El daño por heladas se debe al congelamiento de células de la planta, con formación de hielo tanto en el interior de la célula como en las regiones extracelulares. Durante el trascurso de una helada, el hielo se expande, rompiendo las paredes celulares y alterando el normal funcionamiento de las membranas intracelulares. La congelación del interior de la célula conlleva su muerte inmediata; sin embargo, si la congelación se limita a las regiones extracelulares, el daño es probable que sea menos grave.
¿Qué hacer para luchar contra los estragos de las heladas en esta época primaveral? Expertos de investigación y desarrollo de la empresa canadiense de levaduras, Lallemand Oenology (https://www.lallemandwine.com/es/south-america/), realizaron una serie de recomendaciones útiles sobre qué tratamientos se pueden realizar sobre la vid, tanto antes, preventivamente, como después de la helada, para mitigar los efectos dañinos de las heladas tardías con la aplicación de LalVigne™.
El efecto y las consecuencias de estos accidentes climáticos variarán dependiendo de la intensidad del frío y del estado vegetativo de la planta (Reynier, 2005).
Tipos de heladas
Las heladas se pueden clasificar atendiendo a varios criterios (Fuentes, 1987; García de Pedraza and García Vega, 1991; Gil-Albert, 1998; Royo et al., 2000; Elías and Castellví, 2001; Urbano, 2001; Reynier, 2005; Hernández, 2012):
- La época del año en que aparecen
- Otoño: cuando las plantas están todavía en actividad y causan la caída repentina de las hojas. Son peligrosas en zonas de vendimias tardías.
- Invierno: cuando las plantas se encuentran en fase de reposo y pueden soportar temperaturas muy bajas. Hasta -12°C con agostamiento correcto (Hernández, 2012), hasta -15°C o -18°C según Reynier (2005).
- Primavera: la planta se encuentra al inicio del ciclo vegetativo.
- Mecanismo de producción de la helada
- De radiación: tienen lugar en las noches claras cuando la radiación de onda larga desde el suelo hasta el cielo no se ve impedida por la cobertura de nubes o una alta concentración de vapor de agua en la atmósfera y resulta en el enfriamiento del aire cerca de la superficie del suelo.
- De advección: el enfriamiento se produce por la llegada de aire a baja temperatura arrastrado por el viento a zonas más frías. Dan lugar a heladas que pueden ser desde moderadas a severas.
- De evaporación: se produce por la evaporación de agua líquida desde la superficie de los órganos vegetales.
- Con presencia o no de hielo
- Helada blanca: si existe suficiente humedad en el aire como para formarse rocío, puede congelarse y como consecuencia se forma.
- Helada negra: debida a una humedad absoluta de la atmósfera muy reducida, las heladas se presentan sin la formación de cristales de hielo, con todas sus malas consecuencias y daños, pero sin el color del hielo superficial.
Nos centraremos en las heladas primaverales. En esta época las heladas más frecuentes son las de radiación.
Heladas de primavera
Dependiendo de la fase de crecimiento, las heladas de primavera tienen el potencial de causar daños muy importantes a la vid. Temperaturas del aire de -3,5 °C o inferiores causarán daño en el estado de yema de algodón. Períodos prolongados a estas temperaturas normalmente van a matar el cono primario de la yema. Sin embargo, el cono secundario de las yemas podría todavía ser viable (McCarthy et al. 1992).
La secuencia típica del daño producido en las yemas es cono primario, secundario y terciario (Wample et al., 2000). Los brotes a partir de los conos secundarios de las yemas pueden recuperar algo de la productividad que se perdió con la merma de los brotes emergidos del cono primario de la yema; estos son mecanismos que las vides presentan para compensar el daño por heladas. Los tejidos que presenten una mayor concentración de solutos resistirá temperaturas más bajas que los tejidos con bajas concentraciones, por esta razón, las flores y los ápices terminales serán más sensibles que las hojas y los tallos a las bajas temperaturas
Por otro lado, la resistencia al frío de los tejidos de las yemas y de los pámpanos en una misma cepa puede variar hasta 12 °C, dependiendo de la presencia de peridermis, color de la peridermis, diámetro del pámpano, presencia de nietos y exposición de las hojas al cielo durante el ciclo vegetativo. Las condiciones que de forma consistente favorecieron una mayor resistencia al frío fueron: exposición solar, peridermis de color oscuro, diámetros medios de pámpanos (6-7 mm) y ausencia de nietos (Johnson, D. E., & Howell, G. S., 1981).
No obstante, los daños por heladas pueden ser muy diferentes dependiendo de la localización, las parcelas y dentro del mismo viñedo habrá distintos daños entre las diferentes variedades y cepas. El microclima puede jugar un papel muy importante en el daño que recibirán las cepas en las diferentes ubicaciones dentro del viñedo.
Comportamientos de las cepas después de una helada
En la planta, el primer síntoma de daño causado por una helada, es el “quemado” de las hojas y de los brotes jóvenes desarrollados durante el mes de abril. Todos estos daños tendrán como resultado la reducción del volumen de cosecha, ya que los futuros racimos estaban preformados en el interior de las yemas de los pequeños brotes del año. El daño directo más importante es, por tanto, la reducción de la cantidad de cosecha del año en curso. Pero esta no es la única consecuencia; las plantas sufren un mayor desgaste debido a que se ven forzadas, si se han helado, a una segunda brotación a expensas de sus reservas (Gallo, 2010).
Reynier (2005) nos indica que la incidencia de una helada de primavera sobre la cantidad de cosecha es siempre difícil de apreciar los primeros días después de la helada, ya que los racimos de segunda generación compensarán parcialmente las pérdidas iniciales; señala que después del cuajado es posible realizar una mejor evaluación considerando el número de racimos y el progreso de la floración de los dos tipos de racimos, en cualquier caso, como hemos indicado anteriormente, las pérdidas serán muy variables dependiendo de los viñedos y parcelas.
Sobre la incidencia de las heladas en la calidad de la vendimia, se destaca que, teniendo en cuenta las diferencias fisiológicas de los dos tipos de racimos, la maduración será heterogénea y en parte atrasada, lo que no favorece el objetivo de alcanzar una vendimia con calidad óptima.
Los racimos de primera generación (no helados) continúan su evolución mientras que los de segunda generación, nacidos de los conos secundarios y de las yemas ciegas, aparecen más tarde con una floración y maduración más retrasadas.
Según el estado de crecimiento de los órganos afectados y de la intensidad del daño, la vid reaccionará de forma diferente:
- Los brotes ya desarrollados en los que la parte apical se ha helado, reaccionarán activando el crecimiento de brotes secundarios o nietos, pero el crecimiento es más débil dando a la planta un aspecto arbustivo; los racimos pueden congelarse total o parcialmente.
- Yemas y brotes completamente helados son remplazados, en el mejor de los casos, por el brote de conos secundarios contenidos en la propia yema.
- Cuando todas las yemas dejadas en la poda de invierno se han helado, la brotación puede producirse de yemas ciegas
- El desarrollo de chupones en los brazos y el tronco se activará de manera más importante cuanto mayor sea el daño sufrido por la planta.
Técnicas para reducir el daño por heladas de primavera
Opciones pre-plantación
- Selección de la parcela basada en condiciones macro y meso climáticas adecuadas y elegir una localización con las menores limitaciones posibles en cuanto a la longitud del ciclo de crecimiento.
- Selección de la variedad. El cultivar de brotación más tardía sufrirá daños por heladas menos frecuentes.
- A menudo se ha indicado que la elección del patrón influye sobre la fecha de desborre.
Elección del sistema de conducción
Los sistemas de conducción que más elevan la posición de las yemas pueden reducir el daño por heladas hasta 0,36 C por cada 10 cm sobre el nivel del suelo. Se puede conseguir una protección significativa frente a heladas de radiación formando las cepas en cordones altos (2 metros), y sistemas de conducción en cortina deberían priorizarse en lugares vulnerables a heladas.
Elecciones de poda
Aunque la fecha de desborre está determinada principalmente por la acumulación de calor previa al desborre y el cultivo en cuestión, las cepas pueden ser gestionadas de forma que pueda ajustarse la fecha de brotación.
- Doble poda: En localidades donde las pérdidas económicas por heladas primaverales son frecuentes, es práctica habitual dejar un número de varas por cepa de 2 a 3 veces mayor. Esta técnica puede ser utilizada para conseguir producción si el daño es severo, y pueden ser rápidamente eliminadas si finalmente no son necesarias.
Dejar un número mayor de yemas por planta puede permitir mantener el rendimiento después de sufrir una helada. Las vides necesitarán una nueva poda después de que el peligro de helada haya pasado, ajustando el número de pámpanos hasta un nivel apropiado de forma que se consiga una estructura del canopy adecuada y unos niveles de cosecha adecuados.
- La poda tardía de cepas podadas a pulgar retrasará el momento de brotación, dando como resultado yemas que serán menos sensibles a daños por heladas en cualquier momento en particular de la época de crecimiento (Friend et al. 2011).
- Poda con vara larga: La brotación a lo largo de las varas no es uniforme; comenzará en primer lugar en las yemas más próximas al ápice terminal y progresará hacia la base. Cuanto mayor sea el número de yemas por encima de una yema en concreto, mayor será el retraso en la brotación de dicha yema (Wolpert and Howell, 1984).
- Tratar de elevar la altura de la yemas dejadas en una cepa año tras año, en zonas con alto riesgo (Moradillo & Ramos, 2001)
Gestión del suelo entre las filas
El manejo del suelo en las calles de un viñedo puede tener una marcada influencia en la temperatura mínima que se alcance en un viñedo. La cubierta vegetal, y las propiedades térmicas del suelo, pueden influir sobre las heladas de radiación. Conviene asegurarse que la cubierta vegetal está bien segada, y que los suelos estén húmedos y firmes. Suelos labrados o cubiertas vegetales sin segar provocan que se cree una capa asilada en la superficie del suelo, minimizando la acumulación de calor en los suelos durante el día e incrementando la pérdida de esa radiación almacenada, durante la noche.
Humedad del suelo
Perfiles del suelo con altos contenidos en agua almacenarán mayor calor durante el día para emitirlo durante la noche.
Otras prácticas
Aparte de estas prácticas culturales existen sistemas de protección que pueden defender las cepas frente a la helada:
- La cobertura del viñedo
- Calentamiento del aire
- Ventiladores y helicópteros
- Riego por aspersión
- Pantallas de humo o niebla
Manejo del viñedo después de un episodio de helada
Lo primero es determinar el nivel de daño y evaluar el potencial de producción. El rendimiento potencial después de una helada con una importancia económica significativa puede ser muy variado dependiendo del cultiva, sistema de conducción y localización dentro del viñedo. Algunas variedades tendrán una producción mínima de racimos secundarios (provenientes de conos secundarios, no de yemas laterales), mientras que otras variedades pueden producir en secundarios un 30-40% respecto a lo producido por los primarios.
Las condiciones del cultivo y la carga dejada el año anterior también influirán sobre esta respuesta. Otro factor relacionado con la variedad y el sistema de conducción es la capacidad de producir brotes fértiles a partir de yemas distintas a las dejadas y seleccionadas durante la poda de invierno. Estos pámpanos pueden también aumentar la producción. La medida en la que estos racimos secundarios son útiles para el viticultor dependerá también del tiempo que trascurra desde la helada hasta la vendimia. Cuanto más desarrollada esté la cepa en el instante de la helada, menor será el tiempo disponible para conseguir madurar los racimos que se desarrollen con posterioridad al momento del daño.
Experimentos llevados a cabo después de una helada en Canterbury en 1998, indicaron que la eliminación de todo el material vegetal dañado, en cepas parcialmente dañadas, 10-14 días después de la helada, resultó en rendimientos ligeramente mayores. En vides severamente dañadas, la eliminación de todos los pámpanos, excepto de aquellos entorno a la cabeza de la planta, pareció resultar la opción más adecuada (Trought y Creasy 1999, datos no publicados).
Después de evaluado el daño, decidir qué hacer, dependerá principalmente del momento del ciclo en el que la helada ocurra y de la intensidad de los daños causados por ésta. Según esto, se recomienda proceder de la siguiente forma:
- Brotación: Si la helada tiene lugar cuando el viñedo acaba de comenzar la brotación, las yemas tienen unos pocos centímetros e incluso hay yemas sin desborrar, en estados fenológicos A, B, C o D, la recomendación es no hacer nada; los viticultores no deberían tocar los brotes afectados, si no que deberían esperar a ver la evolución de las yemas aún no brotadas (Aliquó & Bruno); después de 30 o 40 días será conveniente eliminar algún brote para que la cepa no quede como una escoba (Rodríguez &Marín, 1996).
- Después de brotación – Floración: si la helada ocurre en estado fenológico F o posteriores, la recomendación general es no podar, dejando que las yemas no dañadas broten, permitiendo a la planta recuperarse. Solamente cuando tenemos pámpanos bien desarrollados con inflorescencias o racimos con tasas de daño cercanas al 100% la recomendación es podar, eliminando los pámpanos dañados de modo que podamos asegurar una buena poda para el año siguiente. Es importante eliminar los pámpanos y los chupones cuidadosamente con el fin de asegurar madera apropiada para la siguiente poda (Aliquó & Bruno); en el caso de vides en formación la recomendación es podar a la ciega (Rodríguez &Marín, 1996)
Debe considerarse que las cepas son capaces de recuperar el 100% del daño sufrido en el floema, pero si el xilema resulta dañado, a menudo significa que la cepa necesitará ser podada abajo y comenzar de nuevo con la formación de la planta. Esta decisión dependerá del nivel de daño y debería hacerse tan tarde como sea posible (Moyer & Keller, 2015).
En cualquier caso, el viticultor debería esperar en torno a 7-10 días después de la helada para evaluar completamente el daño y observar como el viñedo reacciona para así adoptar la práctica cultural más apropiada.
Además de las decisiones de poda, hay otras prácticas culturales a considerar a la hora de gestionar un viñedo afectado por helada. La decisión final de si llevar a cabo o no estas operaciones de cultivo y a que nivel, de nuevo dependerá del nivel de daño sufrido por las plantas. Trought et al. (1999) determinaron el nivel de actuación en el viñedo según la respuesta a la siguiente pregunta: “¿La pérdida de cosecha creará una excesiva densidad de pámpanos durante la actual campaña con una producción mínima?”
- Si la respuesta es no, la sugerencia es llevar a cabo un programa de nutrición, agua y control de enfermedades estándar, También es aconsejable realizar una aplicación con fertilizantes foliares que contengan aminoácidos para facilitar la recuperación de la planta (Moradillo y Ramos, 2001).
- Si la respuesta es sí, entonces deben considerarse varias opciones para minimizar el crecimiento excesivo. Reducir o eliminar aplicaciones adicionales de nitrógeno. Controlar el agua también es un medio de reducir el excesivo vigor, pero asegurándonos que las cepas no sufren un estrés excesivo. El uso de cubierta vegetal puede ser ventajoso por la competencia en nutrientes del suelo y el agua.
Recomendación de tratamientos LalVigne después de una helada
Si la pérdida de cosecha no es completa y el rendimiento de las cepas que ha sufrido daños por helada es todavía importante, la aplicación del producto LalVigne, de Lallemand, mostrará efectos positivos sobre la planta y sobre la calidad de la uva, sin olvidar que la prioridad debe ser recuperar la planta con suficiente formación de madera que asegure la recuperación de la planta para el año siguiente.
En cuanto a la calidad de la cosecha, la maduración de los racimos después de una, como indica Reynier (2005), es heterogénea y retrasada. La aplicación de LalVigne conseguirá una maduración más homogénea, minimizando el retraso en la maduración, ya que avanzará la madurez fenólica y aromática de las bayas. LalVigne va a reducir el carácter herbáceo y agresivo de este tipo de vendimias, en las que los racimos secundarios presentan una maduración retrasada.
Respecto a una mejor recuperación de las plantas después de un fenómeno de helada, hemos visto como la aplicación de productos a base de aminoácidos en ciertos casos puede ser importante. Los productos LalVigne tienen una riqueza en aminoácidos que proviene de la propia levadura, próxima al 25%, por tanto contribuyendo a la recuperación de la planta.
Además, se ha observado que la aplicación de LalVigne, además de acelerar la madurez fenólica y aromática puede también acelerar el agostamiento, mejorando la protección frente a heladas en el año siguiente. También se ha observado en ocasiones que después del tratamiento las hojas permanecen verdes por más tiempo, mejorando la acumulación de reservas para el próximo ciclo, lo que en caso de helada en el año próximo, asegurará una mejor segunda brotación.