La economía circular es un modelo económico que busca aprovechar al máximo los recursos disponibles y reducir la generación de residuos al mínimo utilizándolos una y otra vez, haciendo a las empresas más rentables y sostenibles. La industria vitivinícola latinoamericana se encamina a este modelo, cada vez más exigido en los mercados internacionales, aplicando tecnología para la digitalización de protocolos de sustentabilidad que simplifican la gestión ambiental, desde la obtención de la uva hasta el manejo de residuos y efluentes en la bodega, incluyendo la disposición final de envases.
La economía circular se está consolidando como un pilar fundamental en la industria vitivinícola de Latinoamérica. Este enfoque innovador y sostenible propone una transformación profunda en los métodos de producción, alentando la reutilización, reducción y reciclaje de recursos. En un contexto global marcado por la crisis ambiental, el cambio climático y la escasez hídrica, adoptar estos principios es crucial, especialmente en un sector tan tradicional y significativo para la región como el vitivinícola.
En este texto, facilitado por Andres Cohen, CEO de Netzefy, se describen las ventajas de la economía circular, sus desafíos y cómo las soluciones tecnológicas optimizan los procesos vitivinícolas en tiempo real.
La revolución de la economía circular en la vitivinicultura
El modelo actual de economía lineal -usar, fabricar, consumir y deshechar- no se ajusta a un mundo en el que los recursos naturales son finitos y agotables, por eso es tan importante utilizarlos de manera ambiental y económicamente sostenible, reduciendo así, el uso de los recursos al mínimo y conservándolos dentro del círculo de la economía cuando el producto ha llegado al final de su vida útil, reutilizándolo y creando valor. De eso se trata la economía circular, un modelo de producción y consumo que busca minimizar los desechos y promover el uso sostenible de los recursos naturales y hace a las empresas más rentables.
La Guía de Sustentabilidad de Bodegas de Argentina -creada con a participación de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)- «Considera a la vitivinicultura sustentable desde el concepto de agricultura sustentable, la cual es aquella que permite mantener en el tiempo un flujo de bienes y servicios que satisfagan las necesidades socioeconómicas y culturales de la población, dentro de los límites biofísicos que permiten el correcto funcionamiento de los sistemas naturales (agroecosistemas) que lo soportan».
La Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV) define la vitivinicultura sostenible como el “enfoque global de los sistemas de producción y transformación de las uvas, asociando a la vez la continuidad económica de las estructuras y de los territorios, la obtención de productos de calidad, la consideración de las exigencias de una viticultura de precisión, de los riesgos vinculados al medioambiente, a la seguridad de los productos y la salud de los consumidores, y la valoración de los aspectos patrimoniales, históricos, culturales, ecológicos y paisajísticos”.
La economía circular como ventajas competitivas para las bodegas
Incorporar prácticas de economía circular no solo permite a las bodegas cumplir con las crecientes expectativas de los consumidores por productos más sostenibles, sino que también las posiciona favorablemente en los mercados internacionales. En un entorno global que exige estándares ambientales más estrictos, las bodegas que implementan la economía circular se destacan en países de Europa y Asia, abriendo nuevas oportunidades de exportación.
Además estas prácticas son rentables porque permiten reducir costos al disminuir el consumo de insumos y energía, impactando directamente en los márgenes operativos. En este sentido, y como se explica en la guía de sustentabilidad antes mencionada, «La rentabilidad bien entendida es la que tiene en cuenta prácticas y manejos sustentables desde lo ambiental, social y ético. Sin rentabilidad no es sustentable la actividad económica y un viñedo debe ser rentable en el corto, mediano y largo plazo. De esa rentabilidad y de los plazos razonables de sustentabilidad económica surge la vida útil de un viñedo y los plazos necesarios para la entrada en producción y para la erradicación de unidades improductivas.»
Los retos de la sostenibilidad en la vitivinicultura
Cada etapa del proceso vitivinícola, desde el cultivo de las vides hasta el embotellado y distribución, conlleva un impacto ambiental considerable. El uso intensivo de agua, la gran demanda energética en la producción y los residuos generados son puntos críticos que necesitan atención. La economía circular ofrece soluciones tangibles para enfrentar estos desafíos, proponiendo prácticas que cierran el ciclo de vida de los productos. Esto implica optimizar el uso de materiales, aprovechar los subproductos y reducir desechos, promoviendo una producción más limpia, eficiente y responsable.
Para lograr la sustentabilidad, el viticultor debe conocer su sistema productivo, reconocer los problemas existentes y orientar sus acciones hacia la prevención de los posibles impactos generados, lo que lleva aparejado el manejo de indicadores en cada etapa del proceso, desde la obtención de la uva en el viñedo hasta la gestión de residuos y efluentes en la bodega, incluyendo la disposición final de envases.
Cumplir este objetivo requiere tener todos los datos del proceso ordenados para administrarlos y gestionarlos correctamente, en este sentido la digitalización es fundamental. El punto es que existen muchas fuentes de información y formas de medir, y es necesario estandarizarlas.
El desafío de la digitalización
La digitalización de procesos y la implementación de sistemas de medición y gestión ambiental facilitan a las bodegas controlar con precisión su impacto en el medioambiente, permitiéndoles implementar mejoras basadas en datos. Para esto es fundamental contar con la colaboración de empresas especializadas en soluciones tecnológicas que calculan la huella de carbono, la huella hídrica y el análisis del ciclo de vida de los productos.
En este sentido, la compañía integral de sostenibilidad que digitalizó la Guía de Sostenibilidad de Bodegas de Argentina, Netzefy, une tecnología avanzada con metodologías internacionales creando un ecosistema colaborativo que optimiza los compromisos ambientales del sector vitivinícola latinoamericano, acompañando a las bodegas a transitar el camino de la descarbonización innovando en la economía circular.
En definitiva, se trata de una solución que, a través de la integración de diferentes tipologías y fuentes de datos, optimiza los procesos en tiempo real y genera un estándar para la medición de la huella de carbono del sector vitivinícola.
Alianzas estratégicas para un futuro sostenible
La colaboración entre empresas como Netzefy y las asociaciones de bodegas en Latinoamérica marca un paso decisivo hacia la sostenibilidad. Estas alianzas permiten la digitalización de protocolos de sustentabilidad, simplificando su implementación y ayudando a las bodegas a cumplir con los crecientes requisitos ambientales de los mercados globales. Además, la adopción de la economía circular les otorga una ventaja competitiva al mejorar la eficiencia de los recursos, reducir costos y cumplir con los estándares internacionales.
Implementar la economía circular es un cambio transformador que redefine la producción en la vitivinicultura. Este enfoque no solo optimiza los recursos, sino que también permite a las bodegas latinoamericanas reducir su impacto ambiental, cumplir con exigencias globales y posicionarse como líderes en sostenibilidad. Así, el sector vitivinícola de la región demuestra que la innovación y la tradición pueden coexistir de manera armoniosa con el medio ambiente, impulsando un futuro más responsable y próspero.