Francisco González Antivilo (43) es ingeniero agrónomo y científico, especialista en microclima, fisiología y sustentabilidad, experto -por no decir apasionado- en heladas y en cómo prevenir y combatir su efecto en las vides. Es gerente general de su propia compañía, IndeGAP, desde donde brinda servicios para planear bien qué variedades plantar en una finca según la zona y el microclima local, a la vez que provee soluciones para minimizar los riesgos de heladas.
Por su predisposición y generosidad para enseñar su especialidad en distintos ámbitos, sus amigos agrónomos y enólogos empezaron hace años a llamarlo Dr. Frío, apodo que él adoptó con gusto y que incluso utiliza para presentarse en actividades académicas y empresariales, para titular sus espacios en las redes sociales y para firmar sus publicaciones. Claro que no es un villano como el Sr. Frío que quiere congelar a Batman, sino más bien su contracara, o sea un antihéroe del antihéroe de la ficción. Nuestro Dr. Frío es el protector de las vides, que dispara conocimientos y recursos para salvarlas del flagelo. Aquí una parte de su historia, que continuará con nuevas misiones.
Aún en invierno, antes que llegue el período de heladas más peligroso para las vides, fines del invierno y primavera, cuando aparecen los brotes y la planta está más expuesta, dejemos que el propio Dr. Frío se presente. Así comenzaba Francisco González Antivilo una entrevista anterior en Alterrados, un medio amigo:
«Arranco esta nota con una breve historia autorreferencial pero que hace a los conceptos que quiero dejar plasmados. Corría el año 2010, arrancaba mi doctorado en Ciencias Biológicas hipotetizando que había ‘algo fisiológico’ que hacía que unas plantas resistieran más al frío que otras y es por eso que los daños por heladas, en general, no seguían patrones concretos. Si bien esa línea de investigación iba encaminada, flotó en el aire otra pregunta: ¿y si el aire es mucho más variable de lo que parece?»
«De este modo -continuaba Francisco- aparece el concepto microclima, del cual en el 2010 no se hablaba ni por asomo, entre otras cosas porque la tecnología para medirlo era incipiente. De igual manera transité un join venture con estudiantes e ingenieros de la UTN regional Mendoza en la cual llegamos a una red se sensores que se comunicaban por radiofrecuencia y que dimos a llamar Red Sipia (Red de Sensores Inalámbricos para Investigación Agronómica).
Y daba la respuesta al misterio: «¿Y para qué sirve toda esta historia? Porque pudimos demostrar que existía variabilidad de la temperatura del aire en pequeñas distancias y que los daños en las plantas estaban asociados a estas variaciones. Ese fue el comienzo hacia convertirme en Dr. Frío».
Un carrerón antes de ser el héroe
Francisco González Antivilo nació en Godoy Cruz, Mendoza, el 27 de diciembre de 1980. Está casado y tiene una hijita de 4 años que para él es lo más precioso. Antes de colocarse el traje de Dr. Frío tuvo que estudiar mucho, en Mendoza, en Estados Unidos y en muchos libros, fincas, publicaciones digitales y capacitaciones.
-Enolife: ¿Venís de familia de agricultores, relacionados con el mundo del vino?
–Dr Frío: No, ninguna relación con el campo a nivel familiar. De chico me gustaban los números y la biología, era una especie de dicotomía. Pero cuando llegué a elegir secundario me enteré del Liceo Agrícola. Tuve la suerte de rendir y entrar. Así que desde ahí fue todo un camino de bajada hasta la ingeniería agronómica.
-¿Donde estudiaste y de qué te recibiste? ¿Alguna experiencia fuera de Argentina?
–Luego de salir del secundario como Bachiller Agrícola y Técnico Enólogo me encaminé a la Facultad de Ciencias Agrarias, que está en Luján de Cuyo. Luego de un par de años laborales sentí la necesidad de ampliar mis conocimientos así que empecé la Maestría de Viticultura y Enología que dicta la misma Facultad, sin embargo, a mitad de camino me topé con la posibilidad de iniciar un Doctorado en Ciencias Biológicas que es de mayor rango académico. Así que decidí cambiarme. La primera parte de mi doctorado lo hice en la Washington State University de EEUU, con un afamado fisiólogo vegetal que se llama Markus Keller.
Luego volví a Mendoza para terminar la tesis y recibirme. Si bien luego puede completar todos los cursos de la maestría ya no le pude dedicar el tiempo para hacer una nueva tesis, así que quedó inconclusa. Mi tesis doctoral trató sobre los mecanismos fisiológicos que tiene la planta de vid para resistir a las heladas y por qué se producen los daños.
-¿Cuanto te independizaste con tu propia empresa, y por qué?
-Luego de recibirme de doctor ingresé a Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas) como investigador en el área de tecnología. En mi tesis utilicé bastantes equipos de medición y siempre fue algo que se me dio bien. Durante esa etapa recibía consultas constantes de empresas acerca de mi tesis y posibles soluciones para el tema de las heladas. En un punto las consultas me hicieron pensar que podía ser más útil desde el sector privado.
-Cómo y dónde nace tu vocación por escribir, por comunicar lo que hacés en tus blogs, redes, artículos de divulgación científica en medios…?
-Ni idea! Pero siempre escribí. En la facultad me hacía mis resúmenes de libros y lo reversionaba, me pasaba horas haciendo mis propios textos para estudiar. Ya de profesional creé mi blog donde escribía notas que no leía nadie pero con el correr de los años han tomado más difusión. En algún momento me contactó una bodega para escribir notas para su blog, así que de ahí también sacaba ideas para mi propio blog. Hoy sigo escribiendo, con menos tiempos que antes, pero lo tengo como hábito.
Del vivero de plantas carnívoras a IndeGAP
-¿Cómo fue el camino hacia tu propia empresa, cómo arrancaste?
-Primero lo primero: el emprendurismo no es fácil y está romantizado. Dicho esto, te cuento que yo desde hace más de diez años quería tener mi empresa, incluso cuando estaba haciendo mi doctorado. Tuve varios intentos, un club de vinos, un vivero de plantas carnívoras, huerta orgánica. Pero por alguna u otra razón la cosa no era suficientemente rentable. Pero desde esa época yo compraba sagradamente la revista Pymes desde donde me comencé a “formar”. Así que el cuarto intento fue IndeGAP, mi primera empresa. Pero la gran diferencia es que en este nuevo intento se sumó mi esposa, que también es científica y aportó todo el know-how técnico para lograr servicios muy sólidos desde lo científico-técnico. Todo comenzó con “changas” pero que cada vez eran más. Un día una asesora que tenía se plantó y me dijo “si no hay empresa esto no va a funcionar”. Así que así fue, un salto al vacío.
–¿Y el nombre, cómo surgió?
-Tiene dos acepciones. En español son las siglas de Investigación y Desarrollo González Antivilo Paz. Pero también se puede leer en inglés, por «GAP»significa una brecha, una distancia. O sea, IndeGAP es estar en ese espacio para llenarlo y dar luz y solución.
-¿A qué se dedican exactamente?
-Somos generadores de conocimiento para que las decisiones agrícolas sean más seguras y rentables. En estos últimos casi 20 años, me di cuenta de que muchas de las decisiones que se toman en el agro son por experiencia o, incluso, por intuición, y que debido a eso hay pérdidas millonarias. Por ejemplo, elegir mal una variedad para un determinado microclima termina en un cuartel arrancado o no productivo que genera pérdidas enormes. Según mi visión no se le da el tiempo, planeamiento y conocimiento necesario para minimizar los riesgos. Es una cuestión típica del agro, que en otras industrias sería imposible de imaginar.
IndeGAP propone medir y procesar con solidez estadística para llegar a un conocimiento que permita tomar decisiones más fundades. Nuestras áreas de trabajo más fuertes son las relacionadas al microclima, la fisiología y anatomía de los frutales».
Francisco González Antivilo, más conocido como Dr. Frío
-¿Cuántas personas trabajan con vos, directa e indirectamente?
-De forma directa, trabaja un equipo interdisciplinario de 8 profesionales, y de forma indirecta 7 más. Es decir, unas 15 personas son las que dan vida a la empresa.
-¿Y por qué Dr. Frío?
-Los diferentes grupos CREA de nuestra región me convocaban continuamente a capacitarlos y dar charlas. Surgió en una de esas charlas que me hicieron el comentario en broma, en general me llaman así los colegas más cercanos, pero con el correr de los años fue un apodo que se empezó a consolidar. Hoy ya lo tengo apropiado.
-A qué otras provincias además de Mendoza llega tu empresa?
-Nuestro zona núcleo hasta ahora es la vitícola, por lo que la mayoría de nuestros proyectos se encuentran en Mendoza. Pero también tenemos clientes de San Juan, Neuquén, Rio Negro, Córdoba y Jujuy. De apoco vamos ampliando nuestro radio de acción.
-¿Para qué tipo de cultivos son sus servicios?
-En principio para todos los cultivos, porque tenemos la capacidad de medir y monitorear una variedad enorme de parámetros agrícolas. Pero por ahora nuestro mayor aporte lo podemos hacer hacia la fruticultura y especialmente la viticultura. Hasta ahora es así porque la empresa es joven y está muy apoyada en mis conocimientos pero con más equipo y experiencia llegaremos a más cultivos.
Las heladas también se pueden mapear
-En qué época del año se deben aplicar estos servicios?
-Nuestro servicio más popular es el modelado microclimático de heladas, o más conocido, como mapeo de heladas. Este es un servicio muy útil para entender las dinámicas y alcance de las distintas zonas térmicas de una propiedad. Con esto se pueden plantear estrategias diferenciales por zonas para defenderse de las heladas. Estos mapas se pueden realizar en todo el periodo de heladas, desde abril a noviembre. Pero también trabajamos con olas de calor durante todo el ciclo vegetativo. También trabajamos a nivel fisiológico de las plantas, etcétera. En definitiva, tenemos diferentes servicios que cubren todo el año agrícola, tanto de la dormición a la cosecha.
–Y cuáles son los avances en tecnología para entender a las heladas y tener mapeos confiables
El concepto tradicional para la medición de una helada es a través de termómetros en una casilla de madera pintada de blanco, llamadas casillas meteorológicas, y que generalmente se encuentra cerca del casco o galpón de una finca. Estos termómetros indican la temperatura mínima registrada durante una helada y para obtener la información hay que acercarse a la casilla ya que no tiene ningún tipo de tecnología digital.
Con el paso de los años, la tecnología fue fundamental para dar un salto cualitativo en la medición de parámetros ambientales, no por la exactitud o precisión del dato en si mismo, si no por la cantidad de información aportada. Así se pasó de las casillas meteorológicas a las renovadas estaciones meteorológicas, que cuentan con todos los sensores en un espacio acotado, con un sensor de temperatura digital que se encuentra en una pequeña cazoleta de plástico.
Pero así como hubo avances tecnológicos, han habido también avances en el conocimiento que han dado lugar a nuevos paradigmas. Por ejemplo, hoy se sabe que la temperatura de una propiedad es sumamente variable en el espacio (se lo denomina microclima) y que un solo punto de medición no alcanza ni representa en absoluto la situación térmica de una propiedad.
También se sabe que medir las heladas dentro de una casilla ya sea de madera o de plástico da “abrigo” al sensor, por lo que se subestima la helada. Y por último, la medición que se pueda hacer cerca de la oficina o galpón de la finca, puede distar considerablemente de las condiciones específicas en el cultivo como el estado del suelo, los verdeos, la topografía, etc.
-¿Y cómo se resuelve?
Una helada no es una helada, sino que es una “familia de heladas” dentro de la propiedad. Son decenas de temperaturas mínimas para las diferentes zonas de un cultivo. Este es el concepto a destacar: las temperaturas son muy variables por lo que es necesario registrarlas con alta densidad espacio-temporal con aparatos llamados dataloggers. Entonces hoy para entender la dinámica térmica, las consecuencias y los daños producidos, no basta con medir la helada del modo tradicional, si no, que hay que hacerlo desde un paradigma de vanguardia. Así el mapeo es la tecnología más acorde a nuestros días.
Para ello se utilizan decenas de sensores (con validación estadística del número adecuado) y se obtienen miles de datos. Con este conocimiento se pueden tomar las decisiones más efectivas y económicas para “luchar contra las heladas”. Si el cultivo todavía no está implantado se pueden seleccionar los sitios más apropiados para las variedades que mejor se adecúen a éstos, y si el cultivo ya está implantado se pueden generar zonas para la toma de distintas decisiones de control «pasivo» o «activo». A esto se le llama agricultura de precisión, y aunque puede acarrear una inversión en el servicio, al mediano plazo se paga solo con los mayores rendimientos. Y ni que hablar de si este tipo de conocimiento se utiliza previo a la plantación y se ahorran futuros dolores de cabeza con heladas que dañan a los cultivos en los primeros años.
Visión de futuro
-A dónde querés llegar con IndeGAP?
-La visión de la empresa es liderar el cambio de la agricultura experiencial-conceptual por una agricultura basada en conocimiento medido en situ para cada cuadro y propiedad. Es por ello que además de los servicios de I+D es que fundamos la Upgrade Academy, en la cual brindamos cursos de formación técnica-tecnológica para profesionales y también damos charlas o masterclass. En un plazo de 10 años queremos ser reconocidos en América Latina. Creo firmemente que hay muchas pérdida de rentabilidad del sector agrícola que se puede recuperar con decisiones informadas.
¿Cuál es tu mayor objetivo personal?
-Hoy por hoy, el objetivo es consolidar la empresa, dar trabajo de calidad y lograr un balance laboral-familiar. Siento que con IndeGAP puedo devolver a la sociedad todos los años de formación que he recibido.
¿Qué vinos te gustan más?
Depende de la ocasión, porque me gusta todos los vinos y estilos, ja ja. Pero por lo general me gustan los vinos jóvenes y concentrados. Dentro de los varietales, el que más me llama la atención es el Cabernet Sauvignon un toque pirazínico.