La República de Moldavia, una de las ex repúblicas soviéticas, al Este de Europa, tiene una ancestral tradición vitivinícola, con algunos de los viñedos más antiguos del Viejo Continente. A través de los siglos, la industria del vino moldava pasó momentos de auge y caída, pero la iniciativa y el ingenio de los viticultores les ha permitido sobrevivir y actualmente ubicarse en el puesto 19 como productor mundial y en el puesto 13 del ránking mundial de exportadores de vino. Hoy, anualmente se cosechan allí alrededor de 600.000 toneladas de uvas, de las cuales 100.000 toneladas corresponden a variedades de mesa, mientras que entre 220.000 y 280.000 toneladas de variedades técnicas se procesan en las bodegas. Para 2020, los vinos moldavos ganaron 956 medallas en 32 competiciones internacionales. Por todas estas razones, la Organización Internacional de la Vid y el Vino eligió al país como sede del 46º Congreso Mundial del Vino y la Vid.
En 2025, la República de Moldavia será la anfitriona del 46º Congreso Mundial del Vino y la Vid, que se celebrará el 16 de junio en su capital, la ciudad de Chisináu. Con una herencia vitivinícola que se remonta a milenios, Moldavia ha evolucionado hasta convertirse en una de las regiones vitivinícolas más dinámicas de Europa.
En la última década, la industria ha experimentado una transformación mediante la innovación, sin perder el respeto por la tradición. Desde variedades autóctonas de uvas hasta vinos premiados de renombre mundial, Moldavia ahora ocupa el puesto 19 como productor de vino a nivel global, exportando el 85% de su vino a 70 países en todo el mundo.
La aprobación para realizar el 46° congreso de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV) se realizó el 4 de octubre de 2023, cuando Luigi Moio -en ese entonces el presidente de la OIV-, expresó su alegría por la solicitud aprobada del Ministro de Agricultura de la República de Moldavia, declarando: «Este Congreso será el quinto en el segundo siglo de historia de nuestra organización y tendrá lugar en Moldavia. Esta significativa celebración, observada en varias naciones, desempeña un papel importante en la transmisión de la apreciada tradición de la elaboración del vino a las generaciones futuras».
Para la actual presidenta de la OIV, Yvette Van der Merwe, «es un gran honor para mí invitarlos al 46º Congreso Mundial de la Vid y el Vino en Chisináu, República de Moldavia, que con su rica historia vitivinícola y su compromiso con la innovación, se ha convertido en un referente en la comunidad mundial del vino.«
Y, desde la Oficina Nacional de la Viña y el Vino (ONVV) de Moldavia señalaron que «recibir el Congreso de la OIV en 2025 en Moldavia no es sólo un honor extraordinario, sino también una inmensa responsabilidad y una oportunidad. Esta ocasión nos permite mostrar la dedicación y la pasión de Moldavia por la viticultura».
La Oficina Nacional del Vino y la Vid (ONVV), nacida en 2013, es una institución pública, organizada a través de una asociación de implementación de políticas públicas y privadas en la industria del vino. La institución fue diseñada para ajustarse al modelo de instituciones vitivinícolas similares en los principales países productores de vino del mundo.
Moldavia es el 14° mayor exportador de vino del mundo, con una contribución al Producto Interno Bruto (PIB) de alrededor del 3%. De hecho, es el país con la mayor cantidad de viñedos per cápita en el mundo. En la República de Moldavia hay 4 regiones para la producción de productos vitivinícolas con Indicación Geográfica Protegida (IGP). Son Codru, Ștefan Vodă, Valul lui Traian y Divin. Cada región está gestionada por una asociación de productores de vino con IGP. Las 4 IGP están protegidas tanto en la República de Moldavia como en la Unión Europea (UE).
Una historia milenaria
La presencia de vides en el territorio de Moldavia está documentada desde tiempos muy antiguos, con vestigios que datan de la era Cenozoica (Terciaria), que comienza hace unos 70 millones de años, con una huella de la hoja de vid, perteneciente a la especie Vitis teutonica A.Br. encontrada en las cercanías del pueblo de Naslavcea, distrito de Donduseni. Y de la era Miocénica, que comienza hace unos 23 millones de años, mostrando semillas de vid pertenecientes a las especies V. aestivalis Michx. y Ampelopis, encontradas en las cercanías del pueblo de Bursuc, distrito de Floresti.
La domesticación y cultivo de vides forestales (silvestres) ocurrió, muy probablemente, durante la cultura Cucuteni-Trypillia, una de las civilizaciones más antiguas de Europa (del 6.000 al 4.000 a.C.), que también incluía el territorio actual de la República de Moldavia. Durante este período -Eneolítico Medio y Tardío- la población de la región cultivaba trigo, cebada, mijo, avena, guisantes, arveja, así como ciruelas, cerezas, hierbas y vides, con semillas y huesos encontrados en varios asentamientos.
La evidencia arqueológica incluye la presencia de una huella de semillas de vid -la imagen impresa en un fragmento de cerámica- fechada a mediados del cuarto milenio a.C. (etapa temprana de la cultura Cucuteni-Trypillia), encontrada en el pueblo de Rusestii Noi, distrito de Ialoveni. El segundo ejemplo hace referencia a una huella de semillas encontradas en el pueblo de Varvareuca, distrito de Floresti, fechadas a la primera parte del tercer milenio a.C. (media cultura Cucuteni-Trypillia). Ambas semillas corresponden a vides cultivadas, la primera pertenece a una variedad con grano pequeño y la segunda a una variedad con grano grande.
A finales del siglo VIII y principios del siglo VII a.C. surgen las colonias griegas ubicadas en toda la costa norte del Mar Negro. Se puede suponer que, al inicio de esta colonización la población local ya cultivaba vides, pero el número de variedades era limitado y las condiciones de cultivo y tecnologías utilizadas no aseguraban vinos de calidad comparable a los vinos griegos. Esto resultó en un aumento de la demanda de vinos griegos. Una vez que los colonos griegos se establecieron en la región, trajeron consigo una serie de nuevas variedades de vides que se adaptaron a las condiciones locales de cultivo y generaron nuevas variedades como resultado del cruce con las variedades locales. También se introdujeron nuevos procedimientos tecnológicos para el cultivo de vides como plantaciones densas, poda corta y baja carga de fruta. Monedas de la ciudad de Tyras con impresiones de vides, originarias de los siglos III y II a.C., confirman el alto nivel de desarrollo de la viticultura en esta región.
Entre los siglos II y III, según el historiador griego Heródoto (484-425 a.C.), los escitas -predecesores de la dacia romana– que habitaban los territorios de la actual Moldavia «tenían abundante vino y lo consumían diluido».
Con el advenimiento del cristianismo (Siglos IX – XIV), el vino se convirtió en un objeto ritual utilizado para la comunión, requiriendo que iglesias y monasterios produjeran o adquirieran vino tinto de calidad. Así, durante el período medieval, aparecieron los primeros viñedos en lugares con suelos adecuados para el cultivo de vides, que generalmente incluían también bodegas.
A partir de finales del siglo XII, cuando se establecieron los nuevos principados de Valaquia y Moldavia sobre las ruinas de la antigua Dacia, el príncipe Dimitrie Cantemir describe en su libro «Descripción de Moldavia» cómo la viticultura comenzó a jugar un papel más importante en la economía del país. Sin embargo, sólo hacia el siglo XIV había alcanzado un desarrollo suficiente. Los antiguos documentos reales de los gobernantes moldavos de esa época mencionan la existencia de grandes huertos y viñedos; la recolección del diezmo de la producción de uvas, colmenas y vino; también mencionan la exportación de vinos a ciudades de Rusia y Polonia. Además, la ubicación geográfica del país contribuyó al desarrollo de la viticultura: importantes rutas comerciales solían cruzar el país en ese momento (por el Danubio, el Prut, el Dniéster y el Mar Negro).
A mediados del siglo XIV, las áreas más favorables para el desarrollo de la viticultura comenzaron a establecerse gradualmente, tanto en términos de condiciones naturales como en la práctica de tradiciones avanzadas, lo que aseguraba que se produjeran vinos de alta calidad para el Gobernante de Moldavia. Durante este período, hubo un aumento en la producción y, como resultado, los vinos producidos localmente fueron almacenados y acumulados en las bodegas de la nobleza. Ya existía en el país toda la infraestructura necesaria, como bodegas y barriles de madera.
La Moldavia del siglo XV fue famosa por su abundancia de productos agrícolas a precios bajos. Las áreas de algunos viñedos de esa época eran bastante extensas. Por ejemplo, en 1499, el monasterio de Putna poseía un viñedo de 13,6 ha.
Durante el reinado de Esteban el Grande, se introdujeron en Moldavia las variedades húngaras Hars Leveliu y Furmint, siendo esta última, debido a su cultivo a largo plazo y asimilación, conocida localmente como Grasa de Cotnari. La gran característica de este vino es que se vuelve más noble con cada año y puede envejecer hasta 17-20 años. Entre los primeros en ganar fama estuvieron los viñedos y vinos de Cotnari.
Desde el siglo XIV, la viticultura era de gran importancia dentro de la agricultura moldava, muchas rutas comerciales cruzaban el principado: desde Polonia y Alemania hacia Bizancio; desde Hungría y Transilvania hacia los principados rusos; desde Valaquia hacia Polonia. El vino era uno de los productos de exportación más populares del principado de Moldavia.
Para fortalecer la alianza con el estado ruso contra los turcos otomanos, que amenazaban el principado de Moldavia, en 1483, el gobernante Esteban el Grande (1457-1504) casó a su hija Elena Stefanova Volosanca con Iván el Joven, el hijo mayor de Iván III de Rusia. Tras este evento, los lazos comerciales y culturales con el estado ruso, incluido el suministro de vino, comenzaron a desarrollarse activamente. En 1596, Moldavia era el principal proveedor de vino en los mercados ruso y polaco.
La viticultura moldava sufrió un declive bajo los 300 años de ocupación otomana, con la prohibición de la viticultura hasta 1812, cuando se firmó el Tratado de Paz de Bucarest.
Después de 1812, se produjo la llegada temprana de colonos a Besarabia, especialmente al sur, a cada familia le otorgaron 65 ha de tierra y se les exoneró de varios impuestos. Esto favoreció la llegada de un gran número de colonos alemanes, búlgaros, gagauzos, griegos, armenios, suizos y franceses. Para 1861, los colonos poseían el 11,8% del área total de viñedos en Besarabia. Un asentamiento famoso fue el de la aldea de Sabo (cerca de la ciudad de Akkerman), compuesto por colonos suizos.
Mientras que el asentamiento estaba inicialmente destinado a 120 familias, poco después se expandió a 900 familias, que, junto con las familias campesinas vecinas, poseían unas 2,700 ha de tierra. Los colonos trajeron desde Suiza prensas de metal y construyeron bodegas para el vino, pozos y nuevas casas. El colono-vinatero Karl Tardan llevaba a cabo su actividad en esta comunidad. Desarrolló e implementó procedimientos racionales para la producción de uvas y la vinificación. Con la contribución de Karl Tardan, se estableció la primera colección ampelográfica en esta región, que constituye la base para estudios y para la plantación de variedades mejor adaptadas a las condiciones locales.
En 1842 se funda El Colegio de Viticultura y Vinificación de Besarabia como una escuela de cultivo de frutas que luego se transformó en Colegio de Vinificación en 1891 y comenzó a operar en 1894, con el propósito de formar especialistas bien cualificados, desde una perspectiva teórica y práctica, en el cultivo de la vid y en el área de la vinificación. Se creó una estación experimental de vinificación dentro del colegio, que fue el único centro de investigación científica sobre el cultivo de la vid y la vinificación en Besarabia, desde allí lograron un enorme avance en el desarrollo de vinos de mesa de calidad. Vinos como Aligote, Riesling, Traminer, Muscat Blanco, Cabernet, mezclas de Cabernet con Merlot y Saperavi (tipo Lafit) ganaron reconocimiento y aprobación general.
Tras la anexión de Besarabia por Rusia, el mercado de ventas se amplió considerablemente. Para 1900, las áreas ocupadas por viñedos aumentaron alrededor de 6 veces y el volumen de producción de vino creció aproximadamente 15 veces, de los cuales alrededor del 70% se producía con fines comerciales. El año 1900 se considera el de mayor grado de desarrollo del cultivo de la vid y la vinificación en Besarabia, en términos de áreas con viñedos, ocupaba el segundo lugar entre las principales regiones de Rusia (31% del total de viñedos en Rusia), y en términos de producción de vino, ocupaba el primer lugar (50% de todo el vino producido).
Por otro lado, en 1886 se detecta la filoxera en Besarabia, introducida con esquejes de vid provenientes de la ciudad de Erfurt, destruyendo el área de viñedos a la mitad para 1910. Para superar la crisis se comenzó la transición a al cultivo de vides injertadas y la producción directa de híbridos. Poco después de que las vides comenzaran a recuperarse el progreso se vio afectado por disturbios sociales: la Primera Guerra Mundial, las revoluciones rusas, la formación de la República Democrática de Moldavia y la integración en un nuevo contexto socioeconómico después de la reunificación con Rumanía.
De los anteriores 5-6 millones de cubos de producción de vino por año en Besarabia, en 1918 la producción disminuyó a 3.5 millones de cubos. La falta de demanda, los altos costos que había que soportar para el establecimiento y mantenimiento de nuevas plantaciones y la falta de préstamos preferenciales para este tipo de desarrollo inicialmente ralentizaron el desarrollo de las vides. Bajo estas condiciones, las áreas plantadas con híbridos de producción directa aumentaron considerablemente, alcanzando aproximadamente el 93% del área total ocupada por los viñedos.
A principios de la década de 1940, se iniciaron una serie de medidas destinadas a mejorar la situación y aumentar la competitividad de los vinos producidos en Besarabia, incluyendo la eliminación de plantaciones híbridas y el fomento de la plantación de variedades europeas. Estos objetivos no se lograron completamente debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Según el censo de viñedos realizado en 1945, el área de viñedos era de aproximadamente 98.500 hectáreas, con plantaciones de 20 años o más. Las variedades europeas cubrían alrededor del 7% del área total de viñedos, siendo las variedades más extendidas numéricamente Aligote, Chasselas, Gamay noir, Muscat blanc, Cinsaut, Cabernet Sauvignon, Riesling y Pinot gris, entre otras. De las variedades locales antiguas, la variedad Rara Neagra era la más extendida y cubría la mayor área.
Para 1953, tras las medidas de restauración y desarrollo del sector vitivinícola, el área de viñedos aumentó a 106.000 ha, de los cuales el 83% ya estaban concentrados en los koljoses. En cuanto al surtido, la proporción de híbridos seguía siendo muy alta (alrededor del 91%). La situación comenzó a mejorar después de 1958 hasta finales de la década de 1990, cuando las áreas con híbridos fueron prácticamente eliminadas. Se desarrolló un surtido recomendado para el cultivo industrial (1945, 1952, 1958 y 1964), se identificaron las principales áreas aptas para el cultivo de la vid y se determinaron las principales direcciones del cultivo de uvas. La orientación fue hacia el aumento de las áreas bajo las variedades Aligote, Feteasca, Riesling, Rkatiteli, Traminer y otras en el caso de los vinos blancos y Cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec, Saperavi, Serecezione y Gamay freaux en el caso de los vinos tintos.
La expansión de las áreas de viñedos promovió el desarrollo de empresas vinícolas, incluyendo entidades de procesamiento primario, fábricas de vino (Chisináu, Tiraspol, Balti) y sovkhozes especializados en fábricas de vino (“Cialac”, “Trifesti”, “Ciumai”, “Gratiesti”, “Purcari”, “Seseni” y “Romanesti”). Para 1967, el volumen de producción de vino (vinos producidos) aumentó 22 veces respecto al nivel de 1945, con 1.7 millones de botellas de vino espumoso producidas y 363.000 dals de destilados.
A principios de la década de 1980, la República Soviética de Moldavia (MSSR) se convirtió en el sexto productor mundial -con 12 millones de hl de 193.000 ha de viñedos- después de España, Italia, Francia, Portugal y Rumania.
Pero el 16 de mayo de 1985, el Soviet Supremo de la URSS emitió el Decreto «Sobre las medidas para erradicar la borrachera y el alcoholismo y la producción de bebidas alcohólicas caseras». El plan consistía en reducir la producción de bebidas alcohólicas, la cantidad de lugares de producción y la duración de la producción, así como castigar a aquellos que consumieran alcohol en exceso. La especificidad de esta campaña fue que la producción debía reducirse al mínimo mediante la destrucción masiva de viñedos. Así, entre 1985 y 1987, se destruyó el 30% de los viñedos, más de lo que se había destruido durante las operaciones militares de la Segunda Guerra Mundial. Los viñedos ubicados en Georgia, el sur de Rusia y Moldavia fueron los más afectados.
Luego de la caída de la URSS, en 1992, la República de Moldavia -primer país post-soviético- se convirtió en estado miembro de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV). En 1994, el Parlamento de la República de Moldavia aprobó la Ley de la Vid y el Vino, ningún otro país vinícola de Europa contaba con una legislación similar en ese entonces. Esta ley prestó especial atención al proceso de producción del vino, así como a otros productos vitivinícolas con una denominación de origen. En 2006, se aprobó la Ley n.º 57 del 10 de marzo sobre la vid y el vino.
Antes de 2006, la República de Moldavia estaba entre los 10 mayores exportadores de vino del mundo. En marzo de 2006, la Federación Rusa impuso un embargo a la importación de vinos de la República de Moldavia, válido durante casi dos años, lo que llevó a la pérdida de acceso de los vinicultores moldavos al mercado ruso de vinos, que representaba el 80% de las bebidas alcohólicas moldavas.
La producción de vino disminuyó en aproximadamente un 63% en comparación con 2005, las exportaciones cayeron un 41%, la industria vinícola se redujo un 7% y el PIB del país aumentó solo un 4%, frente a las expectativas de más del 6%. Al mismo tiempo, las bodegas sufrieron pérdidas directas de alrededor de $185 millones, asociadas con reclamos que nunca se recuperarían. El mismo escenario, nuevamente con un aspecto político, ocurrió en setiembre de 2013. Esta vez, los daños fueron menores dado que los productores locales diversificaron sus rutas de exportación y se orientaron hacia Bielorrusia, Kazajistán, Ucrania, la UE y Asia, entre otros. Tras las fuertes crisis de 2006-2011, el sector vitivinícola de la República de Moldavia se apoyó en la producción de vinos de calidad, la diversificación de mercados y la modernización de la industria.
En 2013, la creación del ONVV (Oficina Nacional del Vino y la Vid) representa un paso decisivo tomado por el sector público y privado con el objetivo de implementar cambios en el marco legal y normativo del sector vitivinícola y promover la marca de vino del país “Wine of Moldova. A Legend Alive”. Esta última contribuye al reconocimiento y promoción del vino moldavo de calidad en el extranjero.
Con un sistema de Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) basado en el modelo de la UE, que cubre cuatro zonas vitivinícolas: Valul lui Traian, Ștefan Vodă, Codru y Divin, la República de Moldavia ha logrado avances impresionantes en la mejora de la calidad de sus vinos. La prueba de este progreso se refleja en el número de medallas obtenidas en competiciones internacionales de prestigio, como: Decanter World Wine Awards, Mundus Vini, Concours Mondial du Bruxelles, International Wine Challenge, entre otros.
Los embargos de 2006 y 2013, la evolución de los mercados de ventas, el comportamiento del consumidor y el cambio climático han llevado a la necesidad de una nueva visión para el desarrollo del sector, creando la estrategia «Wine of Moldova 2030» para identificar las acciones necesarias para influir en las políticas del estado en el sector del vino y, al mismo tiempo, atraer las inversiones necesarias para dar un nuevo impulso al sector.
En junio de 2014, se firmó el Acuerdo de Asociación entre la República de Moldavia y la Unión Europea, que se basa en la creación de una zona de libre comercio profunda y amplia (DCFTA) otorgando a los productos vitivinícolas de Moldavia acceso libre de aranceles al mercado de la UE.
Fuentes: OIV, Wine of Moldavia, Tecnovino