Temperaturas de más de 40° C y una prolongada sequía han contribuido a generar incendios en vastas zonas de cultivo de varias regiones de España. A pocos días del inicio de la cosecha, los productores temen que las viñas que no hayan sido consumidas por el fuego padezcan contaminación por humo y daños por el excesivo calor, lo que no sólo disminuirá la vendimia actual sino que mermará las uvas en la próxima temporada.
España vive una de las temporadas de incendios forestales más devastadoras desde que hay registros, con unas 115.000 hectáreas calcinadas y un impacto sin precedentes en el sector vitivinícola nacional. Las olas de calor prolongadas, con temperaturas que han superado los 40 °C, y la sequía extrema han convertido amplias zonas del territorio en un polvorín que ha destruido el entorno natural de numerosas regiones, incluyendo cultivos y viñas.
Por estos días, la región de Galicia encabeza la lista de comunidades afectadas, con aproximadamente 50.000 hectáreas quemadas, seguida de Castilla y León, Extremadura, Cataluña y Andalucía. Los viñedos, que tradicionalmente actúan como cortafuegos naturales cuando se mantienen adecuadamente, han perdido en muchos casos esta capacidad protectora debido al abandono rural y la acumulación de vegetación seca entre las parcelas. En otros muchos casos, las viñas sí han actuado como cortafuegos a costa de sufrir daños por el fuego que pueden ser irreparables.
Monterrei y Valdeorras, en el epicentro de la tragedia
En un primer análisis, las denominaciones de origen gallegas de Monterrei y Valdeorras han sufrido los daños más severos. En Monterrei, que abarca municipios como Oímbra, Laza y Verín, aproximadamente 25.000 hectáreas han sido pasto de las llamas, con cientos de hectáreas de viñedos directamente afectadas. El fuego de Chandrexa, que ha arrasado más de 17.500 hectáreas, se considera uno de los mayores en la historia de Galicia.
Tal y como recoge el diario El País, Ernesto Rodríguez, propietario de las bodegas Father 1943 y Crego e Monaguillo, que compra uvas a 130 pequeños productores, describe la devastación con crudeza: “He visto viñedos completamente arrasados. No es que arda en sí la cepa, pero el calor lo devora todo: quema las hojas, la vegetación, y la uva se muere. Lo que más me duele son mis viticultores, ver a gente que apuesta por el rural… y verla llorar como niños, es duro de verdad”.
Por su parte, Manuel Vázquez, presidente de la D. O. Monterrei, reconoce la impotencia ante la magnitud del desastre: “Es imposible atajarlo con estas condiciones”.
Castilla y León pierde miles de hectáreas agrícolas
En Castilla y León, con más de 100.000 hectáreas quemadas y 26 incendios activos simultáneamente, las pérdidas en el sector vitivinícola se concentran principalmente en la provincia de León. Los municipios de Jiménez de Jamuz, Quintanilla de Flores y zonas del Bierzo como Carucedo han visto arder sus paisajes agrícolas y vitícolas.
Según recoge Euronews, Paula Alonso, de la bodega Fuentes del Silencio, en Herreros del Jamuz, evalúa los daños tras salvar por poco sus instalaciones: “Tuvimos suerte y el edificio de la bodega no sufrió ningún daño… Lo que estamos todavía valorando son las parcelas afectadas… El martes iremos con la enóloga y cuantificaremos las pérdidas”. Una primera evaluación refleja que aproximadamente el 15 % de sus 25 hectáreas ha resultado dañado.
En El Bierzo no hay aún una evaluación oficial de los daños y la amenaza continúa activa, con un gran incendio que ha asolado ya parajes naturales tan icónicos como las Médulas o el Valle del Silencio, y otros de menores dimensiones que amenazan zonas de gran concentración vitícola como Valtuille de Arriba, Canedo, Quilós o San Pedro de Olleros.
Por otra parte, el gran incendio de Orense se ha extendido por una parte significativa del área de plantación del viñedo de Valdeorras y ha llegado ya a la comarca de El Bierzo, amenazando a poblaciones de gran tradición vitícola como San Pedro de Trones o Puente de Domingo Flórez.
Amenaza para la vendimia inminente
Con la vendimia prevista en menos de 15 días en algunas zonas, los productores se enfrentan a una doble amenaza. Además de las pérdidas directas por la quema de cepas y la pérdida de uvas, los viñedos supervivientes corren el riesgo de haber sufrido daños directos y contaminación por humo, una contaminación que se traslada también a los suelos en los que las raíces de las cepas encuentran sus nutrientes.
A nivel nacional, el sector del vino ha perdido alrededor de 116.400 hectáreas de producción debido a daños climáticos generales, incluyendo incendios, tormentas y olas de calor. Para los fríos informes de los analistas, esta reducción drástica de la oferta podría elevar significativamente los precios y reducir la disponibilidad de vinos españoles en los mercados internacionales. Pero más allá de eso, hay que recordar que los incendios afectan a los productores y se ceban especialmente con los pequeños viticultores y elaboradores, que ven cómo el fuego hace que desaparezca de un plumazo su medio de vida, arrasando con viñas que en muchos casos fueron plantadas por sus padres, abuelos o bisabuelos.
El abandono rural, factor clave en la propagación
Los expertos señalan que la despoblación rural ha convertido antiguas zonas de viñedos en bosques densos y altamente inflamables. Según recoge El País, Carlos Fernández, afectado en Carucedo, describe cómo los vecinos han tenido que actuar como bomberos improvisados: “Lo apagamos entre un camarero y yo, a patadas y con mangueras. Nadie nos avisó, pero no íbamos a irnos”.
En esta misma zona, desde la Asociación Nim, encargada de recuperar viñedo viejo en El Bierzo como manera de frenar la despoblación rural, reconocen que el fuego ha afectado a alguna de sus viñas en la localidad de Paradela, y que fueron los propios jóvenes voluntarios de la vecina Priaranza los que la apagaron sin saber ni siquiera de quién era, lo que demuestra la solidaridad y concienciación de los habitantes del medio rural en la lucha contra el fuego. De hecho, mientras esto ocurría, los propios miembros de Nim empleaban sus sulfatadoras para refrescar las brasas del incendio de Carucedo e impedir que se reprodujera.
Cabe recordar que los viñedos en producción pueden actuar como barreras cortafuegos, pero el éxodo rural y los arranques de viñas por motivos económicos han eliminado esta protección natural en muchas zonas.
Otras regiones en alerta
Otras regiones como Cataluña o la provincia de Ávila han registrado incendios significativos, como el de Paüls, que quemó 3.300 hectáreas, principalmente bosques pero con riesgo para antiguas zonas de viñedos abandonadas. Extremadura y Andalucía mantienen focos activos con evacuaciones, aunque sin reportes específicos de daños en viñedos en regiones como Jerez o Montilla-Moriles.
Las pérdidas económicas, aún en evaluación, afectarán no solo la cosecha inmediata sino también la capacidad productiva futura. La destrucción de viñedos centenarios representa una pérdida patrimonial irreparable, mientras que la erosión del suelo y los cambios en el microclima local podrían alterar permanentemente las condiciones de cultivo en las zonas afectadas.
Los datos de WWF España confirman que, aunque el país ha reducido el número total de siniestros forestales, los grandes incendios de más de 500 hectáreas representan una proporción creciente del total, con consecuencias cada vez más devastadoras para sectores como la viticultura.
Con alrededor de 38 focos aún activos en todo el territorio nacional, las autoridades y el sector vitivinícola mantienen la alerta máxima mientras evalúan un desastre cuyas dimensiones reales no se conocerán hasta que se controlen completamente los incendios.
Fuente: https://nosvamosdevinos.com. Por Josefa Latorre















