El empresario metalúrgico mendocino, presidente de la Comisión de Minería de la Asociación Industrial de Metalúrgicos de la Provincia de Mendoza (Asinmet), despliega en esta nota los números y datos comparativos de la utilización del agua en la actividad minera en Mendoza, San Juan y Chile. Esas cifras muestran que el sector emplea una mínima proporción del vital elemento con respecto al total disponible. A la vez, explora las diferentes opciones de explotación, por ejemplo del cobre, sin transgredir las leyes de la provincia, que prohíbe el uso del ácido sulfúrico para la extracción del mineral. Su opinión, fundamentada en una dilatada experiencia en el sector, busca también tranquilizar a la industria vitivinícola y a sectores del agro que temen que el uso de agua para minería reste recursos para el desarrollo agrícola.
La finalidad de la política económica será emplear mejor los recursos productivos como único medio valedero para obtener el más alto nivel de vida posible. Aumentar la producción y posibilitar su más equitativa distribución son los dos objetivos que deben ser armonizados.
Un aumento del conjunto de la riqueza que produce el país, que no aproveche a toda la población, no es un bien socialmente apreciable. Una distribución que desaliente el esfuerzo productivo concluye por empobrecer a todos.
La política económica ha de procurar encontrar y mantener el punto de equilibrio entre la fuerza dinámica de la creación individual y los principios de equitativa distribución impuestos por la solidaridad social. La creación de riqueza exige un incremento sustancial del ingreso nacional, una movilización integral del esfuerzo productivo del país y un aprovechamiento pleno de todos los recursos disponibles. Para que este esfuerzo sea duradero, deberán fortalecerse, al mismo tiempo, las bases concretas del desarrollo nacional. El impulso a la minería y el cuidado del agua deben estar en perfecta sintonía, para lograr los objetivos del desarrollo sostenible.
Datos para considerar sobre el agua en la minería
En Chile, nuestros vecinos, que exportan más de 40.000 millones de dólares al año en cobre, utilizan sólo el 4% del agua dulce disponible para las actividades mineras; el 8 % se usa para consumo humano; el 6% para otras industrias y el 82 % para el sector agropecuario.
No obstante, en los últimos años se comenzó a utilizar el agua de mar, la cual se desaliniza a través de procesos de ósmosis inversa, fundamentalmente en proyectos mineros del norte chileno donde la existencia de agua dulce es extremadamente escasa. Esto hará bajar aún más el consumo de agua dulce en proyectos mineros y además llevar agua a lugares impensados.
Las nuevas tecnologías ayudarán a estos procesos. En nuestra vecina provincia de San Juan, la producción minera es muy baja aún, por lo que el consumo de agua es muy poco significativo. Así, hoy el sector agrícola consume el 92 % del agua disponible; el 3 % agua potable para la población; sólo el 0,9 % lo usa la minería; y el 4,1 % restante se utiliza para generación de energía, usos recreativos y otras actividades industriales. Si se desarrollara plenamente la minería en San Juan, se considera que se debería disponer del 3% aproximadamente del agua disponible, lo que implicaría optimizar otros usos.
Esto puede realizarse con los recursos aportados por la minería para optimizar el riego, tecnificarlo y hacer obras de infraestructura necesarias. Se estima que puede reducirse el consumo agrícola y las pérdidas por otras causas en más de un 30%, lo que permitirá no solo desarrollar aún más la minería sino otras actividades agrícolas e industriales.
En Mendoza tenemos una ley que prohíbe el uso de ácido sulfúrico, necesario para lixiviar los óxidos de cobre y del cianuro necesario para la separación del oro. No obstante, en el marco de la legislación vigente puede extraerse el cobre cuando se lo encuentra en forma de sulfuros, por procesos de flotación».
Julio Totero
En la medida que avancemos con la exploración de las diversas zonas geográficas que poseen indicios de posibles yacimientos, determinaremos si es factible que ese proyecto pueda transformarse en una mina para su posterior desarrollo. Los estudios preliminares indicarían la existencia de importantes yacimientos de cobre en forma de sulfuros para ser separados por flotación, dejando para un futuro el aprovechamiento de los óxidos remanentes. El agua a utilizar en estos proyectos está estimada en menos del 1% del agua disponible, lo que al igual que en la vecina provincia de San Juan necesitamos inversiones para optimizar el uso del agua y hacer obras de infraestructura que optimicen el uso del recurso hídrico principalmente en el sector agrícola que consume más del 80% del disponible.
Datos aportados por el proyecto San Jorge, que estima utilizar 140 lts/seg para el proceso industrial, reciclarlo y devolverlo al circuito normal, se comparan con datos del sector agrícola, dónde el mismo caudal de agua alcanzaría sólo para regar una finca de 70 hectáreas.
Podemos comprender rápidamente que el resultado económico de una actividad u otra es diferente, pero en ambas es necesario por igual. Mendoza necesita de todos y de todas las actividades productivas posibles. Los avances del país y la provincia pueden ser el inicio del camino. El país necesita inversiones; seguramente vendrán esas leyes o desregulaciones necesarias para fomentarlas. La provincia ha iniciado el camino con las leyes enviadas a la Legislatura para actualizar el marco normativo que rige a los proyectos mineros, junto con la iniciativa de “Malargüe Distrito Minero”.
Los gobiernos están a la altura de las circunstancias en este tema; hoy hace falta que una parte de la sociedad, de la política y algunos sectores económicos interpreten la necesidad del desarrollo minero, como un aporte más para salir de ese subdesarrollo en el cual parecemos atrapados.