo de oportunidades.
La idea de cambiarme al área comercial me encantó pero me generó mil dudas, sobre el laburo en sí y sobre el hecho de ser la primera mujer que ocupaba ese puesto en la empresa y todo lo que eso implicaba.»
Miriam Rodríguez
–Y ¿Cómo era tu trabajo en el departamento comercial?
-Hasta hace dos años atendía toda la zona Centro Norte de la provincia de Mendoza, de Maipú a Lavalle y parte de San Martín, esa era mi zona, con una cartera de mas de 100 bodegas.
Después de haber estado 15 años haciendo ese trabajo mi puesto viró para afrontar el desafío de crear el área de marketing y nuevos negocios, arranqué con esto en el 2020, al principio era un perfil distinto y en el camino fuimos encontrando el verdadero propósito y aporte de valor que puede hacer el puesto a Dervinsa.
–Sobreviviste a muchos cambios en la empresa, ¿Cómo fue ese proceso?
-Los cambios no me incomodan. Siempre soy muy segura de mi trabajo y creo que el aprendizaje continuo hace que me pueda ir adaptando.
El desafío actual
–¿De qué se trata este nuevo desafío?
-La empresa está en un proceso de apertura, la idea es abrirnos a la sociedad, mostrar todo el trabajo que hacemos, buscar nuevos mercados. Para esto necesitábamos diversificarnos y abrir el área de marketing que no existía.
Un desafío interno, cambiar de adentro para afuera, analizar en qué otros aspectos Dervinsa puede ser útil, tanto para la industria vitivinícola como para otras agro-industrias, así como gestionamos subproductos o materiales de descarte, como ahora hacemos con el orujo y la borra, pero para los descartes de otros sectores, como por ejemplo los efluentes a los que creemos que podemos hacer frente.
Queremos investigar, asociarnos y vincularnos con áreas técnicas, científicas y académicas de la provincia de Mendoza, ya estamos muy en contacto con universidades trabajando con profesores de diferentes cátedras, en principio sobre todo con las de recursos naturales renovables y bromatología de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo. También trabajamos con el INTA y el INTI.
–Hablás de un cambio en la empresa, una mayor apertura a las bodegas ¿Eso incluye a los «clientes internos», es decir los empleados de Dervinsa?
-Trabajamos mucho en ese aspecto, nuestros colaboradores tienen la camiseta bien puesta, están contentos de trabajar acá. Es una empresa muy generosa, a mi me dio todas las oportunidades para evolucionar en la vida.
Podría darte un montón de ejemplos en los cuales participan, ellos y sus familias. Quizás uno de los mas lindos es el de los proyectos artísticos que comenzó en 2017 y se hace una vez por año.
Empezó con una muestra fotográfica titulada “¿Quién es quién?” a cargo de David Medina Kaiser, en la cual participaron los operarios que hicieron una escultura de 4 tn reciclando chatarras, proyecto que dirigió el artista Eduardo Basualdo. Todo fue tan lindo que al año siguiente Eduardo realizó una escultura en cerámica con la intervención de todo el personal de Dervinsa, cada empleado tuvo un minuto para dejar su marca en un gran bloque de arcilla.
En 2019, la consigna fue que cada uno se haga una máscara con metal, uno de los depósitos de la empresa se transformó en un taller de arte, fue muy divertido, había que hacerlas con una combinación de 18 piezas geométricas que nos dieron y después las desfilamos.
Y en 2020 la consigna fue al aire libre, por la pandemia, así que todos plantamos un árbol en los jardines de la planta de Dervinsa formando un bosque de 250 álamos que visto desde el aire se ve como dos espirales que se entrelazan.
En 2021, se duplicó la apuesta porque se involucraron no sólo los colaboradores sino sus familias y los vecinos. El equipo del taller de mantenimiento recicló un evaporador en desuso y lo convirtió en una «cápsula del tiempo» que fue intervenida en su exterior por la artista local Vanesa Federico y después cada uno tenía que dejar adentro un mensaje al futuro ya que la cápsula se va a abrir en 2030.
–¿Cómo está conformado el equipo del área nueva?
-El equipo es acotadito por ahora, la idea es vincular los talentos que tenemos afuera y en un futuro ir sumando gente, por ahí no necesariamente como empleado directo sino como parte del trabajo que vayamos haciendo.
En Dervinsa queremos investigar, asociarnos y vincularnos con áreas técnicas, científicas y académicas de la provincia de Mendoza»
Miriam Rodríguez
En este momento yo pertenezco al área de la gerencia de asuntos institucionales y trabajo junto con el gerente Federico Urigüen, somos el equipo fijo de la empresa y además tenemos otros colaboradores de afuera con los que estamos trabajando.
Transformar una biomasa en productos de valor agregado
–¿Cómo es el proceso de Dervinsa?
-Dervinsa produce ácido tartárico, alcohol vínico y aceite de pepita de uva, entre otro productos que se elaboran a partir de los residuos (orujos, borras sólidas y semifluidas, entre otras) que resultan del proceso enológico de 650 bodegas argentinas.
Se trata de transformar una biomasa en diversos productos de valor agregado, para llegar a estos productos nosotros arrancamos con un acopio de todo el material orgánico natural descartado del proceso de vinificación y ese proceso de acopio arranca a mediados de enero, a veces un poquito antes también.
De esos descartes, el caso del orujo termina entre mayo y junio y el resto del año continuamos con la borra sólida y semifluida, además de esto retiramos todo lo que la bodega deja de usar después de la elaboración del vino , en cuanto a material orgánico. El servicio de logística para retirar el material de cada bodega lo hacemos nosotros y luego es acopiado en la planta.
Lo que nosotros procesamos en la planta se convierte en distintos productos, que luego son comercializados a través de nuestras 3 unidades de negocio. Una es Dervinsa que produce ácido metatartárico, aceite de pepita de uva crudo, aceite de pepita de uva refinado, alcohol etílico estándar, alcohol etílico neutro, destilado de vino, aguardiente de vino, grapa, crémor tártaro.
La otra unidad de negocio fue creada en 2017, se llama Vinolab y agrega al porfolio de la compañía una nueva línea de insumos enológicos de primera calidad, como levaduras, nutrientes e insertos de roble.
La tercera unidad de negocios es Fruto de la Viña que está destinada a los productos relacionados con la agroindustria y la producción de aceite y sus derivados como lo son: compost, sustrato, fertilizante líquido natural, semillas y aceite de pepita de uva. El compost se está desarrollando a través de un convenio de vinculación tecnológico que tenemos con el INTA.
Los productos resultantes los vendemos, todos tienen obviamente un origen 100% natural, y exportamos a Estados Unidos, Canadá, Chile, México, Francia, España, Brasil, Uruguay, Sudáfrica, Australia y Egipto, entre otros lugares.
–Es decir que es todo un proceso de reciclaje…
-Lo que hacemos nosotros se llama upcycling o suprareciclaje que es una vueltita mas al reciclado porque se trata de una reutilización creativa, es el aprovechamiento de materiales de desecho o residuos para fabricar nuevos productos de mayor calidad, mayor valor ecológico y mayor valor económico. Es decir que nosotros transformamos lo que acopiamos en otros productos totalmente distintos que van a diferentes cadenas de valor porque somos proveedores de industrias enológicas, alimenticia, de la construcción, farmacéutica, le damos un valor agregado.
De metas, vinos y amores
–¿Cómo te ves en la empresa a mediano plazo?
-Principalmente mi foco esta siempre en aprender, desarrollarme pensando en cosas nuevas, como el área que empezamos a crear de nuevos negocios y marketing, que sigue creciendo y reinventándose.
En principio mi meta es terminar de instalar el área dentro de la empresa, darle forma y peso especifico, darle una nueva mirada al trabajo que venimos haciendo desde el área comercial pero ahora mas enfocados en la experiencia del clientes, entender que el feedback es fundamental.
Nuestro objetivo en Dervinsa es atender toda la agroindustria, no sólo la del vino»
Miriam Rodríguez
Busco poder generar un vínculo mas estrecho entre el área comercial y las bodegas, estandarizarlo e instalarlo internamente para que quien venga en un futuro tenga esto armado y encaminado.
Va por ahí, estoy muy enfocada en el hoy y ahora para lograr estos objetivos que tenemos. Me imagino evolucionando en esto y desarrollando algunas otras áreas que tengan que ver con todo lo relacionado a nuevos negocios y darle la nueva mirada a todo lo que generamos desde la empresa.
Por otro lado, lograr que en 10 años Dervinsa no sea sólo referente para la industria vitivinícola sino que lo sea para otras industrias para las cuales también procesemos sus descartes y tener la relación estrecha, que tenemos hoy con las bodegas, con otras agroindustrias. Me veo trabajando bien en profundidad en eso.
–Pasemos al momento de relax ¿Qué vinos te gustan y en qué momentos?
-En cuanto a los vinos, me gusta mucho el merlot y el cabernet franc, pero soy fanática de la enología argentina mas vanguardista y ahí entran todos los varietales.
Los momentos son siempre acompañados de buena comida y en compañía del Ale, mi pareja (Alejandro Gutiérrez), estamos juntos hace 16 años y vivimos en Las Compuertas en un espacio grande, con mucha naturaleza, disfrutando de nuestros 5 perros Anita, Ruli, Lola, Mora y Sarita, felíz de poder ver todos los días la montaña tan cerquita.