Con el inicio de la primavera comienza la floración o cierna de la vid. Es el momento en que aparecen los embriones de las flores, y fundamentalmente cuando se determina el volumen de la cosecha.
Existen muchos factores que pueden alterar el proceso de la floración: clima, corrimiento, enfermedades y otros. El tema más preocupante en estos tiempos es cómo enfrentar las consecuencias del cambio climático. El agua y las temperaturas en esta etapa vegetativa son fundamentales, e impactan en una menor o mayor producción durante la vendimia.
La floración de la vid se da a fines de setiembre. Después de esta etapa también llamada de la cierna es posible evaluar de manera estadística el número y el reparto de los racimos en las vides. Si la cantidad de racimos es excesiva, se procederá a un aclareo, operación que requiere mucho cuidado y que consiste en retirar racimos antes de la maduración (en verano), para que la cantidad y el reparto sean compatibles con el nivel de maduración deseado. Los viticultores acostumbran a contar 100 días desde la floración hasta el inicio de la vendimia.
La floración puede tener lugar en forma escalonada durante 15 días y se ve favorecida por temperaturas de 20-25ºC y tiempo seco. El tiempo fresco y lluvioso puede dificultar la dehiscencia de los capuchones.
El ciclo reproductor requiere el concurso de dos años consecutivos; en el primero, se lleva a cabo la iniciación floral en las yemas y, en el segundo, cuando se desarrollan esas yemas, ocurre la floración y la transformación en fruto. Es decir, los racimos que se vendimian un año han sido iniciados a flor en el año anterior, en el interior de las yemas. Hay varios factores que afectan esta etapa vegetativa, a continuación se detallan.
Incidencia del cambio climático
Es un factor que ya está afectando a los cultivos de vid en todo el mundo.
Las características climáticas óptimas para el cultivo de la vid en la etapa de floración son:
Temperaturas: 18 a 22°C para la floración y de ésta al cambio de color, de 22 a 26°
Lluvias: 10 mm durante la floración, ya que las lluvias en esta etapa resultan por lo general perjudiciales. De la floración al cuajado de los frutos, lo ideal son 40-115 mm. Entre el cuajado y la maduración son 80-100 mm.
La actual tendencia climática está afectando claramente las diferentes etapas vegetativas de la vid, y en este momento a la que hay que prestarle atención es a la floración. De todos modos, en este informe se muestra un análisis general de las consecuencias que el cambio climático puede traer, y de hecho ya está trayendo, sobre los vinos que consumimos, comenzando desde el momento de la cierna.
Dada la ubicación geográfico-climática de la viña, entre los 30º y los 50º de latitud en ambos hemisferios, cada zona está siendo lógicamente afectada de manera específica y diferenciada. No obstante, hay una serie de patrones que se repiten con bastante frecuencia y que además afectan al vino finalizado de manera importante.
Cuando se habla de cambio climático y vino, lo más frecuente es que se hable de esos elaboradores que están buscando nuevas zonas, generalmente con orientaciones más frescas o a mayor altitud sobre el nivel del mar, para ubicar sus nuevos viñedos. Aunque este es un aspecto importante, no deja de ser menor ya que los grandes viñedos históricos de calidad no suelen ofrecer posibilidades de movilidad geográfica, por razones obvias.
Estos viñedos se enfrentan al riesgo, cada vez más claro, de perder el nicho climático en el que sus variedades y condiciones climáticas confluían para elaborar muchos de los mejores vinos del mundo. Los ciclos vegetativos de las diferentes variedades con las que se elaboran esos grandes vinos se están viendo modificados, en algunos casos porque el cambio climático ha mejorado las condiciones de maduración y en otras porque las ha puesto en peligro.
Hay tres fechas críticas en el ciclo biológico de la vid: la brotación, la floración y la vendimia. La viña permanece en reposo vegetativo durante el invierno y la temporada empieza con el desborre, en coincidencia con la subida de la temperatura del suelo por encima de los 10º, y la posterior brotación, habitualmente a principios de primavera.
La vid crecerá vigorosamente durante los siguientes tres meses. La floración es un período delicado ya que cualquier adversidad climática, especialmente la lluvia o el viento, pueden interrumpir la formación de las bayas. Finalmente la vendimia se realizará en el momento en que el viticultor considere que las uvas han alcanzado la madurez deseada.
Conviene recordar que las diferentes variedades de uva se desarrollan en un nicho concreto de temperaturas y además cada variedad tiene un rango de temperaturas de diferente amplitud. En algunos casos las variedades de desenvuelven bien en un rango muy amplio de temperaturas y serán menos sensibles a los cambios, excepto si ya se encuentran en el límite, pero en otros casos la amplitud del rango de temperatura de las variedades es muy pequeño y sutiles cambios podrían hacer que debieran sustituirse por otras más adaptadas a esas condiciones climáticas.
De nuevo aparece una situación que parece difícil de afrontar para las regiones históricas ya que la sustitución de sus variedades implicaría claramente la pérdida de identidad de sus vinos.
La causa principal de una mala cosecha en tiempos pretéritos ha sido las bajas temperaturas, acompañadas a menudo de mucha lluvia caída en el momento menos apropiado, a lo largo del ciclo de maduración.
Si se observan los dos últimos decenios, por ejemplo en Europa, se puede ver como signo del cambio climático, que las añadas más problemáticas en la actualidad son las asociadas a las grandes olas de calor, destacando el 2003, durante las cuales además se extreman las condiciones de sequía. Para que el terroir se manifieste en la viña, las condiciones climáticas durante el crecimiento deben permitir que la maduración de la uva sea lenta.
La tendencia mundial a recoger uvas con mayores niveles de maduración marca también una estrategia clara a desplazar el criterio principal que decide el momento de vendimia, desde el tradicional nivel óptimo de azúcar en la uva hacia lo que se conoce como maduración fenólica.
Este término, describe el momento óptimo de maduración de los taninos, lo que sólo puede confirmarse mediante subjetivas pruebas de cata de las uvas. Esta búsqueda lleva aparejada inevitablemente el retraso de la vendimia ya que los taninos madurarán después de que las uvas alcancen sus niveles óptimos de azúcar, niveles que seguirán subiendo y se convertirán en mayores niveles de alcohol en los vinos. Esta tendencia se ve aumentada cuando la estación de crecimiento se acorta por el calor ya que los niveles de azúcar responden a la temperatura más rápidamente que los taninos.
Cuanto más corta y más cálida sea la estación de crecimiento mayor será la acumulación relativa de azúcares frente a los fenoles. El dilema que plantea esta situación, dejando a un lado el relevante asunto de la acidez, es que si se utilizan los criterios tradicionales de vendimia, relacionados con el nivel de azúcar en la uva, para poder tener niveles razonables de alcohol, los taninos de las uvas recogidas no estarán maduros. Si en cambio se utiliza el criterio de maduración fenólica para recoger taninos maduros, se encontrarán niveles brutales de alcohol en las regiones cálidas y niveles más altos de lo habitual en las regiones más frescas, lo que amenaza con eliminar la tipicidad de sus vinos.
El «corrimiento»
Después de la floración se produce la fecundación y, como consecuencia, el cuajado que es la transformación de la flor en fruto.
Uno de los primeros problemas se ve cuando el número de flores que se transforman en fruto es anormalmente pequeño, es decir que el cuajado ha sido malo o con “corrimiento”.
El corrimiento es producido en la fase de crecimiento y origina una mala fecundación de los racimos, favoreciendo la falta de desarrollo y hasta la caída de algunas bayas. Las uvas pequeñas (menores de 4 mm) pueden ser causadas por factores constitucionales, patológicos, por problemas en la polinización y fecundación o razones fisiológicas provocadas por la irregular distribución de los glúcidos y azúcares, o incluso por la carencia de ciertos oligoelementeos (hierro, boro).
Cuando este fenómeno se acentúa por las malas condiciones climáticas (frío, lluvia, exceso de agua en el suelo), puede provocar la pérdida de la cosecha. Sin duda las malas condiciones para la fotosíntesis (poca iluminación, temperaturas bajas) favorecen el corrimiento. Pero también está demostrado que las plantas conducidas con mucho vigor, en poda corta, o los patrones vigorosos ayudan a esta alteración.
El corrimiento puede considerarse como una limitación natural del rendimiento. Pero cuando su presencia es excesiva puede llegar a comprometer gravemente la producción de todo un viñedo y generar pérdidas en la cosecha de más de un 50 %. Precisamente para evitar el corrimiento se fueron eligiendo las vides hermafroditas en el viñedo primitivo, de forma que se eliminaron las dioicas: los machos porque eran infértiles y las hembras porque presentaban este problema de fecundación irregular.
Los factores a tener en cuenta para tomar recaudos ante el corrimiento son:
Fertilidad del suelo: es importante que los fertilizantes no tengan exceso de nitrógeno.
Densidad de plantación adecuada, sin ser excesiva o escasa.
La climatología: este es el factor más difícil de controlar ya que el exceso de lluvias o heladas tardías pueden echar a perder la cosecha.
Problemáticas que el viticultor puede prevenir
Hay factores que sí pueden prevenirse y sirven para mantener el viñedo balanceado. Cuando esto se alcanza, aún en años pobres, se producen menos problemas en la floración y en la etapa de formación de la fruta. Donde existan considerables problemas con vides más y menos vigorosas y con una pobre formación del fruto, el material vegetativo y el material reproductivo puede ser difícil de balancear, es probable que alcanzar este balance tome más de una temporada.
Una sola inflorescencia de uvas (racimo floral) contiene cientos de flores. Sin embargo, no todas estas flores formarán frutos y se desarrollarán como uvas. En promedio, únicamente el 50% de la flores en una influencia formarán uvas. Cualquier porcentaje que sea mayor al 50% descrito producirá un racimo más compacto y apretado que puede ser más propenso al ataque de infecciones por hongos, sobre todo en aquellas regiones que presentan mayor riesgo de Botritis u otras podredumbres. Cuando la formación del fruto es baja (menos del 30%) puede provocar racimos con pocas uvas, y/o racimos con una gran variabilidad en las uvas
Pobre formación de la fruta en los racimos
Hay muchas maneras diferentes en las que puede ser definido el concepto de una pobre formación de la fruta en el racimo. Puede hablarse de la pérdida de toda la inflorescencia (racimo floral), conocido como “necrosis de la inflorescencia”, o de la pérdida de algunas flores en la inflorescencia, “necrosis de las flores”.
Algunas flores pueden perderse antes de la floración, y otras pueden abortarse después de este período. También, puede haber flores que se acomodan y se forman pero que nunca maduran antes de la cosecha. En algunos casos, estas uvas se conservan.
Cuando se observa una pobre formación del racimo, está normalmente asociado con factores que influencian el desarrollo de las partes de la flor, entre la etapa del rompimiento de la yema y la floración propiamente dicha. El desarrollo de las partes de la flor empieza poco después de que la yema brota y toma aproximadamente de seis a ocho semanas. Las condiciones durante la floración son un factor crítico en el número de flores que se formarán en cada racimo floral. Debido a que casi el 50% de las flores no producirán ningún fruto es normal el tener algo de abscisión o pérdida de flores. Lo mejor es esperar aproximadamente de 10 a 12 días después de la plena floración para estimar el número de flores que se producirán.
Las causas pueden ser:
Nutrición de la planta de vid: Investigaciones realizadas en diferentes viñedos han indicado que la nutrición de la planta durante la etapa de crecimiento en el ciclo anterior tiene un impacto en el desarrollo y diferenciación de las yemas de fructificación (número de flores por yema en un tallo).
La cantidad de carbono (C) y de nitrógeno (N) en las plantas de vid ha sido mencionada como una causa potencial de la pobre formación de la fruta y de la necrosis de la inflorescencia. Deficiencias en los micronutrientes como el boro (B) y el zinc (Zn) también pueden provocar una pobre formación de la fruta, ya que ellos tienen un papel determinante en el crecimiento de los tallos al inicio de la temporada. En el caso del boro, este elemento es necesario en la generación del tubo polínico el cual se requiere durante el proceso de fertilización.
El estrés provocado por el agua antes de la floración también se ha asociado a la pobre formación del racimo, también se ha relacionado al limitado crecimiento de los tallos, y a la absorción de nutrientes en la floración. La influencia en la planta de vid del C y el N es más compleja y no ha se ha entendido por completo. Sin embargo, cantidades demasiado altas o demasiado bajas de N puede conducir a una formación pobre del racimo y a la necrosis de la inflorescencia. La cantidad de este elemento (N) puede no ser la única causa, sino la relación entre ambos elementos C:N. Esta relación está directamente relacionadas al vigor de la planta.
El vigor de la planta de vid. Las plantas de vid vigorosas tienden a tener mayores contenidos de N en sus tejidos, haciendo la relación C: N más baja. Por el contrario, las plantas de vid débiles tienen menos N pero sus contenidos de C son altos, por lo que la relación C: N es alta. En ambos casos, el tener un desbalance del C: N en la planta de vid provocará un desarrollo pobre de las flores y de los racimos. Este concepto también está relacionado al balance de la planta de vid y a la relación entre los tallos y los racimos. En plantas de vid demasiado vigorosas, los brotes competirán con los racimos por los recursos antes del período de floración y como consecuencia se reducirá el desarrollo de las flores y como consecuencia se formarán pobres racimos. Por el contrario, una vid débil tendrá menos carbono y nitrógeno almacenados, lo que conducirá a un crecimiento pobre. Los tallos más débiles de las plantas de vid tomarán los recursos destinados a la formación de las flores lo que provocará un pobre desarrollo de la fruta. Por lo tanto, lo mejor para alcanzar un buen desarrollo de la fruta es alcanzar un balance entre las partes vegetativas y el crecimiento reproductivo. La meta debe ser alcanzar un moderado crecimiento de la planta,- no una vid débil pero tampoco una vid súper vigorosa.
Material Vegetal: Muy pocas variedades y clones de Vitis vinifera tienen problemas de pobre desarrollo de la fruta. La razón tras de esto no ha sido determinada. En algunos casos muy raros, la incompatibilidad de la auto-polinización puede ser un problema. Las vides salvajes Vitis muscadinia normalmente son dioicas (tienen solamente flores masculinas o femeninas). Por lo que, las plantas masculinas tendrán flores pero no producirán frutos. Algunas de las variedades muscarinas tienen solamente flores femeninas, requiriendo que se siembren junto con otras plantas de vid monoicas masculinas para ser polinizadas.
Enfermedades de la vid durante la etapa de floración
Las principales enfermedades que atacan a la vid y pueden deteriorar la calidad del vino así como impedir la utilización de la uva para este destino en condiciones extremas, son: las podredumbres, mildiu y oídio.
Podredumbres:
En Argentina se conocen varias variedades de podredumbres: la gris, la de los racimos y la ácida, entre otras.
La gris ataca sarmientos, hojas, frutos y flores. Generando el secado de las mismas, afectando la generación de frutos.
La de los racimos, como su nombre lo indica, afecta principalmente los racimos y puede detectarse, al observar la fructificación del hongo sobre los mismos.
Por último, la podredumbre ácida, es una de las que genera importantes pérdidas ya que su afectación a los frutos, los cuales se observan blandos y con pérdida de líquido, genera un sabor ácido a la uva limitando su uso para la elaboración de vinos de calidad. En general los tratamientos sanitarios claves para el tratamiento de las podredumbres se identifican al inicio de floración, preferentemente con un producto sistémico, aplicado mediante atomizadores o nebulizadores; y de acuerdo a la dosis que indique la etiqueta del producto a utilizar, recomendado por un profesional idóneo. Posteriormente, durante el envero (5-10% de los frutos cambiando de color), se recomienda reforzar el tratamiento, y por último un tratamiento precosecha.
Mildiu o peronóspera
Si bien es una enfermedad que genera importantes daños, no todos los años aparece, ya que no siempre se observan las condiciones predisponentes para que ello suceda. El momento de floración y cuaje de los frutos constituye el más crítico para estar atentos, no solo a la presencia de la enfermedad, sino también a las condiciones predisponentes para que la misma se desarrolle.
En general, en períodos de lluvia (20mm), con temperaturas altas a moderadas (20ºC) y con estás condiciones manteniéndose por 24 hs, la aparición del mildiu es prácticamente inevitable. Por lo cual, cuando se observen estás condiciones, aún sin observar síntomas, se recomienda realizar una aplicación con fungicidas de manera preventiva. Los productos utilizados para el control del mildiu son tres. Se recomienda utilizar fungicidas sistémicos, desde el inicio de la época predisponente, en los primeros estadios del viñedo para proteger su desarrollo. Posteriormente, durante los meses de verano, se recomienda utilizar productos penetrantes, desde el grano tamaño guisante hasta el inicio del envero. Por último, desde el inicio de envero hasta la recolección, se deberán utilizar productos de contacto. Teniendo siempre en cuenta el período de carencia que se deberá respetar desde la última aplicación hasta el momento de cosecha, el cual se encuentra indicado en la etiqueta del producto a utilizar.
El oídio.
Es un hongo que ataca todos los tejidos verdes del cultivo, provocando una disminución en el cuajado de los frutos y por lo tanto una considerable pérdida de rendimiento. Asimismo puede generar heridas que faciliten la entrada posterior de otras enfermedades como la podredumbre.
La temperatura ideal para el desarrollo de este hongo es de 20 a 27ºC. Si bien las condiciones de humedad son predisponentes para el desarrollo de la misma, como los días nublado, períodos lluviosos excesivos pueden afectar su crecimiento ya que eliminan la estructura del hongo.
Esta enfermedad es identificable debido al micelio blanco que se desarrolla y cubre en los tejidos. No solo puede generar pérdidas de rendimiento al momento de observarse, sino que el viñedo, ante ataques excesivos puede quedar debilitado, limitando la producción de años posteriores. Asimismo, es importante estar atentos en aquellos años posteriores a una infección intensa, ya que las estructuras del hongo pueden permanecer en latencia y presentarse en la campaña siguiente.
En cuanto a los tratamientos, se recomiendan, al igual que con las anteriores, tratamientos preventivos, que pueden asociarse con los tratamientos realizados para el control del mildiu.
Síntomas y daños del mildiu en viña
En hojas: Se distinguen las típicas manchas de aceite en el haz, que se corresponden en el envés con una pelusilla blanquecina.
Brotes y sarmientos: Los brotes se curvan, cubriéndose de una pelusilla blanquecina, que pueden secarse y caer si el ataque es fuerte.
En racimo: Los granos pueden ser atacados inicialmente o posteriormente. En ataques tardíos, los racimos no se recubren de una pelusilla blanca pero adquieren un color pardo.
Tratamiento ecológico. Medidas preventivas-culturales contra el mildiu de la vid.
Las medidas preventivas, van a ser todas aquellas que favorezcan la ventilación y aireación de la viña:
1- Realizar las plantaciones en la dirección del viento dominante.
2- Manejo adecuado de la vegetación, con despuntes o podas en verde (mejor poda en verde que despuntes).
3- Aclareos de hojas afectadas o con síntomas de mildiu en vid para disminuir el inóculo.
4- Controlar el abono nitrogenado, y evitar excesos.
5- Plantación de variedades de viña menos susceptibles y más resistentes a la enfermedad.
Recomendaciones de tratamientos por el INTA
Los tratamientos deben realizarse ante la aparición de las primeras manchas primarias o inmediatamente después de que se produzcan lluvias, repitiéndolos cada 12-15 días si persisten las condiciones para el desarrollo del hongo. El control preventivo puede realizarse con fungicidas de contacto inorgánicos (cúpricos) o de síntesis (de contacto o sistémicos). Los sistémicos pueden inducir resistencia en el hongo, por eso deben rotarse con productos de contacto o cúpricos. Las canopias ventiladas y ausencia de encharcamientos prolongados disminuyen la intensidad del ataque.
Síntomas y daños del oidio:
Hojas: Los síntomas pueden aparecer tanto en el haz como en el envés, en ambos casos suele observarse un polvillo blanco ceniciento, que puede limitarse a algunas zonas, o bien ocupar toda la superficie de la hoja.
Brotes y sarmientos: los síntomas se manifiestan por manchas difusas de color verde oscuro, que van creciendo y que pasan a tonos mas oscuros al avanzar la vegetación y hasta negruzcos según aumenta la lignificación de la viña.
Racimos: al principio aparecen como un cierto polvillo que recubre en poco tiempo todo el grano.
Los daños producidos por el oidio más importantes se localizan en los racimos, pues el hongo del oídio detiene el crecimiento de la piel del grano, por lo que es frecuente que se agriete, produciendo unos daños directos en la cantidad y calidad de la cosecha.
Los ataques fuertes también ocasionan un mal agostamiento del sarmiento con la consiguiente disminución de la acumulación de reservas en las yemas.
Estados de desarrollo y ciclo anual del oídio: El hongo inverna en el interior de las yemas y en los sarmientos. Cuando comienza la brotación, suelen darse las condiciones ambientales para que el hongo salga de su letargo y empiece su desarrollo.
Cuando alcanza la madurez comienza la reproducción asexual con la formación de gran cantidad de conidias, que transportadas por el viento, propagan la enfermedad a cualquier parte verde de la planta.
A partir de este foco primario puede tener varias contaminaciones, si las condiciones climáticas son favorables, durante todo el desarrollo vegetativo de la vid.
Al final de la vegetación, el desarrollo del hongo también se detiene disponiéndose a pasar el invierno en la forma de micelio (fase asexuada) en el interior de las yemas o en forma de peritecas (fase sexuada) en los sarmientos.
Climatologías favorables para el oídio vid: La temperatura, la humedad y la iluminación son los factores que condicionan el desarrollo de este hongo.
La temperatura es el factor que más influencia tiene en el desarrollo de la enfermedad:
1) A partir de 15ºC: comienza su desarrollo.
2) Entre 25 y 28ºC: es el rango optimo de temperaturas para su desarrollo.
3) A partir de 35ºC: detiene su desarrollo
4) A partir de 40ºC: estas temperaturas tan altas son letales para el oidio.
La humedad ambiental también es muy importante e influye en el desarrollo de la enfermedad. Con humedades relativas altas germinan las conidias.
Al contrario que el mildiu, las lluvias abundantes frenan su desarrollo.
Tratamiento ecológico o preventivo: Plantar las viñas en la dirección del viento dominante. Realizar las podas de la cepas de vid, el deshojado y desnietado, para facilitar la circulación de aire y sol o luz, evitando un microclima favorable al desarrollo del oídio. Abonar correctamente evitando el exceso de nitrógeno que favorece el desarrollo del oidio. Se puede tratar con azufre en pulverización o en espolvoreo.
Los momentos más oportunos para realizar los tratamientos fitosanitarios son:
1. Cuando los racimos se hacen visibles (estado fenológico F), teniendo la mayoría de los brotes entre 5 y 10 cm.
2. Al comienzo de la floración (inicio del estado fenológico I).
3. Con granos de tamaño guisante-garbanzo.
4. Al principio del envero (5-10% de los granos cambiando de color).
El mayor riesgo, es obtener vinos con gustos fenólicos y aromas a hongos no deseados. También aparecen problemas fermentativos no deseados que hay que solucionar.
Es una enfermedad que puede tener un impacto grave en la calidad del producto final. A partir de un 8% de oídio, los efectos organolépticos son perceptibles, aunque corregibles en vinificación. A partir de un 15% de oídio es prácticamente imposible obtener un vino de calidad.
Algunos de los efectos del oídio de la viña sobre la calidad del vino son los siguientes:
5% oídio en baya (efectos suaves, pueden ser hasta beneficiosos): en el vino produce un aumento de la concentración de azucares y polifenoles y mejora la acidez.
8% oídio en baya (defectos perceptibles en vino): Aparecen aromas mohosos, disminuyen los aromas frutales y baja la sensación ácida.
15-25% oídio en baya (efectos muy dañinos en vino): aparecen aromas mentoles, metalicos y herbáceos no deseados. Intensidad tánica muy agresiva. Amargura muy pronunciada al final del paso por boca. Acidez muy marcada.
La recomendación del INTA es que el control de oídio debe ser preventivo:
1)Tratamiento en brotes de 10 a 15 cm de longitud (hacia fines de octubre) 2) Tratamiento al comienzo de la floración (mediados de noviembre)
3) Tratamiento después del cuaje y a unos 20 días del2º tratamiento
4) Tratamiento en pre-envero y a unos 20 días después del 3º tratamiento.
Se pueden usar azufre (es económico, controla plagas secundarias; respeta depredadores y es usado para producción orgánica) o productos de síntesis de contacto o sistémicos.
El azufre aplicado con temperaturas superiores a 30 ºC puede producir quemaduras en el follaje, por lo cual convendría hacer el tratamiento en horas de menor temperatura.
Los productos sistémicos (triadimefon; tebuconazol, fenarimol, etc.) pueden inducir resistencia en el hongo, por eso deben rotarse con productos de contacto o azufre. La buena circulación de aire en el viñedo reduce la severidad del ataque e incrementa la efectividad del control químico.
Fuentes:
-Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) http://www.vitivinicultura.net/
http://www.agrobit.com
https://grapes.extension.org/
https://www.infoagro.com
Patty Skinkis, Universidad Estatal de Oregon, Bodegas Landsua.
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)