Claudio Nader (foto principal) es ingeniero agrónomo, director técnico de varias empresas agroindustriales del Noroeste argentino (NOA), y representante de la empresa mendocina Agro Conciencia para esa región. Se especializa en nutrición vegetal desde un punto de vista integral, utilizando matrices orgánicas como soporte para la búsqueda de calidad y previsibilidad productiva. Con 36 años de experiencia, entiende que para lograr resultados óptimos en los cultivos se debe evaluar el conjunto, es decir tanto las condiciones físico-químicas del suelo como la bioquímica (o biológica). En el uso de microorganismos esto último es fundamental, porque permite saber cuáles son los más eficientes para cada tipo de suelo.
Por Lorena Mellone
Invitado por la empresa mendocina Agro Conciencia, el ingeniero agrónomo Claudio Nader visitó Mendoza para brindar una charla sobre «Mitos, verdades y experiencias en el uso de matrices orgánicas», hoy miércoles 29/10 a las 18 hs.
Para más detalles de la charla, ver nota Enolife: Cómo usar matrices orgánicas para mejorar la salud del suelo y la calidad productiva
Enolife tuvo la oportunidad de conversar con este especialista en nutrición vegetal y conocer más sobre qué son las matrices orgánicas, su diferencia con los microorganismos y la importancia de entender los suelos de manera integral, tanto en sus características físico-químicas como las bioquímicas o biológicas.
Enolife – ¿Cuál es tu relación con Agro Conciencia?
CN- Mi relación con Luis Di Giácomo, el cofundador de la empresa, empezó en el 2008, cuando me sumé a Agro Conciencia entre una de mis actividades. Yo soy asesor privado de productores frutihortícolas, y ese año, buscando herramientas que sirvan para monitorear y medir este tipo de cultivos, dí con ellos, que tenían herramientas para determinar estados nutricionales de los cultivos, dinámicas de consumo de nutrientes, etcétera. Y a partir de allí los represento en el NOA (Tucumán, Salta, Jujuy, incluso Bolivia).
En ese momento esas mediciones eran fundamentalmente lo que hacíamos, en la actualidad es una mínima parte de todos los servicios que damos con Agro Conciencia, pero ese fue el origen. Y, desde ahí trabajo mucho con ellos para mis asesorías privadas, son un respaldo para hacer determinaciones analíticas de todo tipo.


– ¿Cuál es tu especialidad?
–Yo soy fundamentalmente asesor, y dentro de mis asesorías, me especializo en la nutrición vegetal, pero no sólo al uso de fertilizantes como nitrato de potasio, nitrato de calcio, sulfato de magnesio, las sales comunes, las sales nutrientes, los nutrientes en sí mismos. Yo apunto a la nutrición integral con matrices orgánicas que aportan aminoácidos, extractos de algas, ácidos húmicos, ácidos fúlvicos, precursores, microorganismos con actividad biológica que inciden en las plantas.
– ¿Cuál es la ventaja de las matrices orgánicas en la nutrición vegetal?
– Las matrices orgánicas son un soporte para la búsqueda de calidad y previsibilidad productiva. Es como integrar todo el sistema suelo-agua-planta. Y, como son temas relativamente nuevos en la agricultura, hay mucha confusión y desconocimiento.
Trabajo en el uso de estas matrices y su utilidad práctica real, integrada con los trabajos tradicionales de riego y nutrición. Cuando una evalúa el conjunto -la parte física del suelo, la química, y la bioquímica- se logra mejor el resultado.
-¿Qué diferencia tiene la parte bioquímica de la parte físico-química del suelo?
– La parte física y química se analizan desde hace mucho tiempo, te permiten conocer las características del suelo, la composición de la fracción granulométrica, cuánto tiene de arena, cuánto de arcilla, cuánto de limo, qué cantidad de agua es capaz de retener, cuál es su composición química, nutricional, qué tiene mucho, qué tiene poco, qué tiene bien, qué tiene de más, qué tiene de menos.
Eso es lo clásico, ya era sabido que hay una interacción entre microorganismos de distintas especies y con distintas características, lo que no se sabía era cómo, cuánto, cuándo y qué es lo que hacían, es decir la parte bioquímica, que es un tema más para analizar actualmente y de esta manera somos capaces de actuar en forma ordenada y sistemática para lograr mejores resultados sobre los cultivos.
Es muy importante trabajar sobre la parte físico-química del suelo, pero también hay que hacerlo sobre la bioquímica o biológica, que contiene distintos tipos de microorganismos que además se nutren de muchas matrices orgánicas que usamos como complemento de nuestra actividad en la nutrición de los suelos.
-¿Podés mencionar algunos de los microorganismos?
– Hay decenas de microorganismos, bacterias y hongos, solubilizadores de fósforo, de potasio, de calcio, fijadores de nitrógeno, y más. Por ahí tienen nombres que son extraños y un poquito engorrosos para el común de la gente, pero cada una tiene funciones específicas, algunas son variadas, otras más específicas, pero todos tienen algo que ver con el entorno de la raíz que se llama risósfera. Y también hay microorganismos patógenos o perjudiciales que intentan ocupar su lugar desplazando los benéficos.


Cuando uno conoce el conjunto de las cosas puede generar acciones tendientes a que se instalen los microorganismos promotores de actividad positiva, hongos o bacterias, prevaleciendo sobre los patógenos y mejorando el funcionamiento fisiológico en los cultivos.
– ¿Y eso qué trae aparejado?
– Bueno, salud del suelo, sustentabilidad, esa palabra que está tan de moda y que no es, ni más ni menos que mantener suelos activos que no se degraden por la actividad humana, sino que vos puedas repetir cultivos en una situación cada vez más comprometida con la superficie, porque lógicamente va creciendo la población y va achicándose la superficie cultivable. Y el manejo integral te permite, por ejemplo, no tener que rotar o mudar tus cultivos para poder tener cultivos sanos, sin encarecer, ni entrar en cada vez mayores necesidades para producir lo mismo.
-¿Qué diferencia hay entre ésta práctica y la producción orgánica?
– Nosotros vemos el conjunto, trabajamos con lo integral, y no específicamente de producción orgánica, pero en general se asocia inmediatamente cuando hablás de matrices orgánicas a ese tipo de producción. Pero no necesariamente el uso de microorganismos, de matrices orgánicas, tiene que ver con una agricultura orgánica. Hay mucha gente que todavía relaciona microorganismo a orgánico. No tiene nada que ver realmente, aunque lógicamente, si sos un productor orgánico, tus herramientas son, entre otras, los microorganismos.
En la producción orgánica se usan diferentes métodos, matrices, en la que habitualmente no ingresa lo químico clásico, se provee a los cultivos de agua, minerales y microorganismos sólo utilizando el entorno para mejorar la absorción. Pero si un cultivo no orgánico es adecuadamente estabilizado y uno provee nutrientes de forma ordenada y equilibrada, dentro de parámetros normales, coadyuvado por el uso de microorganismos, bueno, es como una situación perfecta e ideal.
Ahora, aquel que quiera hacer una producción orgánica deberá abstenerse del uso de ciertos productos, incumpliendo probablemente, eventualmente, quizás en una merma de producción que se debiera haber compensado por un mayor ingreso, porque se supone que hay alguien dispuesto a pagar un plus por el hecho de consumir productos que no tengan fertilizantes o pesticidas.
Cuando hablamos de pesticidas no estamos hablando de biocidas o de cosas así, estamos hablando de algo que se necesita también, porque usado adecuadamente, con los métodos correctos, siguiendo la normativa vigente, uno no tiene por qué intoxicar a nadie al no hacer agricultura orgánica, al contrario, además los productos actuales, bien logrados, tienen mucho más inocuidad que los productos de antaño.
La decisión de hacer una producción orgánica o tradicional pasa por los mercados que elija el productor, no es una moda o una tendencia en la que uno toma una postura por si o por no. Si vas por lo orgánico hay que saber que los mercados de exportación son absolutamente intransigentes, o cumplís las normas o no vendés ni un gramo de nada. Ambas producciones tienen sus beneficios y son seguras.
– ¿Cuánto tiempo hace que la agricultura tradicional incorpora este tipo de conceptos y prácticas?
– Yo llevo 36 años de profesión y he podido ver los cambios durante los últimos 20 años, donde las matrices orgánicas -sin hablar de microorganismos- incursionaron en la agricultura intensiva, fundamentalmente la de mayor valor, la agricultura de frutales y hortícolas.
Y en los últimos 5 años se empezó a hablar de microorganismos, y comenzó el desarrollo de una gran diversidad de ellos, de la cual Argentina es un gran productor. Pero hay que tener cuidado, personalmente creo que se subestima el conjunto de prácticas necesarias para poder usar con éxito microorganismos dentro de la agricultura. No es comprar microorganismos que hacen tal y cual cosa, hay que tener en cuenta las condiciones del cultivo para saber cuál es el microorganismo que dará resultados favorables.
Si el contexto en el que estás utilizando los microorganismos no es propicio no se ven los resultados, probablemente no porque los microorganismos en sí mismos no sean buenos o bien fabricados o bien logrados, sino porque vos estás queriendo instalar una biodiversidad determinada en un lugar donde no lo reciben. Entonces hay que tener plena conciencia de que, primero se deben tener las condiciones físicas y químicas del suelo ideales para luego sumar la parte bioquímica, y ahí, es probable que tengamos mayor éxito, es decir que integrar la físico-química del suelo con su bioquímica es clave en la nutrición vegetal.
– ¿Esta elección de microorganismos, es parte de tu asesoramiento junto con Agro Conciencia?
– Exacto. Nosotros -considero- tenemos mucha experiencia y herramientas para aportar, como determinaciones de laboratorio, analíticas de todo tipo -salud de suelo, ecofisiología-, conocemos los indicadores que te muestran si vas por buen camino, y esos indicadores son muchos.
Tenemos, a través del equipo de gente con la que trabajamos, muchos indicadores y prácticas que nos van abriendo las primeras ventanas que van mostrando luz al final del camino y que nos permiten saber si lo que hacemos está bien, si vá por ahí…., por ejemplo «esto se estabilizó», «está mejor», «empezó a cambiar», «es estable en el tiempo», etc.














