El reemplazo de las plantas muertas (llamado también complantación) puede resultar muy costoso en caso de fracaso, sobre todo porque las vides implantadas alcanzarán su plena producción más lentamente que las plantas jóvenes de una parcela enteramente renovada. El éxito, definido por la supervivencia y el buen crecimiento de la joven planta puesta en lugar de las vides muertas, no está garantizado cada año. En esta investigación de científicos franceses se demostró que los cuidados prodigados el primer año son cruciales para obtener una buena tasa de éxito de las complantaciones, así como también el estudio de la textura del suelo y la influencia de las condiciones meteorológicas primaverales.
Las vides adultas sanas adyacentes y las plantas de remplazo se encuentran en competición por repartirse los recursos, a lo cual vienen a añadirse problemas específicos para las plantas jóvenes, como por ejemplo una protección fitosanitaria difícil o una vulnerabilidad mayor a los daños provocados por la fauna salvaje o los herbicidas. Así, las dos grandes categorías que influenciarán el éxito del remplazo son el medioambiente de la planta joven y las prácticas del viñatero, incluyendo sus elecciones específicas relacionadas con el material vegetal.
El declive del viñedo, definido como una disminución plurianual del rendimiento de la vid o su muerte prematura, súbita o progresiva, es una amenaza para la viticultura en todo el mundo. Numerosos factores e interacciones complejas conducen al declive del viñedo. Se distinguen los estreses bióticos, como los virus o las enfermedades de la madera, y/o los estreses abióticos.
En Francia, el declive del viñedo ha engendrado pérdidas anuales de rendimiento estimadas a 4,6 hl/ha a nivel nacional entre el 2005 y el 2015. Una de sus consecuencias es el aumento del número de cepas a remplazar en el viñedo. Ahora bien, no se encuentra disponible ningún dato preciso sobre las tasas de mortalidad luego de las operaciones de remplazo, y se han realizado muy pocos estudios sobre los factores de éxito.
El fin de este estudio fue entonces cuantificar la mortalidad de las plantas después de la complantación en diferentes viñedos y durante varios años, y explorar el impacto del ambiente de la planta. Se siguieron 7.502 plantas repartidas en 83 lotes durante 4 añadas. Según los lotes, las plantas fueron complantadas entre los meses de enero y abril y no fueron nunca regadas, ni durante la plantación ni después.
1. La mayor parte de la mortalidad ocurre durante la primera hoja
Durante la entrada en producción (3º hoja), la tasa de mortalidad promedio fue de 16,1 % (± 2,4 %) de los complantes plantados durante 4 años (datos no mostrados). Esto se define como una tasa bastante buena en el contexto de la literatura anterior. No obstante, el promedio esconde una gran disparidad de mortalidad entre las parcelas. La mortalidad acumulada de los complantes en la entrada en producción teórica varió de 0 a 90 % con un cuarto de los lotes que presentaron una mortalidad inferior al 5 %, mientras que una cantidad igual presentó una mortalidad superior al 20 %.
Una vigilancia plurianual de la supervivencia de las plantas reveló que el 60 % de la mortalidad ocurrió durante el año siguiente al remplazo de la planta, seguido del 23 % y 10 % en segunda o tercera hoja (Figura 1A). Al final del primer año, el 14 % de los lotes no presentaba ninguna planta muerta y el 39 % presentaba una tasa de mortalidad inferior al 5 %.
La mortalidad promedio dentro de los lotes fue de 11,3 % (± 1,6 %). Luego, durante las segundas y terceras temporadas siguientes a la plantación, la tasa de mortalidad promedio disminuyó respectivamente a 3,92 % (± 1,3) y 1,85 % (± 1,4 %) (Figura 1A). Este resultado pone en evidencia la importancia del cuidado que debe aportarse a los complantes, sobre todo durante el año de su plantación, tanto con respecto a los tratamientos contra las enfermedades como en términos de riego para atenuar el estrés hídrico y térmico.

Se observó también una variabilidad intraanual en la tasa de mortalidad. Después del primer año, existe una diferencia significativa en la mortalidad según el periodo del año (Figura 1B). La mortalidad al final del periodo vegetativo (PV) es netamente inferior a la mortalidad correspondiente a la ausencia de desborre a finales de invierno (RI). Este resultado podría atribuirse a una menor disponibilidad de las reservas para ciertas plantas. Este resultado inesperado es interesante, ya que los productores atribuyen principalmente la muerte de las plantas a un déficit hídrico importante que provoca su desecación en verano o al trabajo del suelo cuando este es realizado mecánicamente.
2. Un efecto significativo de la añada y del tipo de suelo
Se constata un efecto significativo de la añada entre los lotes plantados el 2019 con la mortalidad más baja (4,8 % en promedio) y los lotes instalados el 2021 con la mortalidad más elevada (17,3 % en promedio) (Figura 2A). Las condiciones climáticas durante las estaciones respectivas podrían explicar estas diferencias. La primavera del 2021 fue particularmente lluviosa. Por el contrario, el 2019 es el menos lluvioso de los cuatro años desde enero hasta octubre, con solamente 454 mm mientras que la cantidad de precipitaciones para el mismo periodo fue de 641 mm el 2021. El 2021, las precipitaciones acumuladas fueron 50 % más importantes entre abril y junio en comparación con el promedio de 30 años y habría podido conducir a la asfixia de las raíces, acarreando un aumento de la mortalidad de los complantes.

Por otro lado, la edad de la parcela en la cual se plantaron los complantes no parece tener impacto sobre la tasa de mortalidad el primer año, contrariamente a la idea preconcebida según la cual la competición con las vides más viejas impediría el éxito de la complantación. No obstante, en este estudio se instalaron solo unos cuantos lotes en vides jóvenes de menos de 15 años. No se demostró ningún efecto del cepaje (Figura 2B).

Se evidenció un efecto significativo del tipo de suelo entre los 5 suelos mayoritariamente representados en el estudio. El primer año siguiente a la complantación, la mortalidad es 5 veces más importante sobre los calcisoles que sobre los coluviones (Figura 3). La mortalidad es igualmente más importante sobre los luvisoles, pero la diferencia no es significativa. Con respecto a los calcisoles, podríamos plantear una hipótesis con respecto a la cantidad de arcilla en estos suelos y la congestión temporal, en particular durante los años lluviosos. La congestión inducida por la arcilla en los calcisoles habría podido provocar una asfixia de las raíces y reducido la mineralización del nitrógeno.
Una mortalidad provocada por el trabajo del suelo puede verse incrementada sobre los suelos más pesados, lo que podría explicar la menor mortalidad observada sobre los suelos pardos y los cascajosos. Sea como fuere, las cepas arrancadas por el pasaje de las máquinas fueron anotadas, pero aquello no permitió tirar conclusiones sobre este punto. Sin embargo, nuestras anotaciones bianuales no eran completamente adaptadas para evaluar esta variable. Solo informes después de cada trabajo de mantenimiento del suelo permitirían estimar las pérdidas debidas a esta variable.
Conclusiones
Se estudiaron los efectos de los parámetros que rodean a la planta de vid luego de su reemplazo y se puso en evidencia un efecto significativo de la añada y del tipo de suelo. Este seguimiento experimental debería permitir aportar respuestas en cuanto al impacto del medioambiente de las plantas de remplazo sobre su supervivencia en el tiempo, su desarrollo y su producción. Se demostró que los cuidados prodigados el primer año son cruciales para obtener una buena tasa de éxito de las complantaciones.
No obstante, el éxito de la complantación es una combinación de numerosos factores, entre los cuales aún no se ha comprendido bien la influencia respectiva. Deberían implementarse otros estudios para mejorar nuestros conocimientos relacionados con, por ejemplo, la textura del suelo o incluso la influencia de las condiciones meteorológicas primaverales sobre el éxito de las complantaciones. Estos primeros resultados abren, no obstante, perspectivas para mejorar la supervivencia de las plantas de remplazo en un viñedo en producción.
Autores: Coralie Dewasme, Elisa Marguerit, Philippe Vivin y Virginie Lauvergeat del Inrae; y Séverine Mary, Guillaume Darrieutort y Lauren Inchboard de Vitinnov Agrociencia. Este artículo es publicado en colaboración con la 2ª edición de TerclimPro (18-19 de febrero de 2025), Burdeos & Cognac
Fuente: IVES Technical Review