El 6/12, el Senado de Mendoza avaló una propuesta del legislador Bartolomé «Barto» Robles (PJ) para denominar «Corredor Productivo-Turístico Bonarda Argentina» a un tramo de la ruta provincial Nº 63, que une zonas rurales productivas y turísticas de tres departamentos del Este provincial, San Martín, Junín y Rivadavia. El proyecto, que contó con la colaboración de Jorge «Coco» Carballo y Elías Ana Mario -ambos legisladors de la UCR-, pasó a Diputados para su revisión.
En la siguiente entrevista, Barto Robles (44), quien junto a Sharbel Morcos y Mario Omar Abdo crearon hace 12 años el Plan de Promoción Bonarda Argentina y la marca San Martín Capital del Bonarda, cuenta a Enolife cómo y cuando nació su amor por la cepa emblemática de la región donde es oriundo.
Bartolomé «Barto» Robles es senador provincial por el Partido Justicialista (PJ, peronista) en representación de la zona Este mendocina. Conoce muy bien la vitivinicultura porque viene de familia viñatera y él mismo es productor. Sus abuelos, inmigrantes españoles, cultivaron las cepas de donde vienen los vinos de Bodega Familia Robles.
La región Este en el ADN
Enolife: ¿Qué te motivó a promover la cepa bonarda y la zona Este como su terroir característico?
Bartolomé Robles: Hace ya 12 años creamos el Plan de promoción de desarrollo de la Bonarda Argentina, junto a dos colegas concejales, Sharbel Morcos y Mario Omar Abdo, y en conjunto con varias instituciones públicas y privadas. Creamos en ese contexto la marca San Martín Capital del Bonarda, que es marca registrada del departamento.
Fue como descubrir una fortaleza de la zona y ponerla en valor, eso me motivó para dar a conocer el potencial de la zona y las características propias del bonarda como acompañante del malbec.
Además, nací en el Este, soy hijo de obrero de viña y productor.
-¿Cómo es esa historia familiar? ¿El amor por la viña empezó con tus padres?
-Primero mis abuelos paternos, que llegaron de España… Mi abuelo de Málaga y mi abuela de Cádiz se conocieron y se casaron acá en Argentina, fueron contratistas en varias fincas hasta que en 1945 compraron la suya propia. Tuvieron 9 hijos, uno de ellos mi papá, es una familia muy numerosa, porque también hay muchos primos.
Mi papá, José Bartolomé Robles, laburaba en la finca, pero al mismo tiempo trabajaba en otras empresas, y junto a mi mamá, María Catalina Ortiz, tuvieron 6 hijos, yo soy el menor, y todos hemos trabajado en la finca mientras estudiábamos.
La vida política
-¿Sos el primero de la familia que se dedicó a la política?
-Sí, de chico empecé colaborando para la parroquia, y en el año 1998 trabajé para Unicef en un programa de erradicación del trabajo infantil, y ahí entendí que si uno quiere cambiar las cosas tiene que participar… Y después me enganché en la Juventud Peronista, empecé militando en el ’99 y Jorge Giménez me invita a trabajar con él, que era senador en ese momento. En el 2004 fui coordinador del área joven de San Martín durante la gestión de Giménez y en la misma gestión fui director de Cultura de San Martín y secretario de Gobierno.
Mientras tanto estudié y me recibí de abogado en la UNCuyo, con un magister en la Universidad Austral y un doctorado en la Universidad de Mendoza.
Despues, en 2008, asumí como concejal de San Martín, hasta el 2019… Fui presidente del Consejo durante 10 años. Y desde las últimas elecciones, en 2019, soy senador provincial.
En cuanto a mi familia, mis dos hermanos varones hicieron algo de política, pero acompañando a otros dirigentes y en otros partidos, y unos primos de mi papá estuvieron vinculados a la política del peronismo en Rivadavia, pero lo mío se fue dando de forma casual.
El Corredor Bonarda
-¿En qué consiste el Corredor Productivo-Turístico Bonarda Argentina?
-Es un corredor que tiene 20 kilómetros lineales de extensión en la Ruta Provincial 63, que une importantes áreas productivas de la microrregión Este de Mendoza, integrada por los departamentos de General San Martín, Junín y Rivadavia, que está teniendo un constante crecimiento del sector turístico, impulsado por inversiones públicas y privadas. Es una alternativa distinta de los circuitos turísticos tradicionales de Mendoza, que buscamos ponerla en valor, es una zona muy amplia y con características muy variables.
El recorrido comienza en la Ruta Provincial 62, en Rivadavia y termina en la Ruta Nacional 7, en San Martín, permitiendo circular de sur a norte. Está integrado por las calles Albardón (Rivadavia), Caballero (Junín) y Míguez (San Martín). Y además es clave por su conexión con el Corredor Bioceánico (Ruta 7) porque facilita el acceso a mercados internacionales de los sectores productivos vinculados al corredor. También, permite que se conecten y comuniquen las poblaciones a nivel intrarregional, interregional y nacional, dinamizando los diversos actores de la economía local, fortaleciendo el mercado interno.
Es una manera de continuar afianzando y poniendo en valor la región Este y su varietal bonarda, reafirmando que no existen límites políticos-administrativos entre los departamentos que une este corredor y en el que hay un paisaje homogéneo, actividades productivas y turísticas similares.
-¿Qué lugares se pueden visitar en el corredor?
-En la ruta 63 se vienen dando muchas obras de infraestructura importantes y se puede visitar, en San Martín por ejemplo, el Templo del Vino Bonarda Argentino, el Autódromo, la Planta de Toro, Los Haroldos.
Luego, en Junín hay muchos lugares de gran importancia histórica como Orfila, donde está el famoso Molino, la Rotonda del Agua, Mendoza Balloons, que ya es un ícono turistico por los paseos en globo aerostático, la Bodega Aleph Wine&Co, Tierra de Barros, y muchas más.
Después entrás en Rivadavia, pasás por Los Árboles, La Reducción y finalmente la zona de la serranía que te lleva al Carrizal.
-¿Con quiénes trabajaste el proyecto de ley?
Lo hicimos con Elías Ana Mario y Jorge Pablo Carballo, ambos de la UCR, con quienes fue un placer trabajar, y además contamos con el aporte de Gustavo Cappone, un importante historiador de la zona Este.
Además contamos con el aporte del Cricyt en cuanto a los informes del potencial agroturístico de la región.
–Trabajando sin grieta se logran buenos objetivos…
-Nos conocemos todos de la región, les conté la idea y empezamos a trabajar y buscar aportes. Se trata de trabajar buscando proyectos que impulsen el desarrollo de la región, así surgió también el Plan Bonarda.
La finca, el cable a tierra
– Además sos productor y hacés vinos…
-Si, tengo finca con viñedos y olivos, pero no tengo bodega. Elaboro vinos en bodegas de terceros y en 2019 empezamos también a elaborar aceite de oliva. Lo trabajamos junto con mi hermana mayor, y por supuesto mis hijos Jerónimo y Catalina participan, tienen 14 y 11 años y me ayudan a etiquetar, saben fraccionar y les encanta cosechar aceitunas, y lo que no es poco, ¡difunden todo en Instagram!
Jerónimo y Barto Robles Catalina Robles
Es una actividad que no es sencilla de llevar, tenés que amar mucho el laburo de la finca para decidir invertir, y yo , más allá de los sinsabores, disfruto estar, es mi cable a tierra, como mi lugar en el mundo.
Para sumar a esta actividad hice el curso de sommellier de aceite de oliva y el curso superior de degustacion del INTA con Carlos Catania.
-¿Quién es tu enólogo?
-El que me sigue los vinos mas complejos es Federico Pérez Bravo, con los demás vinos trabajo con el enólogo de la bodega en la que esté elaborando y sigo muchos consejos de enólogos amigos.
-¿Qué vinos estás haciendo?
Algunos de nuestros vinos son Nativus Criolla de Canela (cepa hija de Listán Prieto y Moscatel de Alejandría) que es un vino rosado. Un blanco de Pedro Giménez que se llama Cephas. Nuestro tradicional malbec Finca Familia Robles y un espumante que se llama Los Galgos.
Y el año pasado lanzamos la Colección Biósfera, que son 3 vinos elaborados en homenaje a 3 especies de la fauna típica de la Reserva de la Biosfera de Ñacuñán, (Santa Rosa, Mendoza), Pichiciego, Marmosa y Gato Andino, así se llaman los vinos. Estos animales están en peligro de extinción y algunos en etapa de recuperación y por eso, en línea con el compromiso ambiental de la bodega, de las ventas de estos vinos, un porcentaje se destina a la conservación de la Reserva Ñacuñán.
Las etiquetas son idea de Chanti, que aportó su genialidad para crear junto al diseñador Jorge Ruta los personajes y darles vida de tal modo que se parezcan a los vinos. Chanti siempre dice que cuando estabamaos haciendo la etiqueta, él no tenía idea que yo era político, y justo leyó que yo había votado a favor de la 7722 y enseguida me llamó, nos hicimos buenos amigos.
-¿Y en que se parecen los vinos a estos animalitos?
El Pichiciego es un animalito de un rosa muy pálido, y el vino que lleva su nombre es rosado y en boca es suave y fresco. La Marmosa es el más pequeño de los marsupiales y que en Mendoza se llama comúnmente comadreja, es pálida y tiene la particularidad de que casi no se deja ver, y tiene un rostro con expresiones graciosas, para ella elegimos una bonarda sutil. Y el Gato Andino, por su parte, es un animal precioso, un lujo que se deja ver muy poco. A él, dedicamos un malbec agradable, redondo, sedoso.
-¿Porqué eligieron colaborar con la Reserva de la Biósfera Ñancuñán?
Las Reservas de la Biósfera son territorios que tienen por objetivo armonizar la conservación de la diversidad biológica y cultural y el desarrollo económico y social a través de la relación de las personas con la naturaleza. Existen 701 reservas de biósfera en 124 países diferentes. En Argentina hay 15 y Ñacuñán es la única de Mendoza. Localizada en el departamento de Santa Rosa. Fue declarada reserva en 1961 y protege 12.880 ha de bosque nativo de algarrobo.
Y colaborar con la reserva fue una decisión familiar de poner en valor el cuidado de la tierra y promover un compromiso ecológicamente sustentable con nuestra flora y fauna.