Qué otra cosa puede ser el vino si no es poesía. El vino inspira, te eleva, te enamora, brinda y se comparte. Por eso desde remotos siglos ha inspirado a poetas, músicos, pintores y soñadores, entre otros. A continuación una recopilación de poemas de tinta y vino.
Jorge Marziali
(Guaymallén, Mendoza, Argentina, 19 de febrero de 1947 – Santa Clara, Cuba, 9 de julio de 2017) Juglar, poeta, compositor, Jorge Marziali empezó a despuntar el vicio de recorrer los caminos de la música argentina desde mucho antes de su primer recordado disco «Como un gran viento que sopla», aparecido en la primavera democrática del 83. Desde su Mendoza natal, hacía escuchar -abrazado a la guitarra- un puñado de coplas y cantares que hablaban de lo que pasaba.
De este modo, fue marcando su propia huella en la música criolla. Y para sellarla con su impronta, empezó a recorrer el país, alternando sus recitales, con charlas y conferencias en universidades, escuelas y centros culturales de la Argentina profunda. Falleció en una gira por Cuba debido a un ataque al corazón ante el mausoleo del Che Guevara en la ciudad de Santa Clara.
Pa’l comisario
“Allá voy como en maloca
al decir de un mendocino
al que nunca toma vino,
se le envejece la boca”
Cada vez que me curo
me llevan preso,
cada vez que me curo
me llevan preso,
argentinas son las viñas
será por eso.
En la comisaría
pago la multa,
será porque el comisario
tal vez no chupa.
Tomemos un trago de vino
que enseguida viene otro litro
de ese que toman los curas
comisario y gobernador,
y si ellos no pagan multa
tampoco la pago yo.
Los que elaboran vino
son productores.
Los que elaboran vino
son productores,
y los que lo chupamos
admiradores
Cuando sea comisario
haré que multen
a los que le echan agua
y no al que chupe.
Tomemos un trago de vino
y enseguida viene otro litro
de ese que toman los curas,
comisario y gobernador,
si ellos no pagan multa
tampoco la pago yo.
Jorge Luis Borges
(Buenos Aires, 1899 – Ginebra, Suiza, 1986) Escritor argentino considerado una de las grandes figuras de la literatura en lengua española del siglo XX. Cultivador de variados géneros, que a menudo fusionó deliberadamente, Jorge Luis Borges ocupa un puesto excepcional en la historia de la literatura por sus relatos breves.
¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa y singular idea de inventar la alegría?
Soneto del Vino
¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?
Con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.
En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto
otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.
Pablo Neruda
(Seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto; Parral, Chile, 1904 – Santiago de Chile, 1973) Poeta chileno, premio Nobel de Literatura en 1971 y una de las máximas figuras de la lírica hispanoamericana del siglo XX.
A su juventud pertenece el que es, acaso, el libro más leído de la historia de la poesía: de Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), escrito a los 20 años, se habían editado dos millones de ejemplares a la muerte de su autor.
Oda al vino
Vino color de día,
vino color de noche,
vino con pies de púrpura
o sangre de topacio,
vino,
estrellado hijo
de la tierra,
vino, liso
como una espada de oro,
suave
como un desordenado terciopelo,
vino encaracolado
y suspendido,
amoroso,
marino,
nunca has cabido en una copa,
en un canto, en un hombre,
coral, gregario eres,
y cuando menos, mutuo.
A veces
te nutres de recuerdos
mortales,
en tu ola
vamos de tumba en tumba,
picapedrero de sepulcro helado,
y lloramos
lágrimas transitorias,
pero
tu hermoso
traje de primavera
es diferente,
el corazón sube a las ramas,
el viento mueve el día,
nada queda
dentro de tu alma inmóvil.
El vino
mueve la primavera,
crece como una planta la alegría,
caen muros,
peñascos,
se cierran los abismos,
nace el canto.
Oh tú, jarra de vino, en el desierto
con la sabrosa que amo,
dijo el viejo poeta.
Que el cántaro de vino
al beso del amor sume su beso.
Amor mío, de pronto
tu cadera
es la curva colmada
de la copa,
tu pecho es el racimo,
la luz del alcohol tu cabellera,
las uvas tus pezones,
tu ombligo sello puro
estampado en tu vientre de vasija,
y tu amor la cascada
de vino inextinguible,
la claridad que cae en mis sentidos,
el esplendor terrestre de la vida. Pero no sólo amor,
beso quemante
o corazón quemado
eres, vino de vida,
sino
amistad de los seres, transparencia,
coro de disciplina,
abundancia de flores.
Amo sobre una mesa,
cuando se habla,
la luz de una botella
de inteligente vino.
Que lo beban,
que recuerden en cada
gota de oro
o copa de topacio
o cuchara de púrpura
que trabajó el otoño
hasta llenar de vino las vasijas
y aprenda el hombre oscuro,
en el ceremonial de su negocio,
a recordar la tierra y sus deberes,
a propagar el cántico del fruto.
Charles Baudelaire
(París, 1821 – 1867) Poeta francés, uno de los máximos exponentes del simbolismo, considerado a menudo el iniciador de la poesía moderna. Hijo del ex sacerdote Joseph-François Baudelaire y de Caroline Dufayis, nació en París el 9 de abril de 1821. Su padre murió el 10 de febrero de 1827 y su madre se casó al año siguiente con el militar Jacques Aupick; Baudelaire nunca aceptó a su padrastro, y los conflictos familiares se transformaron en una constante de su infancia y adolescencia.
El alma del vino
Cantó una noche el alma del vino en las botellas:
«¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,
desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos,
un cántico fraterno y colmado de luz!
Sé cómo es necesario, en la ardiente colina,
penar y sudar bajo un sol abrasador,
para engendrar mi vida y para darme el alma;
mas no seré contigo ingrato o criminal.
Disfruto de un placer inmenso cuando caigo
en la boca del hombre al que agota el trabajo,
y su cálido pecho es dulce sepultura
que me complace más que mis frescas bodegas.
¿Escuchas resonar los cantos del domingo
y gorjear la esperanza de mi jadeante seno?
De codos en la mesa y con desnudos brazos
cantarás mis loores y feliz te hallarás;
encenderé los ojos de tu mujer dichosa;
devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores,
siendo para ese frágil atleta de la vida,
el aceite que pule del luchador los músculos.
Y he de caer en ti, vegetal ambrosía,
raro grano que arroja el sembrador eterno,
porque de nuestro amor nazca la poesía
que hacia Dios se alzará como una rara flor!»
Li Po (Li Bai)
(Llamado también Li Taibo o Li T’ai-po; c. 701-762) Poeta chino destacado de la dinastía Tang, conocido como el “poeta inmortal”. Llevó una vida bohemia y tomó parte en la sublevación de An Lushan. Su poesía es un canto a los placeres y la vanidad del mundo.
Mientras bebo a la luz de la Luna
Un vaso de vino entre las flores:
bebo solo, sin amigo que me acompañe.
Levanto el vaso e invito a la luna:
con ella y con mi sombra seremos tres.
Pero la luna no acostumbra beber vino,
y mi perezosa sombra sólo sabe seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava,
mientras aún es primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares;
en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos;
ahora, ebrios, cada cual va por su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía,
en nuestro extraño festín inanimado,
para encontrarnos al fin en el Río de las Nubes!
José Ángel Buesa
(Cienfuegos, Cuba, 2 de septiembre de 1910—Santo Domingo, República Dominicana, 14 de agosto de 1982) fue un poeta y escritor cubano.
Nació en Cruces y a los 7 años empezó a escribir sus primeros versos. Tras sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas de Cienfuegos se trasladó a La Habana, donde se incorporó a los grupos literarios existentes. Publicó su primer poemario en 1932.
Abandonó Cuba y tras vivir en las Islas Canarias y El Salvador se asentó finalmente en Santo Domingo, donde se dedicó a la enseñanza, ejerciendo como catedrático de literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Tras su muerte, sus restos fueron llevados a Miami.
Brindis
He aquí dos rosas frescas, mojadas de rocío:
una blanca, otra roja, como tu amor y el mío.
Y he aquí que, lentamente, las dos rosas deshojo:
la roja, en vino blanco; la blanca, en vino rojo.
Al beber, gota a gota, los pétalos flotantes
me rozarán los labios, como labios de amante;
y, en su llama o su nieve de idéntico destino,
serán como fantasmas de besos en el vino.
Ahora, elige tú, amiga, cuál ha de ser tu vaso:
si éste, que es como un alba, o aquél, como un ocaso.
No me preguntes nada: yo sé bien que es mejor
embriagarse de vino que embriagarse de amor…
Y así mientras tú bebes, sonriéndome así,
yo, sin que tú lo sepas, me embriagaré de ti…