Este año, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) implementó una nueva metodología para calcular la producción de uva 2021. Una de las novedades es que las mediciones se realizan en conjunto entre el INV y organismos públicos como el INTA, el INTI, la UNCuyo y entidades del sector privado como Acovi, la Asociación de Viñateros de Mendoza, los grupos CREA y el Centro de Enólogos de San Juan, entre otras. Las cifras se conocerán una semana antes que en 2020, y discriminadas entre Mendoza, San Juan y el resto del país.
El llamado «pronóstico» de cosecha -que en realidad es una estimación anticipada de la producción de uva, calculada con una técnica con más de 30 años de validación empírica- constituye una herramienta cada vez más importante para planificar la elaboración de vino y un aporte para diseñar las políticas de precios y proyectar las ventas al mercado interno y externo. Para conocer en detalle y compartir con los lectores la modalidad propuesta por el INV este año, Enolife mantuvo una entrevista exclusiva con el ingeniero agrónomo Leonardo Miranda, asesor de la presidencia del INV y líder del operativo de estimación de producción.
Entrevista: Lorena Mellone y Pedro Straniero (info@enolife.com.ar)
En 2020, el «pronóstico» de cosecha para toda Argentina se divulgó el 21 de febrero, en medio de la lógica y tradicional expectativa de los productores por saber cuánta uva habría disponible para elaborar vino y otros destinos como destilados, para consumo en fresco, mosto y pasas. Este año, en parte en respuesta a una demanda de algunos sectores pero siempre dentro de los parámetros científicos y estadísticos usuales, el anuncio de la producción estimada se publicará antes, la primera semana de febrero para San Juan y Norte Argentino (NOA) y la tercera semana de febrero para Mendoza, Neuquén y Río Negro.
Con la misma metodología y el aporte de numerosos organismos vinculados a la industria, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) busca darle al cálculo de volumen una mayor precisión y, al mismo tiempo, mayor transparencia. Para ello, entre otras medidas técnicas, se amplió el universo de las muestras de parcelas en aproximadamente 200 más, alrededor de un 25% más que en 2020.
Para conocer detalles del proyecto de investigación y de los objetivos del INV, que debe velar por los intereses de la industria en todo el país, dialogamos con el ingeniero agrónomo Leonardo Miranda.
Precisión en el relevamiento de datos y transparencia en el método
-El 6 de octubre de 2020, el presidente del INV, Martín Hinojosa, junto al ministro de Agricultura de la Nación, Luis Basterra, anunciaron que se armaba un equipo con los gobiernos provinciales, el INV, el INTA, la UNCuyo y todos los organismos que se quisieran sumar para darle mayor precisión a la evaluación de cosecha a partir de 2021. ¿Cómo se avanzó hasta hoy, que instituciones de sumaron?
-Sí, a partir de ese momento pudimos materializar un convenio marco con el INTA, y ahora estamos por firmar el acuerdo específico para el trabajo de estimación de cosecha con el Centro Regional Cuyo del INTA y con las Estaciones Experimentales de Mendoza y San Juan.
En la práctica, el trabajo operativo ya está iniciado. Las agencias de Extensión Rural del INTA aportarán técnicos que van a salir a relevar parcelas con la misma metodología que utiliza el INV. Esto es lo que nosotros llamamos homologar la metodología, que cumple dos objetivos, por un lado aumentar el tamaño de la muestra y por el otro valernos de la experiencia de decenas de técnicos que tienen expertise en este territorio y que hacen de la visita al viñedo su tarea rutinaria. Ambas prácticas contribuyen a achicar el «desvío» estadístico. Y hay que aclarar que el término «desvío» es el correcto, porque designa a algo previsible, mientras que la frase «margen de error» no es correcta porque alude, justamente, al «error», que es lo que se busca evitar.
Este año, a las 885 muestras que previamente teníamos definidas para relevar, el INV va a agregar aproximadamente unas 200 más. Muestras son los viñedos o parcelas, con un tamaño estratificado. Por ejemplo, en Rivadavia se incluyen una determinada cantidad de viñedos de hasta 5 hectáreas, otra cantidad de entre 5 y 15 ha, y así, siempre buscando la representatividad. El tamaño usual de la muestra es del 7% del total de viñedos del país, nosotros relevamos aproximadamente unas 16.000 ha de las 215.000 que hay en el país. Y este año vamos a ampliarlo gracias a la colaboración del INTA, del programa Cambio Rural, de los grupos CREA Valles Cordilleranos, Acovi, la AVM, que aportarán ingenieros agrónomos y técnicos capacitados en la metodología del INV. En San Juan, hacen su aporte la Mesa Vitivinícola de San Juan y el Centro de Enólogos de San Juan. Lamentablemente no vamos a contar con la colaboración del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) de Mendoza, siendo que es un organismo con mucho para aportar en esta temática.
Además, otro objetivo que buscamos es la transparencia del método, demostrar que se hace lo mejor posible, técnicamente e institucionalmente.
La metodología utilizada está probada en el tiempo y tiene un desvío conocido. Hay otras tecnologías y otras técnicas que pueden ser mucho más precisas a nivel parcelario, es decir que un ingeniero agrónomo puede predecir con bastante exactitud cuánto va a ser la cosecha de un sector de una finca… Pero cuando hay que estimar en toda la diversidad de la vitivinicultura en las siete principales provincias vitivinícolas, con sus agroclimas, manejos tecnológicos, variedades y diferentes situaciones financieras que inciden en el manejo cultural, debemos tomar en cuenta todos esos factores para lograr un resultado óptimo. El método que utilizamos para ello es el método posible, que en los últimos 30 años ha entregado una estadística de desvío del 2,87% en promedio (ver recuadro).
Hemos tenido desvíos superiores al 10%, pero en 24 de los 30 años en que se realiza la estimación de cosecha del INV, el desvío se reparte casi equitativamente por encima o por debajo de la línea media. Esto lo digo para alejar cualquier suspicacia o especulación sobre la información que genera el INV.
Esta estimación a nivel país que entrega el INV es la mejor posible en la relación costo-beneficio, y esa analítica que hacemos de los últimos 30 años nos permite afirmar que esto funciona, que se puede mejorar y que necesitamos un ajuste metodológico, por eso primero homologamos y transparentamos lo que hacemos, abriendo el juego para que las demás instituciones nos hagan sus aportes,
Sobre la culpa o no culpa por inexactitudes en las cifras, a nosotros nos asiste la historia de lo que le ha hecho el INV en estos últimos 30 años: en 24 de esos 30 años el desvío estuvo en los márgenes aceptables y razonables. Y hay que tener en cuenta que ningún país del mundo hace estimación de cosecha como nosotros.
Por otro lado, pedirle sólo a la estimación de cosecha la formación de precios es desmedido, porque hay muchas otras variables, de mucho mayor peso que la estimación en sí misma.
Este año, a las 885 muestras que previamente teníamos definidas para relevar, el INV va a agregar aproximadamente unas 200 más.
Leonardo Miranda
Los factores climáticos, claves para la estimación
–¿Es factible adelantar la fecha de estimación de la cosecha con respecto a años anteriores?
-No, porque hay que superar el mes de enero que es la época de mayor densidad de eventos meteorológicos. Nosotros este año ya definimos que va a ser la semana del 15/2 al 19/2 para las provincias de Mendoza, Neuquén y Río Negro y la primera semana de febrero para San Juan y los oasis del NOA. Por primera vez diferenciamos las provincias del Norte, porque naturalmente anticipan su cosecha. Esas fechas son las adecuadas para equilibrar una estimación temprana con situaciones de la naturaleza.
En las fechas en que entregaremos la estimación, habitualmente aún no se ha llegado al 6% de la cosecha total del país. Se hicieron estudios estadísticos de cuánta uva se cosecha en Mendoza al 15/2 de cada año, y en una serie de 10 años no llega al 6% del total; lo mismo sucede en San Juan al 1 de febrero. La cantidad de kilos de uva es mínima para esas fechas, un porcentaje muy bajo. Estamos entregando una estimación con suficiente anticipación como para romper el mito de que, para el momento de la entrega de la estimación, la cosecha ya está avanzada. (ver gráfico)
Un reclamo de algunos en el sector es por qué no damos la estimación de cosecha en diciembre… Si lo diésemos para ese mes, sería muy improbable acertar con las cifras. En diciembre se podría hacer una estimación, pero luego habría que ajustarla después de cada evento meteorológico. Y hay que tener en cuenta que sólo se contabilizan los daños de eventos «institucionalizados», es decir que se hayan denunciado y peritado, como es el caso del granizo y las helada, pero no de las lluvias torrenciales ni las olas de calor, o las enfermedades criptogámicas que suelen aparecer. Esto hace que no puedan contabilizarse los kilos afectados por esas contingencias.
Nosotros este año ya definimos que va a ser la semana del 15/2 al 19/2 para las provincias de Mendoza, Neuquén y Río Negro y la primera semana de febrero para San Juan y los oasis del NOA.
Leonardo Miranda
-En la cosecha 2021, ¿habrá daños de arrastre provocados por heladas o granizo en temporadas anteriores?
-En esta temporada no, pero suele pasar que hay heladas muy intensas que impactan sobre la siguiente cosecha. Lo que sí puede suceder es que haya afectación de las tareas culturales que inciden sobre la productividad de un año a otro, porque si un productor cosecha poco en una vendimia, o no generó rentabilidad suficiente, dispone de menores ingresos para invertir en actividades culturales, y eso sí impacta en la cosecha siguiente.
Justamente, esto último es un ítem que también se tiene en cuenta para la estimación. El informante calificado (propietario, ingeniero, contratista o encargado del viñedo) revela esos datos en la entrevista con el técnico responsable de la parcela. Luego, en gabinete, esto se conjuga con la inspección visual realizada por el técnico, sumado al historial productivo de esa parcela. Esa es la metodología (ver recuadro siguiente): recorrido del técnico al viñedo, inspección ocular, la entrevista y la revisión del historial productivo de la parcela… Así, se va ensamblando toda esa información. Además se tiene en cuenta el escurrimiento del río, tipo de irrigación, la meteorología del lugar, el impacto de las heladas, entre otros puntos. Todo eso genera un índice de estimación que se conjuga con la cosecha del año anterior y lo que entrega el INV finalmente es un porcentaje por encima o por debajo de la cosecha anterior.
-¿Cómo puede influir el clima en la cosecha 2021? Porque desde noviembre de 2019 hasta febrero de 2020, el clima estuvo particularmente seco y con vientos muy calientes. Y desde fines de noviembre de 2020 a la actualidad, se están registrando importantes lluvias, subió el índice de humedad, hay mayor cantidad de agua…
-Hubo dos momentos que hay que diferenciar. Primero, tuvimos una primera etapa en la fenología del cultivo que es la primavera, el cuaje hasta el grano arveja, que fue una etapa sanitariamente muy buena, porque por el año relativamente seco la planta llega a esa fecha con muy buena sanidad, con el racimo bien armado, bien estructurado, en un equilibrio con el follaje. Después entramos a esta otra época, que presumimos que puede ser muy húmeda y lluviosa, y ahí ya entra a jugar el manejo cultural, porque el agua es manejable si el productor tiene gasoil en el tractor para que la maleza no le gane, o si tiene los productos químicos guardados en sus depósito para salir a curar en la ventanita de tiempo que me hay entre tormenta y tormenta, porque si no en un día y medio tiene que salir a conseguir plata para comprar el oxicloruro de cobre, o si tiene la máquina rota, o si se mete la botritis y tiene que usar productos curativos que son más caros, etcétera. Y así, se van encadenando las situaciones, se complejiza la actividad cultural y se llega con problemas al final de la cosecha. O sea, se puede sortear una época lluviosa muy fuerte si se disponen de capital y equipamiento. Y lo cierto es que muchos productores están en malas condiciones, entonces un año climático muy húmedo les termina ganando.
No sabemos exactamente qué va a pasar o cómo va a ser este año. Se supone que estamos en una época Niña, no en un año Niño -en el que suele llover más-, pero entra todo en el terreno de la especulación, ni los meteorólogos te dicen cuántos milímetros van a llover este enero. Entonces, nos piden al INV que hagamos una predicción de producción anticipada exacta, cuando no hay herramientas, la ciencia no ha generado herramientas todavía para eso…
Se puede sortear una época lluviosa muy fuerte si se disponen de capital y equipamiento. Y lo cierto es que muchos productores están en malas condiciones, entonces un año climático muy húmedo les termina ganando.
Leonardo Miranda
¿Para qué sirve el pronóstico de cosecha?
-Coincidimos en que una exigencia de pronóstico anticipado a la fecha habitual, como mandan los datos y la tecnología, es impracticable, y en que sería malo para la industria en general porque serviría sólo a intereses particulares… Dicho esto, ¿cuál es el objetivo deseable del pronóstico de cosecha, cuál es en este sentido la misión del INV?
-La misión del INV es diseñar la estructura logística de trabajo. Así nació esta herramienta, luego empezó a tener potencia informativa y muchos sectores empezaron a tomarla. Hoy, la estimación de cosecha es la base de información para el acuerdo Mendoza-San Juan. Hoy tiene esa utilidad política. Este acuerdo es político en tanto establece cuánto se le destina al mosto en función de la cantidad de kilos cosechados; es un instrumento de la regulación de la oferta en base a lo estimado, esa es la función que hoy cumple la estimación de cosecha.
Luego, las especulaciones que hagan unos u otros quedan libradas a la capacidad que tengan los sectores de analizar otros elementos y otra información además de la estimación de cosecha. Porque al momento de elaborar un plan de negocios, un plan comercial, es mucho más importante conocer cuánto es lo descubado de la cosecha en el hemisferio Norte o el stock de cada tipo de vino, las tendencias de consumo, etcétera, que la estimación de cosecha acá.
En Argentina tenemos una cosecha promedio histórica de 24,2 millones de quintales de los últimos 25 años, es decir que existen parámetros dentro de los cuales moverse, no es algo absolutamente impredecible la cosecha… Lo que pasa es que existe algo de desinformación, o de especulación, cuando se habla anticipadamente de «cosecha récord» o de «cosecha histórica». Lo real es que, con la información a 30 años de que disponemos, no hay cuestiones que rompan enormemente ese rango en el que nos podemos mover.
La misión del INV es diseñar la estructura logística de trabajo. Así nació esta herramienta, luego empezó a tener potencia informativa y muchos sectores empezaron a tomarla. Hoy, la estimación de cosecha es la base de información para el acuerdo Mendoza-San Juan.
Leonardo Miranda
-Si yo soy un productor mediano y tengo mi bodeguita y espero con ansiedad el pronóstico de cosecha, ¿para que se supone que me servirán esos datos?
– En general vemos que la industria vitivinícola se mueve con la mitad de uva propia, es decir muchas bodegas que producen las uvas que elaboran y no salen a comprar al mercado de uvas, o sea que ellos no dependerán estrictamente de la estimación de cosecha a nivel país, a lo sumo necesitarán estimar cuántos cosechadores van a requerir para armar su logística.
El otro 40-50% de uva se moverá dentro del mercado de uvas, o de acuerdo a cómo esté la situación particular de ese año elaborará vino en las bodegas con la que acuerden hacerlo. En este segmento sí podría servir conocer cuánto más o manos de uvas habrá para intentar negociar mejor su precio, pero siempre en el juego de la especulación, no en cuanto a información certera, porque cuando haya poca uva -supongamos que sea un año de 20 millones de quintales en lugar de los 24 millones de quintales promedio- la bodega compradora no va a salir a pagar más porque haya una estimación a la baja, no va a decirle a su contador «equilibrame las cuentas porque tengo que salir a pagar más plata», terminará pagando lo que pueda, lo que su ecuación financiera le dé. En general vemos que siempre se ajustan las cuentas con el proveedor de la materia prima y aun en años de poca uva no se paga lo suficiente para que el productor primario tenga una renta que le dé sustentabilidad a su viñedo.
Entonces, en el mercado de uvas, la información puede empoderar más a un sector que a otro, dependiendo de cómo venga el año, pero no será la única variable. Porque, por ejemplo, si el mercado global está creciendo, es probable que no venda la uva, va a hacer vino porque el vino se supone que va a valer.
En definitiva, es una multiplicidad de factores lo que define el precio de la uva. Tomando en cuenta esto, el pronóstico no es una herramienta tan potente como se presume para definir el precio de la uva, no debiera serlo, es sólo una herramienta más… Como está configurada la industria vitivinícola argentina, no es la herramienta más importante, depende de cómo vengamos con los stocks del año anterior, de cómo esté la macroeconomía para favorecer las exportaciones, etcétera. No obstante eso, nosotros vamos a insistir en que la estimación sea cada vez más precisa, la vamos a enriquecer con el convenio con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, que mejorará el diseño de la muestra, porque tenemos una muestra que hay que aggiornar, mejorarla desde el punto de vista de la representatividad estadística. Sobre eso también estamos trabajando con el ITU, con la Universidad Tecnológica y con el INTI, desarrollando algoritmos para poder hacer la estimación también con imágenes captadas por drones o con cámaras robot que van filmando, y con inteligencia artificial todas esas imágenes se traducen en racimos, en kilos. Estamos trabajando para llegar a ese nivel dentro de 3 o 5 años.
El pronóstico no es una herramienta tan potente como se presume para definir el precio de la uva, no debiera serlo, es sólo una herramienta más.
Leonardo Miranda
Trabajo en marcha
-Tras el acuerdo institucional que mencionaron al principio, ¿ya arrancaron las tareas de campo?
-Sí, arrancaron en diciembre. Todos nuestros técnicos ya hicieron una recorrida por su zona y sus parcelas, es decir que las muestras ya están perfiladas y están los acuerdos generados para articular las tareas con los técnicos de las otras instituciones.
-¿Cuál sería el mensaje final? ¿Por qué este cambio en la modalidad del pronóstico o estimación de cosecha?
-Es importante reforzar el mensaje de la transparencia de la metodología, y de la información que se genera, nosotros no la escondemos sino que, por el contrario, la compartimos con todas las instituciones del sector, ya sean públicas o privadas. Y así lo hacemos con todas las tareas que realiza el INV, por eso creamos el Laboratorio de Estadística, porque la información no es nuestra, es del sector, de los productores, de los industriales.
También es importante mencionar el ajuste metodológico que se inicia este año en coordinación con las entidades y organismos mencionados, todo el feedback que vamos a tener de las otras instituciones, para no entrar en la «endogamia» institucional del método. Cuando hablás con los técnicos del INV que llevan 20 años trabajando en esto, te das cuenta que no hay con qué darle a esta metodología. Siempre hay cosas para corregir y por eso estamos convocando a las otras entidades.