Las primeras vides fueron plantadas por Justo José de Urquiza en 1863. En 1907, la provincia mesopotámica era la 4ta. productora de uvas y vinos del país, con 4.900 ha de viñas y 30 bodegas. En 1935, durante la Década Infame, un decreto del gobierno fraudulento del general Agustín Pedro Justo ordenó erradicar los viñedos, romper toneles y derramar el vino, argumentando que en Cuyo había excedentes. Recién en 1993, una nueva regulación del INV puso fin a la prohibición y la actividad recomenzó desde cero. Hoy tiene unas 150 has implantadas, la mayor parte con su varietal insignia: el tannat.
Entre Ríos recupera, poco a poco, su historia como productora de vinos de calidad, con viñedos que corren paralelos al río Uruguay, desde Gualeguaychú hasta Concordia, Federación y Chajarí.
¿Por qué esta rica provincia argentina, fuerte en producción ganadera, avícola, de trigo, arroz y soja, dejó de ser y volvió a ser elaboradora de vinos? El profesor Gustavo Isaack, docente de Enología e Industria de la Fermentación y vicedecano de la Facultad de Bromatología de la Universidad Nacional de Entre Ríos, aporta una respuesta:
«La historia de la vitivinicultura en Entre Ríos comienza en el siglo XIX -recuerda Isaack-; Justo José de Urquiza fue el impulsor de la plantación de viñedos en la provincia en el año 1863. Trajo vides desde Francia y después otros inmigrantes también siguieron trayendo. Pero fue Urquiza el primero en implantarlas, en el Palacio San José, más de 20 cepas de malbec y cabernet.»
Las primeras vides en la provincia las plantó en 1863 Justo José de Urquiza en el parral de su palacio de San José, unas 20 cepas de malbec y cabernet… Después los inmigrantes españoles, italianos y franceses trajeron más y desarrollaron la actividad».
Gustavo Isaack, vicedecano de la Facultad de Enología de la UNER
«En 1907 -continúa el especialista- Entre Ríos llegó a ocupar el cuarto lugar según en el Centro Nacional de Viñas, con casi 5.000 hectáreas. En ese año teníamos 4.900 hectáreas de plantación de vid y más de 30 bodegas. En el patio de parral del Palacio de Urquiza fue donde se plantaron las primeras vides y después se fueron desarrollando en San José, Concordia, Victoria, Federación, por los inmigrantes llegados desde Italia, España, Francia».
«En 1935 la Junta Reguladora de Vino ordenó la erradicación de los viñedos»
Isaack se lamenta de que todo ese desarrollo vitivinícola se derrumbó en el transcurso de un año fatídico para el vino entrerriano: «En 1934, en el gobierno de Agustín Pedro Justo y por medio de una ley, se impuso una Junta Reguladora de Vino… Y en 1935, a través de un decreto, se ordenaba la erradicación de los viñedos de la zona de Entre Ríos. No fue sólo eso, se rompieron toneles y derramaron vino, desanimando la actividad en la región y nombrando a la Región de Cuyo como la única productora de vino, con Mendoza y San Juan en primer lugar».
Pero un día la vitivinicultura industrial volvió a ver la luz: «En 1993 -recuerda Isaack- hubo una nueva legislación regulatoria vitivinícola, liberándose la plantación nuevamente para nuestro territorio, poniendo fin a las prohibiciones». Esto permitió que Entre Ríos retomara la actividad, pero desde cero: «No había quedado nada… Pensar que antes de la prohibición la ciudad de Concordia era la capital de las bodegas», prosigue el docente.
Actualmente, Entre Ríos vuelve a tomar protagonismo entre las 17 provincias del país productoras, que en total cuentan con más de 200.000 hectáreas implantadas de vid. Isaack concluye esperanzado: «Entre Ríos vuelve a apostar nuevamente por el vino. En Victoria hay bodegas muy modernas y en toda la provincia existen unos 100 productores en los departamentos La Paz, Victoria, Nogoyá, Colón, Concordia, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú… Recuperar la industria vitivinícola es una tarea que lleva mucho trabajo interdisciplinario, con ingenieros agrónomos y enólogos para que prospere, porque en nuestra zona se puede obtener un vino excelente y de calidad».
En toda la provincia de Entre Ríos trabajan unos 100 productores vitivinícolas en los departamentos La Paz, Victoria, Nogoyá, Colón, Concordia, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú.
La primera cosecha pública «de muchas que vendrán»
La Municipalidad de San José, Entre Ríos, junto al Establecimiento Los Franco Suizos, realizaron el pasado 7 de febrero la primera «de muchas cosechas de uvas al aire libre que vendrán», coincidieron los pobladores presentes. «Vendimia en la Colonia» fue el nombre que acompañó simbólicamente el reinicio de la vitivinicultura en esta región donde a mediados del siglo XIX se asentaron los primeros colonos en trabajar la viña, llegados de Francia e Italia.
En San José, la vitivinicultura es una actividad productiva arraigada en la memoria y el imaginario de los vecinos, que después de tantos años de prohibición de la producción vitivinícola fuera de la región de Cuyo, recuperan ese saber heredado. Así, se abre la posibilidad de consolidar una actividad productiva de alto valor agregado, de la mano del turismo y la cultura.
Con la presencia del intendente comunal, Gustavo Bastián, la jornada del domingo pasado se inició temprano con visitas guiadas al Museo del Vino local, la bodega, el tambo y la molienda; se realizó además una charla sobre la actividad vitivinícola en la zona, con acompañamiento de música en vivo, danzas tradicionales, un almuerzo campestre y vino de la casa.
«Desde nuestra gestión municipal creemos en el rol de un Estado activo, de fomento y acompañamiento al sector productivo; estamos muy felices por este camino que hoy se inicia y tenemos como objetivo principal fortalecer el entramado vitivinícola de toda la ciudad, así como también sus potenciales impactos sobre el empleo, el desarrollo turístico y cultural, los eslabonamientos productivos y la educación», manifestó en la oportunidad el Intendente Bastián.
Las tres bodegas que lideraron la recuperación del sector
La bodega Vulliez Sermet ha sido la pionera en esta segunda etapa de la vitivinicultura entrerriana. Los integrantes de las nuevas generaciones de esta familia, incentivados por los relatos del abuelo Carlos Miguel, quien vivió aquellos años de prohibición, se lanzaron a la tarea de revivir el trabajo en la viña. Ellos son una de las tantas familias que durante cuatro generaciones habían vivido en Entre Ríos de la pequeña bodega, en su caso fundada por Michel Vulliez Sermet, un poco después de su llegada a Colonia San José hacia 1860. El nuevo inicio se forjó con plantines traídos de Cafayate. En 2002 adquirieron una bodega de 1874 que perteneció a la familia Favre, en Colón, con 6 hectáreas, donde hoy cultivan Chardonnay, Merlot, Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah y Tannat. Con estas cepas producen vinos y espumantes que llevan el nombre del linaje familiar. Además de la visita a la bodega, ofrecen varias cabañas para los viajeros que quieran disfrutar la experiencia completa.
La bodega BordeRío, ubicada en Victoria, propiedad de Verónica Irazoqui y Guillermo Tornatore, abrió un poco después del 2002. Hoy cuenta con 18 hectáreas de viñedos y olivares y una producción de vinos -«Injusto»- y espumantes -«BordeRío»- que juntos alcanzan hoy las 50.000 botellas anuales, aunque las instalaciones permiten crecer hasta 100.000 al año. Allí se organizan diferentes actividades para recibir a los interesados en disfrutar de sus vinos y descubrir las cualidades de esta zona, que algunos llaman «La Pequeña Burdeos».
La bodega Los Aromitos, en Crespo, es el tercer emprendimiento del renacimiento vitivinícola. La bodega trabaja desde el 2011 y fue creciendo lentamente hasta adquirir hace unos tres años la categoría industrial. Aquí, elaboran su etiqueta «Ára» con la cosecha de los viñedos de Tannat, Syrah, Merlot y Malbec que poseen en Colonia Ensayo, departamento de Diamante, a unos 50 km de distancia. La bodega está abierta al turismo previa cita.
Fuentes: Universidad Nacional de Entre Ríos, Municipalidad de San José de Entre Ríos y diario La Nación