En 2023, investigadores del Conicet y la Universidad Austral de Chile describieron dos nuevas especies de roedores subterráneos del género Ctendoomys, conocidos popularmente como tuco-tucos, a las que bautizaron Ctenomys eileenae (natural de las provincias de La Rioja y San Juan) y Ctenomys verzi (del suroeste de Mendoza). Unos meses después se descubrió en el Valle de Uco (Mendoza) otra nueva especie, el Ctenomys uco, que tiene al menos dos poblaciones, una en Tupungato y otra en Tunuyán, y habita en la montaña y en viñedos, especialmente en los orgánicos, donde aprovechan para alimentarse de las hierbas entre hileras y, a la vez, airean el suelo, aumentando su permeabilidad y ayudando a que los cultivos accedan al agua de manera más eficiente.
Con 66 especies vivientes, actualmente reconocidas, el género de roedores Ctenomys es uno de los grupos con mayor riqueza dentro de los mamíferos. Sin embargo, la taxonomía de este género es dinámica y en las últimas décadas se han propuesto varias especies nuevas y se han sinonimizado otras. Dentro de este género, el grupo de C. mendocinus ha sido uno de los que más cambios taxonómicos ha sufrido en los últimos años.
Las primeras 2 especies identificadas son endémicas del centro-oeste de Argentina, siendo una de ellas exclusiva del sur de la provincia de Mendoza. C. eileenae se distribuye en las laderas andinas orientales de las provincias de La Rioja y San Juan, donde habita en pastizales y matorrales montanos por encima de los 3.500 m.s.n.m. Y por su parte, C. verzi se encuentra en el suroeste de Mendoza, y ocupa ambientes similares entre 2.000 y 2.400 m.s.n.m. La tercera especie hallada es el Ctenomys uco. en el Valle de Uco y el descubrimiento fue realizado por especialistas del CONICET y la Universidad Austral de Chile, permite focalizar adecuadamente los esfuerzos de conservación de estos roedores.
“Dentro de la gran biodiversidad que posee el Valle de Uco, podemos encontrar diferentes especies de mamíferos y entre ellas a los roedores del género Ctenomys, conocidos como tuco-tucos. Se trata de animales de hábitos subterráneos y cuya distribución se encuentra restringida al cono sur de Sudamérica, es decir, no existen en otro lugar del mundo. Además, son de los roedores más diversos que existen y hasta el momento se han descrito sesenta y nueve especies, todas dentro de este género”, dice Raquel Alvarado-Larios, becaria doctoral del Conicet en el Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas (IADIZA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza.) y una de las autoras del trabajo publicado en Vertebrate Zoology junto a especialistas de la Unidad Ejecutora Miguel Lillo (UEL, CONICET-Fundación Miguel Lillo), el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” y la UACh.
El hallazgo fue posible gracias a estudios previos que habían identificado un linaje diferente en esta zona, que no había sido descrito ni nombrado propiamente. Durante el otoño de 2023, el equipo científico realizó campañas de campo para estudiar los animales, medir sus cráneos y realizarles estudios genéticos y moleculares. Con los datos recolectados, y luego de compararlos con otras especies, ya descritas en la bibliografía, lograron comprobar que se trataba de una especie nueva, no conocida por la ciencia.
En una primera instancia, se constató que la nueva especie tenía, al menos, dos poblaciones, una en Tupungato y otra en Tunuyán. La primera de ellas fue encontrada en zonas de producción vitivinícola (Finca Caicayén II de Chandon y Terrazas de los Andes) y la segunda en la zona montañosa conocida como “Cajón de Arenales” en Tunuyán.
Posteriormente, en la primavera de 2023, en otro viñedo limítrofe con Tupungato (Finca Agrelo de Bodega Argento en Luján de Cuyo) se encontró otra población de esta misma especie. “Es destacable el papel que cumplen los tuco-tucos en los viñedos, principalmente en aquellos que tienen producción orgánica, ya que, al tener mayor cantidad de especies herbáceas propias del lugar, entre las hileras del cultivo, los tuco-tucos aprovechan para alimentarse de las mismas y, a la vez, airean el suelo, aumentando su permeabilidad y ayudando a que los cultivos accedan al agua de manera más eficiente”, comenta la científica.
A pesar de la gran diversidad de especies, los tuco-tucos enfrentan diversos problemas de conservación, ya que sus hábitos son poco conocidos y, en muchos casos, viven en ambientes que están amenazados, ya sea por las consecuencias del cambio climático o porque tienen fuerte actividad humana. Por este motivo, es importante la identificación de poblaciones para focalizar adecuadamente los esfuerzos de conservación en aquellas que podrían presentar algún grado de amenaza.
“Realizar investigaciones que aportan este tipo de descubrimientos permite dirigir los esfuerzos de conservación para estas especies y estudiar mejor a sus poblaciones, así como proponer un manejo adecuado para emprendimientos gestionados por el ser humano en la región”, cierra la científica.
Hábitos del Tuco Tuco
El trabajo de campo indica que la especie tiene hábitos solitarios. Las dos localidades conocidas para esta especie se encuentran entre 1000 y 2710 m sobre el nivel del mar. El paisaje en esta área corresponde a un ecotono entre el Monte Bajo y la Estepa Andina del Sur (sensu Olsen et al. 2001), caracterizado por un mosaico de praderas, matorrales y viñedos (Fig. 8A, B).
Las plantas dominantes en Cajón de Arenales corresponden a gramíneas y arbustos de los géneros Stipa, Adesmia, Mulinum, Nassauvia, Larrea y Chuquiraga (Fig. 8A). Las poblaciones en Finca Caicayén II viven mayormente en plantaciones antropogénicas de vides, excavando sus madrigueras al pie de estas plantas (Fig. 8B). Esta región presentó una temperatura media anual entre 10°C y 15°C y una precipitación media anual de 300 mm concentrada en los meses de invierno (Norte 2000). El Valle de Uco se caracteriza por su clima templado con inviernos rigurosos, veranos calurosos con noches frescas, y su proximidad a los Andes.
Características del Tuco Tuco
Un tuco-tuco de tamaño pequeño tiene un peso de 109 a 138 gr. Su dorso es de color pardo a pardo oscuro, que se aclara en los flancos; vientre de pardo claro a pardo pálido, con una línea que separa del dorso apenas definida; una mancha sobre la nariz y la frente, de color negro. Cráneo moderadamente robusto, con el rostro y los huesos nasales proporcionalmente largos y estrechos. La mandíbula es robusta, con un proceso coronoides largo y puntiagudo. Los incisivos superiores son grandes; la superficie del esmalte frontal es de color naranja. Las filas de dientes maxilares son ligeramente divergentes hacia atrás.
Su pelaje es denso, fino y sedoso, de aproximadamente 12–15 mm de largo en el dorso y la parte posterio; los pelos individuales son de color gris neutro oscuro a gris olivo, excepto por las puntas distales, que son más claras y marrones. Los lados de la cabeza y los flancos presentan un marcado efecto agutí. El mentón, la garganta, parte del pecho y el área inguinal son más oscuros. El pelaje de las extremidades delanteras y traseras es del mismo color que el dorso, excepto por los lados internos, que son más claros.
Los ejemplares de Tupungato son más claros y marrones, con los lados de la nariz teñidos de canela, mientras que los de Tunuyán son mucho más oscuros en general. Las orejas están escasamente cubiertas de pelos cortos y negruzcos (al igual que la mano, excepto en los lados donde son blanquecinos). Las garras frontales son largas (aproximadamente 10 mm en el tercer dígito) y están escasamente cubiertas por mechones ungueales. El pie es amplio y está cubierto en la parte dorsal por pelos negruzcos. La cola es corta (aproximadamente el 43% de la longitud de la cabeza y el cuerpo), más oscura por encima que por debajo y escasamente cubierta de pelos cortos.
Comparaciones morfológicas y genéticas
Ctenomys uco se puede diferenciar de C. mendocinus y C. tulduco por sus bulas timpánicas más pequeñas y menos globosas. Además, las bulas timpánicas son apenas visibles desde arriba en Ctenomys uco sp. nov., mientras que son visibles en vista dorsal en ambos, C. mendocinus y C. tulduco.
Ctenomys uco se diferencia de C. verzi por su apariencia menos robusta, nasales y rostro más estrechos, y por la presencia de un hueso interparietal. Además, Ctenomys uco presenta incisivos superiores ortodónticos a ligeramente opistodónticos, mientras que los de C. verzi son más proodontes.
Fuente: Conicet