{"id":123671,"date":"2024-09-08T16:00:19","date_gmt":"2024-09-08T16:00:19","guid":{"rendered":"https:\/\/enolife.com.ar\/es\/?p=123671"},"modified":"2024-09-10T16:04:40","modified_gmt":"2024-09-10T16:04:40","slug":"dia-del-vino-en-chile-desde-las-vides-para-evangelizar-en-1545-a-4-exportador-mundial-hoy","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/enolife.com.ar\/es\/dia-del-vino-en-chile-desde-las-vides-para-evangelizar-en-1545-a-4-exportador-mundial-hoy\/","title":{"rendered":"D\u00eda del Vino en Chile: desde las vides \u00abpara evangelizar\u00bb en 1545 a 4\u00b0 exportador mundial hoy"},"content":{"rendered":"\n

Desde 2015, cada 4 de setiembre, Chile celebra su D\u00eda Nacional del Vino a partir de un decreto de su entonces presidenta Michelle Bachelet. La fecha se instituy\u00f3 porque ese mismo d\u00eda de 1545, el conquistador espa\u00f1ol Pedro de Valdivia escribi\u00f3 una carta al Rey Carlos V solicitando \u00abvides y vinos para evangelizar Chile\u00bb, puesto que el stock tra\u00eddo por su expedici\u00f3n se hab\u00eda agotado. Esa carta es el primer registro escrito en el pa\u00eds trasandino con la palabra \u00abvino\u00bb, seg\u00fan lo demostr\u00f3 una investigaci\u00f3n del historiador de la Universidad de Chile, Gonzalo Rojas Aguilera.<\/strong><\/em><\/h4>\n\n\n\n
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Para conocer m\u00e1s sobre la historia del vino chileno, y acompa\u00f1ar a nuestro pa\u00eds hermano en estos festejos, a continuaci\u00f3n resumimos algunos cap\u00edtulos del libro \u00abLa vid y el vino en el Cono Sur de Am\u00e9rica – Argentina y Chile (1545-2019)\u00bb del docente e investigador mendocino Pablo Lacoste.<\/strong><\/em><\/h4>\n\n\n\n
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Impulsado por 17 instituciones ligadas al rubro vitivin\u00edcola, la ex presidenta chilena Michelle Bachelet <\/strong>decret\u00f3 en 2015 la instauraci\u00f3n del \u00abD\u00eda Nacional del Vino\u00bb<\/strong> en este pa\u00eds, firma que se llev\u00f3 a cabo en la Villa Cousi\u00f1o<\/strong> ubicada en la comuna de Macul<\/strong>. El objetivo fue y es reconocer y poner en valor la historia y la importancia del vino chileno.<\/p>\n\n\n\n

Una investigaci\u00f3n hist\u00f3rica, llevada a cabo por el historiador de la Universidad de Chile, Gonzalo Rojas Aguilera<\/strong>, determin\u00f3 que la primera menci\u00f3n escrita de la palabra \u00abvino\u00bb en territorio chileno es la de una carta escrita por Pedro de Valdivia<\/strong> al rey Carlos V<\/strong>, y fechada el 4 de setiembre de 1545<\/strong>, en que solicita \u00abvides y vinos para evangelizar Chile\u00bb<\/strong>, puesto que el stock tra\u00eddo por su expedici\u00f3n se hab\u00eda agotado; producto de la petici\u00f3n, llegaron posteriormente cargamentos de vino desde Per\u00fa.<\/p>\n\n\n\n

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La historia de la vid en Chile<\/strong><\/p>\n\n\n\n

En 2019, el historiador y docente mendocino de la Universidad de Chile<\/strong>, Pablo Lacoste<\/strong>, present\u00f3 su libro \u00abLa vid y el vino en el Cono Sur de Am\u00e9rica<\/strong> – Argentina y Chile (1545-2019)\u00bb<\/strong>. Del mismo hemos extra\u00eddo p\u00e1rrafos y realizado un resumen, en el cual se ilustra c\u00f3mo nace la vitivinicultura chilena.<\/p>\n\n\n\n

La vid ingres\u00f3 y se propag\u00f3 en Am\u00e9rica detr\u00e1s de las espadas de los soldados espa\u00f1oles y las cruces de sus frailes. A medida que Hern\u00e1n Cort\u00e9s<\/strong>, Francisco Pizarro<\/strong> y Pedro de Valdivia<\/strong> penetraron en los nuevos territorios para incorporarlos a la Corona espa\u00f1ola, llevaron con ellos su cultura, sus costumbres y sus pr\u00e1cticas alimentarias, incluyendo el vino, esa bebida arraigada en los pueblos ib\u00e9ricos desde la antig\u00fcedad.<\/p>\n\n\n\n

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Pedro de Valdivia<\/em><\/strong><\/figcaption><\/figure><\/div>\n\n\n
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El vino formaba parte de la dieta mediterr\u00e1nea, junto con el trigo y el olivo. Los espa\u00f1oles trataron de asegurarse el acceso a estos alimentos, como modo de mantener un estilo de vida parecido al que ten\u00edan en la Pen\u00ednsula Ib\u00e9rica. Las tropas exig\u00edan el acceso al vino como parte de sus reivindicaciones. Por su parte, los frailes tambi\u00e9n reclamaban acceso a esta bebida, para celebrar la misa y para su consumo personal. Los capitanes y gobernantes asumieron la responsabilidad de garantizar la provisi\u00f3n de vino para sus hombres como parte importante de su tarea de gobierno.<\/p>\n\n\n\n

El impulso de los espa\u00f1oles llev\u00f3 a introducir la vi\u00f1a en los distintos territorios conquistados. Pero los resultados fueron diferentes por razones de climas y suelos. En el Caribe<\/strong>, los intentos por cultivar la vid fracasaron, lo mismo que en el norte de Am\u00e9rica del Sur<\/strong>. Pero las vi\u00f1as lograron prosperar con velocidad en M\u00e9xico, Per\u00fa y Chile<\/strong>. En relativamente poco tiempo, Am\u00e9rica emergi\u00f3 como un pujante continente para la vid y el vino.<\/p>\n\n\n\n

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El cultivo de la vid y la elaboraci\u00f3n del vino comenzaron en Per\u00fa en la d\u00e9cada de 1540. Pronto se empez\u00f3 a destacar Arequipa como polo productivo regional, capaz de exportar hacia reinos vecinos, particularmente a Chile. <\/h3>\n\n\n\n
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Junto con la conquista militar y pol\u00edtica, comenz\u00f3 la introducci\u00f3n de plantas y animales europeos, entre las cuales se inclu\u00eda la vid. En su viaje descubridor de Am\u00e9rica, Crist\u00f3bal Col\u00f3n<\/strong> llev\u00f3 una provisi\u00f3n de vino sufi ciente para abastecer la tripulaci\u00f3n de la Santa Mar\u00eda<\/strong> durante un a\u00f1o. Poco despu\u00e9s, en su segundo viaje, traslad\u00f3 las primeras cepas de vitis vin\u00edfera. En Cuba<\/strong> y Santo Domingo<\/strong> se plantaron las primeras vi\u00f1as del Caribe.<\/p>\n\n\n\n

Desde all\u00ed, Hern\u00e1n Cort\u00e9s orden\u00f3 enviar algunas plantas a M\u00e9xico. Para reforzar el abastecimiento, el 12 de octubre de 1522, en carta al emperador Carlos V, Cort\u00e9s solicit\u00f3 se le enviasen plantas directamente desde la pen\u00ednsula. El doble flujo, desde Cuba y desde Espa\u00f1a, permiti\u00f3 la precoz propagaci\u00f3n de la vid en M\u00e9xico. Posteriormente, el 20 de marzo de 1524, Hern\u00e1n Cortes orden\u00f3 que todos los encomenderos espa\u00f1oles deb\u00edan plantar 1.000 cepas de vid, cada a\u00f1o, por cada 100 indios a su servicio.<\/p>\n\n\n\n

Paralelamente, en Am\u00e9rica del Sur, la cultura de la vid y el vino tambi\u00e9n se propag\u00f3 con rapidez. As\u00ed se desprende de otra carta de Pedro de Valdivia, fechada el 15 de octubre de 1550 y dirigida a sus apoderados en la Corte: \u00abMonroy trajo de Arequipa un nav\u00edo con $4.000, y con media docena de botijas de vino para decir misa. Cuando parti\u00f3, quedaba en la ciudad un azumbre (2,2 litros). Por ello, el vino nos falt\u00f3 cinco meses antes de su regreso. Tard\u00f3 desde el d\u00eda que parti\u00f3 hasta que volvi\u00f3 ante m\u00ed, dos a\u00f1os justos\u00bb.<\/em><\/p>\n\n\n\n

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Las primeras vides, semillas y molinos<\/strong><\/p>\n\n\n

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Rodrigo de Araya<\/em><\/strong><\/figcaption><\/figure><\/div>\n\n\n

El primer viticultor de Chile fue don Rodrigo de Araya<\/strong> (1497-1561). Espa\u00f1ol peninsular, lleg\u00f3 a Chile con los primeros conquistadores. En 1541 fue cofundador de la ciudad de Santiago<\/strong> junto a Pedro de Valdivia. Sirvi\u00f3 como alcalde y regidor del Cabildo en las d\u00e9cadas de 1540 y 1550. Promovi\u00f3 varias innovaciones relevantes: adem\u00e1s de cultivar las primeras vi\u00f1as, introdujo el trigo en Chile y estableci\u00f3 el primer molino harinero hidr\u00e1ulico en Santiago (1548). La actitud de don Rodrigo fue emulada por sus vecinos y r\u00e1pidamente se propagaron los cultivos de trigo y las vi\u00f1as.<\/p>\n\n\n\n

En la d\u00e9cada de 1550, las cepas de vid se consolidaron en Chile. All\u00ed encontraron un nicho ecol\u00f3gico particularmente favorable y se propagaron r\u00e1pidamente por todo el reino, desde Copiap\u00f3<\/strong> y La Serena<\/strong> en el norte, hasta Chill\u00e1n<\/strong> y Concepci\u00f3n<\/strong> por el sur y hasta San Juan<\/strong> y Mendoza<\/strong> por el este.<\/p>\n\n\n\n

El capit\u00e1n general Rodrigo de Utre<\/strong> (1505-1546) lleg\u00f3 a las hasta entonces ignotas tierras del Orinoco<\/strong> en 1530. Durante 16 a\u00f1os recorri\u00f3 el territorio y sufri\u00f3 todo tipo de tribulaciones: naufragios, incendios, golpes, heridas, prisiones y maltrato. En un combate cuerpo a cuerpo, un indio \u201cle dio un tremendo lanzazo; el arma traspas\u00f3 el sayo de algod\u00f3n y fue a clav\u00e1rsele a Felipe por debajo del brazo derecho\u201d<\/em>. Posteriormente, \u201cle cortaron la cabeza por el cogote<\/em>\u201d, con lo cual termin\u00f3 su turbulenta vida (Pardo, 1955: 118-131).<\/p>\n\n\n\n

Antes de morir, don Rodrigo escribi\u00f3 una carta a su familia en Europa, en la cual, expresaba sus emociones personales. Parad\u00f3jicamente, el centro de su preocupaci\u00f3n no eran los dolores f\u00edsicos, sino la falta de vino: <\/p>\n\n\n\n

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Tened la bondad de beber vino a mi salud, pues hace casi cuatro a\u00f1os que no pruebo vino\u201d. <\/em><\/p>\nRodrigo de Utre, conquistador espa\u00f1ol que termin\u00f3 degollado por los indios del Orinoco, en una carta a familia antes de morir.<\/cite><\/blockquote>\n\n\n\n

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La valoraci\u00f3n del vino era compartida por el conjunto de los colonizadores espa\u00f1oles. Esta bebida era uno de los bienes m\u00e1s apreciados por los pobladores. Por este motivo, las autoridades utilizaban el vino como premio para conductas consideradas de inter\u00e9s p\u00fablico. Un buen ejemplo ocurri\u00f3 en Concepci\u00f3n, cuando el vino se utiliz\u00f3 para hacer frente a una plaga de perros cimarrones. \u00abHab\u00eda en Concepci\u00f3n gran cantidad de perros que ten\u00edan los cristianos e indios a su servicio. Cuando se tocaba al arma, que era casi de ordinario, aullaban y ladraban en tanta manera que no se pod\u00eda entender. Para evitar esto, mand\u00f3 Pedro de Villagra que cualquier soldado o indio que trajese perro muerto le diesen cierta raci\u00f3n de vino o de comida. Con esta orden los mataron a todos.\u00bb<\/em> (G\u00f3ngora, 1575. 342).<\/p>\n\n\n\n

La viticultura chilena tambi\u00e9n experiment\u00f3 un proceso de expansi\u00f3n durante el per\u00edodo colonial. Ya en el siglo XVI, se hizo habitual plantar vi\u00f1as junto a las casas. Pr\u00e1cticamente todos los vecinos ten\u00edan parras en sus propiedades; esta fue la tendencia tanto en el Norte (Corregimiento de Coquimbo) como en el centro (Santiago), y en todo el Valle Central (desde Rancagua hasta Concepci\u00f3n). Las vi\u00f1as eran parte del paisaje urbano y rural de Chile.<\/p>\n\n\n\n

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Al comenzar el siglo XVII, la viticultura chilena comenzaba a mostrar datos relevantes. El obispado de Santiago elaboraba 200.000 arrobas de mosto y el de Concepci\u00f3n otras 20.000 arrobas. Ello representaba el cultivo de 2.200.000 plantas. <\/h3>\n\n\n\n
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En el siglo XVIII, la producci\u00f3n experiment\u00f3 un crecimiento considerable. En el norte, el Corregimiento de Coquimbo registr\u00f3, en el padr\u00f3n de 1738, 15.000 arrobas de mosto. Poco despu\u00e9s, en 1744, seg\u00fan el informe del juez real Jos\u00e9 Fern\u00e1ndez de Campino, el Corregimiento de Coquimbo, con una poblaci\u00f3n de 17.000 habitantes, cultivaba 160.000 plantas. Luego, en 1790, la producci\u00f3n llegaba a 50.000 arrobas de vino y 3.000 de aguardiente, con 500.000 plantas de vid (Pinto, 1980).<\/p>\n\n\n\n

Las caracter\u00edsticas de suelos y climas de Chile facilitaron el cultivo de la vi\u00f1a. El crecimiento depend\u00eda exclusivamente de los mercados. Los territorios que no ten\u00edan mercados externos donde vender sus mosto, deb\u00edan limitarse a producir exclusivamente lo que la poblaci\u00f3n local pod\u00eda absorber. Fue la situaci\u00f3n, en 1744, del Corregimiento de Colchagua. Seg\u00fan el mencionado informe de Jos\u00e9 Fern\u00e1ndez de Campino<\/strong>, los colchag\u00fcinos \u201ctienen sus cuarteles de vi\u00f1as y las haciendas de m\u00e1s nombre, que rinden el suficiente vino para el consumo y abasto de su corregimiento, aunque no sobra para otras partes\u201d <\/em>(Mu\u00f1oz, 2013. 34).<\/p>\n\n\n\n

Colchagua no ten\u00eda a quien venderle vino: al norte y al sur, en Santiago y en Concepci\u00f3n, se elaboraba todav\u00eda mayor cantidad. Al este se encontraba Mendoza, el gran polo productor de Argentina. Por lo tanto, los viticultores colchag\u00fcinos carec\u00edan de mercados para ensanchar su producci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

La situaci\u00f3n fue diferente para el Corregimiento de Coquimbo. La producci\u00f3n local ten\u00eda la posibilidad de exportar hacia el Alto Per\u00fa<\/strong>, principalmente a Potos\u00ed<\/strong>, v\u00eda Arica<\/strong>. All\u00ed deb\u00eda competir con los productores de Per\u00fa, sobre todo del Corregimiento de Arequipa. Pero la demanda era tan grande, que siempre quedaba algo de margen para nuevos proveedores. La producci\u00f3n de Coquimbo se orient\u00f3 hacia Potos\u00ed a trav\u00e9s de un sistema multimodal de transporte, una parte por v\u00eda mar\u00edtima (Coquimbo-Arica) y otra por tierra (Arica-Potos\u00ed).<\/p>\n\n\n\n

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Guerra de aguardientes<\/strong><\/p>\n\n\n

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A fines del siglo XVIII se organiz\u00f3 una empresa para abrir una nueva ruta, por el puerto de Cobija. Tambi\u00e9n se ensay\u00f3 el camino trasandino, a trav\u00e9s de la cordillera de los Andes<\/strong>, usando los pasos de San Francisco<\/strong> o del valle de Elqui<\/strong>, para tocar J\u00e1chal, La Rioja, Catamarca, Tucum\u00e1n, Salta y Jujuy. A trav\u00e9s de estos distintos caminos, los productores del Corregimiento de Coquimbo lograron capturar parte del mercado de Potos\u00ed. La cantidad de vinos y aguardientes chilenos exportada a Potos\u00ed alcanz\u00f3 suficiente magnitud para alertar a los productores peruanos. <\/p>\n\n\n\n

En 1756 el Cabildo de Moquegua solicit\u00f3 al virrey que prohibiera la introducci\u00f3n de aguardientes chilenos en la sierra por el da\u00f1o que provocar\u00eda a los viticultores de Moquegua, Locumba y otros valles peruanos <\/strong>(Olivas Weston, 1990: 63). En a\u00f1os posteriores, esta actitud se reiter\u00f3.<\/p>\n\n\n\n

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Los hacendados vin\u00edcolas de Moquegua pidieron con gran insistencia al Consejo de Indias que de ning\u00fan modo se permitieran las plantaciones de vi\u00f1as en La Paz (Alto Per\u00fa) y que se cortara a todo trance la introducci\u00f3n de los aguardientes de Chile\u201d. <\/p>\nDe una obra del investigador Assadourian, narrando la situaci\u00f3n en 1790.<\/cite><\/blockquote>\n\n\n\n

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El crecimiento fue relativamente parejo en todo el reino de Chile. En 1779, el corregidor de Colchagua, Antonio de Ugarte<\/strong>, estim\u00f3 que, con una poblaci\u00f3n de 41.000 habitantes este corregimiento produc\u00eda al a\u00f1o 18.000 a 20.000 arrobas de cosecha, lo cual implicaba unas 200.000 plantas (Mu\u00f1oz, 2013). Para fines del siglo XVIII, la viticultura chilena llegaba a 10.000.000 de cepas.<\/p>\n\n\n\n

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Al terminar el siglo XVIII, 39.000.000 de vides<\/strong>

En l\u00edneas generales, al culminar el siglo XVIII, el panorama vitivin\u00edcola de Am\u00e9rica del Sur presentaba un perfil bastante definido. Esta regi\u00f3n cultivaba 39.000.000 de plantas de vid, para elaborar vinos y aguardientes. El principal polo se encontraba en Per\u00fa, con 25.000.000 de cepas (64%). Ello inclu\u00eda los 10.000.000 de cepas de la zona central (Ica) y los 15.000.000 de la zona sur (Arequipa). En segundo lugar estaba la viticultura de Chile, con 10.000.000 de plantas (25%). El tercer t\u00e9rmino quedaba para la actual Argentina, con 4.000.000 de parras (11%), que inclu\u00eda 2.000.000 en Mendoza, 1.800.000 de San Juan y 200.000 del Noroeste, aproximadamente.<\/p>\n\n\n\n

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La variedad List\u00e1n Prieto<\/strong> fue la uva por excelencia de Am\u00e9rica desde comienzos del siglo XVI hasta mediados del XIX. Los espa\u00f1oles la introdujeron en aquellas regiones donde era posible su cultivo. A pesar de las restricciones a la producci\u00f3n de vino en el Virreinato de Nueva Espa\u00f1a, esta variedad se pudo cultivar en algunos lugares acotados, como en Santa Mar\u00eda de Parras y en las misiones de California. Tambi\u00e9n lleg\u00f3 muy temprano al Per\u00fa; desde all\u00ed, la List\u00e1n Prieto se propag\u00f3 hacia Chile y desde este reino, pas\u00f3 la cordillera de los Andes y lleg\u00f3 a la actual Argentina.<\/p>\n\n\n\n

Esta variedad recibi\u00f3 distintos nombres a lo largo del tiempo. En la \u00e9poca colonial, este cultivar se denominaba \u201cNegra Corriente\u201d<\/strong>; pero despu\u00e9s de la llegada de las variedades francesas, a mediados del siglo XIX, algunos pa\u00edses le cambiaron el nombre y pasaron a usar otras denominaciones. Actualmente, s\u00f3lo Per\u00fa mantiene el nombre original \u201cNegra Corriente\u201d. En Chile, en el siglo XIX se comenz\u00f3 a llamar \u201cUva Pa\u00eds\u201d<\/strong>. Y en Argentina recibe el nombre de \u201cCriolla Chica\u201d.<\/strong> Durante tres siglos, fue la variedad hegem\u00f3nica en Am\u00e9rica.<\/p>\n\n\n\n

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El vino, protagonista de la campa\u00f1a libertadora<\/strong><\/p>\n\n\n\n

A\u00f1os cr\u00edticos de la guerra de la Independencia se verificaron en la d\u00e9cada de 1810. Tras la formaci\u00f3n de los gobiernos patrios, la metr\u00f3poli organiz\u00f3 el plan para recuperar sus colonias americanas. Para ello, despleg\u00f3 sus recursos diplom\u00e1ticos, econ\u00f3micos y militares, incluyendo la organizaci\u00f3n de expediciones armadas a Am\u00e9rica del Sur.<\/p>\n\n\n\n

En este contexto, el gobierno de Buenos Aires nombr\u00f3 al general Jos\u00e9 de San Mart\u00edn<\/strong> como gobernador de Cuyo y le encarg\u00f3 organizar el Ej\u00e9rcito de los Andes<\/strong>. Su objetivo era retomar el proyecto original de los patriotas, en el sentido de realizar la campa\u00f1a libertadora hacia el Per\u00fa.<\/p>\n\n\n\n

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El desaf\u00edo principal de San Mart\u00edn, para lograr el \u00e9xito de su expedici\u00f3n, era convencer al gobernador realista de Chile de que el cuerpo principal del ej\u00e9rcito de los Andes marchar\u00eda por la columna austral. Esta tesis era veros\u00edmil por la menor altitud de este paso (2.300 metros s\/n\/m), con relaci\u00f3n al camino por Las Cuevas (4.000 metros s\/n\/m). Esta diferencia la hizo saber San Mart\u00edn a su enemigo a trav\u00e9s de diversos mensajes llevados por esp\u00edas y falsos informantes. De todos modos, se requer\u00eda un esfuerzo mayor, para convencerlo definitivamente de este plan.<\/p>\n\n\n\n

Lo que San Mart\u00edn necesitaba era un caballo de Troya, un presente griego, capaz de seducir a sus enemigos y facilitar su estrategia. \u00bfQu\u00e9 regalo irresistible se pod\u00eda ofrecer a los realistas, directa o indirectamente, para llevarlos a descuidar las puertas de la ciudad? La respuesta fue el vino y el aguardiente. Y en vez de dejarlo en la arena, se ofreci\u00f3 como ofrenda seductora en el Parlamento de San Carlos.<\/p>\n\n\n\n

El Parlamento era la instituci\u00f3n que hab\u00edan creado los espa\u00f1oles para negociar con los pueblos ind\u00edgenas y asegurar las condiciones de paz en la frontera. Operaban como tratados internacionales, y serv\u00edan para establecer alianzas y acuerdos territoriales y comerciales.<\/p>\n\n\n\n

En la lista de provisiones aportadas al parlamento, se incluyeron \u201c120 odres de cuero de aguardiente y 300 odres de vino, un gran n\u00famero de bridas, espuelas con labrado; bordados antiguos o vestidos galonados; sombreros y pa\u00f1uelos; cuentas de cristal, frutas secas, etc. para regalar, preliminar indispensable para cualquier negociaci\u00f3n con los indio\u201d<\/em> (Miller, 1829: 118-119). El objetivo de San Mart\u00edn, dentro de su guerra de zapa, se alcanz\u00f3 plenamente. Los obsequios entregados a los pehuenches cumplieron su misi\u00f3n, en el sentido de seducir, atraer y confundir a su adversario.<\/p>\n\n\n\n

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Bernardo O’Higgins y el patrimonio vitivin\u00edcola de Chile<\/strong><\/p>\n\n\n\n

As\u00ed como el general Jos\u00e9 de San Mart\u00edn se apoy\u00f3 en la vid y el vino para organizar el Ej\u00e9rcito de los Andes e impulsar la guerra de la independencia del Cono Sur, su principal aliado chileno, Bernardo O\u2019Higgins<\/strong> tambi\u00e9n se destac\u00f3 por sus estrechos v\u00ednculos con el vino. En efecto, O\u2019Higgins fue viticultor durante buena parte de su vida, primero en Chile y despu\u00e9s en Per\u00fa. Adem\u00e1s, desde los altos cargos p\u00fablicos que desempe\u00f1\u00f3 en el Estado de Chile, aprovech\u00f3 las oportunidades para colocar sus vinos patrimoniales en el sitial de honor.<\/p>\n\n\n\n

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O\u00b4Higgins y San Mart\u00edn celebrando la victoria de la Batalla de Maip\u00fa<\/em><\/strong><\/figcaption><\/figure><\/div>\n\n\n
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La tarea de Bernardo O\u2019Higgins como viticultor comenz\u00f3 en la hacienda Las Canteras, situada cerca de Los \u00c1ngeles. Recibi\u00f3 esta propiedad como herencia de su padre, el virrey don Ambrosio O’Higgins, con 3.000 cabezas de ganado. Despu\u00e9s de sus viajes por Per\u00fa y Europa, Bernardo O\u2019Higgins regres\u00f3 a Chile en 1804 y se dedic\u00f3 a la administraci\u00f3n de esta hacienda.<\/p>\n\n\n\n

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Aqu\u00ed me estoy regalando con el mosto, que est\u00e1 muy particular. Solamente habi\u00e9ndolo visto, pudiera haber cre\u00eddo fuese de Cantera…. Son tan buenos estos mostos, que no puedo creer sean de Las Canteras\u201d.<\/p>\nDe una carta del libertador chileno y tambi\u00e9n viticultor Bernardo O\u2019Higgins a Isabel Riquelme en 1812.<\/cite><\/blockquote>\n\n\n\n

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Despu\u00e9s de dejar el poder en Chile, O\u2019Higgins se fue a vivir al Per\u00fa, donde permaneci\u00f3 casi 20 a\u00f1os. Para sostener su vida en Per\u00fa, O\u2019Higgins ten\u00eda dos haciendas: Montalv\u00e1n y Cuiba. Ambas le fueron donadas el 30 de marzo de 1822 por el gobierno del Per\u00fa, conducido entonces por su amigo Jos\u00e9 de San Mart\u00edn, en compensaci\u00f3n por los servicios prestados a la causa de la independencia (Gaceta del Gobierno, Lima, 3 de abril de 1822).<\/p>\n\n\n\n

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Despegue de la industria vitivin\u00edcola (1870-1930)<\/strong><\/p>\n\n\n\n

El per\u00edodo de mayor expansi\u00f3n de la vid y el vino del Cono Sur se produjo entre 1870 y 1930. Hasta entonces, la viticultura regional era una actividad secundaria y complementaria dentro de ambas econom\u00edas regionales. Pero en esos 60 a\u00f1os, las vi\u00f1as de Chile y Argentina crecieron de un modo fulminante y sentaron las bases del actual protagonismo de los vinos de ambos pa\u00edses en el nuevo mundo vitivin\u00edcola.<\/p>\n\n\n\n

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Sobrevino entonces el per\u00edodo de gran expansi\u00f3n, alentado por tres factores principales: el aumento de la poblaci\u00f3n, asociado a la prosperidad econ\u00f3mica y la inmigraci\u00f3n masiva; la revoluci\u00f3n de los transportes, con la fuerte expansi\u00f3n de ferrocarriles y barcos a vapor, y la devastadora acci\u00f3n de la plaga de filoxera en los vi\u00f1edos de Europa. Estos tres elementos generaron las condiciones para el auge vitivin\u00edcola en el Cono Sur.<\/p>\n\n\n\n

La oportunidad fue aprovechada por la burgues\u00eda nacional de Chile, que orient\u00f3 sus capitales a la vitivinicultura, y por los miles de inmigrantes europeos en Argentina, que se lanzaron a cultivar vi\u00f1as y elaborar vinos en Cuyo. Todo este proceso se produjo en el marco cultural de la hegemon\u00eda del paradigma franc\u00e9s, lo cual condicion\u00f3 el desarrollo de la industria de la vid y el vino en Chile y Argentina en su etapa de mayor crecimiento.<\/p>\n\n\n\n

Los cambios de la vitivinicultura del Cono Sur se produjeron en el marco del fuerte crecimiento de la poblaci\u00f3n regional. La prosperidad general de la econom\u00eda chilena favoreci\u00f3 el crecimiento de la poblaci\u00f3n. Esta subi\u00f3 de 1,5 mill\u00f3n de habitantes en 1850, a 2,5 en 1885, 3 en 1900 y 4,2 en 1930. Pr\u00e1cticamente, Chile triplic\u00f3 su poblaci\u00f3n total en ochenta a\u00f1os. En estas condiciones se produjo una fuerte expansi\u00f3n del mercado interno y de la demanda de vinos en el pa\u00eds, lo cual sirvi\u00f3 para estimular el crecimiento de la industria vitivin\u00edcola.<\/p>\n\n\n\n

El crecimiento de poblaci\u00f3n fue acompa\u00f1ado por la expansi\u00f3n de los sistemas modernos de transporte. Trenes y barcos a vapor en Chile y ferrocarriles en Argentina, configuraron un sistema completamente nuevo para el transporte de cargas, servicio que resultar\u00eda decisivo para conectar los polos vitivin\u00edcolas con los centros de consumo.<\/p>\n\n\n\n

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El consumo de 1910-1919 en Argentina y Chile<\/strong>

En el decenio 1910-1919, el consumo de vino per c\u00e1pita fue de 60,2 litros en Argentina y 59,9 en Chile. Luego, en el decenio 1920-1929, Argentina experiment\u00f3 una leve baja, con 57,7 litros, mientras que Chile subi\u00f3 a 82,0 litros. La sumatoria de este alto consumo per c\u00e1pita y el fuerte incremento de poblaci\u00f3n hicieron del Cono Sur de Am\u00e9rica uno de los mayores mercados de vinos del mundo. <\/p>\n\n\n\n

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En las zonas urbanas de Chile, el vino se distribu\u00eda masivamente a trav\u00e9s de botiller\u00edas, tabernas, bares y almacenes. Tambi\u00e9n se serv\u00eda en restaurantes elegantes del centro y en las cociner\u00edas populares de la periferia. El vino era el alma de la fi esta en las chinganas y ramadas de los sectores populares. Por su parte, en los sectores rurales tambi\u00e9n era altamente demandado. Los campesinos iban a comprarlo en chuicos, recipientes de vidrio de cinco o m\u00e1s litros, cuidadosamente protegidos con fibras trenzadas de mimbre de Chimbarongo.<\/p>\n\n\n\n

El vino era una bebida transversal a todas las clases sociales: lo apreciaban y consum\u00edan tanto las \u00e9lites como las capas medias y los sectores populares. No hab\u00eda tampoco diferencias territoriales. El vino se beb\u00eda tanto en los centros urbanos como en las zonas rurales. Las representaciones gr\u00e1ficas de la \u00e9poca reflejaban la gran capacidad del vino para cohesionar a su alrededor a los distintos estamentos de la sociedad. En los actos p\u00fablicos y fi estas c\u00edvicas era natural observar personajes de distintas extracciones sociales y territoriales reunidos en torno al vino. El vino se convirti\u00f3 en la bebida principal tanto en Argentina como en Chile.<\/p>\n\n\n\n

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Filoxera en Europa y su impacto en el Cono Sur<\/strong><\/p>\n\n\n\n

Junto con el crecimiento de poblaci\u00f3n y de los ferrocarriles, hubo otro factor relevante para impulsar la expansi\u00f3n vitivin\u00edcola regional: la plaga de filoxera que destruy\u00f3 la mayor parte de los vi\u00f1edos europeos a fines del siglo XIX.<\/strong> Cientos de miles de viticultores quedaron imposibilitados de practicar el oficio que hab\u00edan recibido como legado de sus mayores. Se produjo una brusca ca\u00edda de la capacidad productiva del Viejo Continente, lo cual tuvo consecuencias en todo el mundo, particularmente en el Cono Sur.<\/p>\n\n\n\n

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Mapa de la evoluci\u00f3n de la filoxera en Europa<\/em><\/strong><\/figcaption><\/figure><\/div>\n\n\n
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En 1874, el gobierno de Argentina prohibi\u00f3 el ingreso de cepas europeas de vid. <\/strong>Ese mismo a\u00f1o, el presidente de Chile cerr\u00f3 la importaci\u00f3n<\/strong> de cepas francesas; y tres a\u00f1os m\u00e1s tarde, esta medida se extendi\u00f3 a toda planta de vid extranjera. Luego se tomaron otras medidas sanitarias, con dispares resultados. La filoxera ingres\u00f3 a Argentina, pero su impacto fue acotado pero nunca ingres\u00f3 a Chile.<\/p>\n\n\n\n

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La plaga de filoxera de 1860-1900 en Europa fue el mayor desastre de la historia mundial de la vitivinicultura. Alrededor de 4.000.000 de hect\u00e1reas de vi\u00f1edos, incluyendo los m\u00e1s reputados del mundo, se vieron da\u00f1ados o directamente eliminados.<\/h3>\n\n\n\n
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Chile logr\u00f3 eludir la expansi\u00f3n del pulg\u00f3n y su industria adquiri\u00f3 un timbre de orgullo que ha mantenido hasta la actualidad (Briones, 2004 y 2010). A ello se suma otro elemento: la ausencia de filoxera permiti\u00f3 a Chile conservar la totalidad de sus vi\u00f1edos con pie franco, lo cual es otro pilar de su identidad vitivin\u00edcola. El Estado encomend\u00f3 diversas misiones de estudio, que permitieron conocer el estado de las vi\u00f1as nacionales y manejar las t\u00e9cnicas utilizadas en el viejo mundo para frenar la plaga. Entre los t\u00e9cnicos contratados se destac\u00f3 Gast\u00f3n Lavergne<\/strong>, quien trabaj\u00f3 en el Ministerio de Agricultura de Francia y luego tradujo y adapt\u00f3 al contexto chileno las obras de Gustave F\u00f6ex, \u00bfC\u00f3mo debemos reconstituir nuestros vi\u00f1edos? (1900) y \u00bfC\u00f3mo debemos hacer nuestro vino? (1902).<\/p>\n\n\n\n

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Gast\u00f3n Laverge, quien trabaj\u00f3 en el Ministerio de Agricultura de Francia tradujo y adapt\u00f3 al contexto chileno las obras de Gustave F\u00f6ex<\/em><\/strong><\/figcaption><\/figure><\/div>\n\n\n
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En estas condiciones, la burgues\u00eda chilena realiz\u00f3 un giro hist\u00f3rico, y comenz\u00f3 a volcar capitales en forma masiva para invertirlos en el mundo de la vid y el vino. Domingo Fern\u00e1ndez Concha, banquero y rentista, invirti\u00f3 en la vi\u00f1a Santa Rita. Melchor Concha y Toro (1833-1892), con capitales en la miner\u00eda de Chile y Bolivia, levant\u00f3 su formidable establecimiento en Pirque. Manuel Antonio Tocornal, enriquecido con las rentas mineras de Dolores y Cha\u00f1arcillo, invirti\u00f3 en bodegas y vi\u00f1edos en las haciendas El Mariscal y Lircay, cerca de Santiago. Luis Cousi\u00f1o hered\u00f3 de su padre las minas de carb\u00f3n de Lota y Coronel e increment\u00f3 su fortuna con la miner\u00eda de plata (Cha\u00f1arcillo); parte de sus capitales los invirti\u00f3 en la vi\u00f1a Cousi\u00f1o Macul. Maximiliano Err\u00e1zuriz fue propietario de la Compa\u00f1\u00eda Sudamericana de Vapores y de la Compa\u00f1\u00eda de Gas de Santiago; tambi\u00e9n realiz\u00f3 explotaciones mineras en Coquimbo y actividades comerciales en Valpara\u00edso; con estos capitales impuls\u00f3 sus glamorosos vi\u00f1edos.<\/p>\n\n\n\n

La decisi\u00f3n de la burgues\u00eda nacional chilena de involucrarse en la industria de la vid y el vino no fue un hecho coyuntural. Al contrario, fue una actitud de largo plazo, sostenida en el tiempo, por varias generaciones. Las familias chilenas que se involucraron en la vitivinicultura transmitieron la pasi\u00f3n por el vino de generaci\u00f3n en generaci\u00f3n. Hubo una persistencia notable en el mundo del vino de estos actores sociales, lo cual consolid\u00f3 la estabilidad de la industria, pues la aseguraron, a la vez, su influencia social, cultural y pol\u00edtica.<\/p>\n\n\n\n

Un s\u00edmbolo de esta tradici\u00f3n fue la familia Tocornal<\/strong>. Tanto el fundador de la vi\u00f1a, Manuel Antonio (1817- 1867), como su hijo, Ismael (1850-1929), fueron destacados miembros de la clase dirigente chilena: el primero fue rector de la Universidad de Chile y el segundo, vicepresidente de la Rep\u00fablica. Un caricaturista de la \u00e9poca logr\u00f3 representar esta persistencia en un afiche que reun\u00eda ambas generaciones a la vez.<\/p>\n\n\n\n

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La expansi\u00f3n de la vid y el vino en Argentina y Chile<\/strong><\/p>\n\n\n\n

La expansi\u00f3n de la vitivinicultura en Argentina y Chile se concret\u00f3 en el \u00faltimo cuarto del siglo XIX y el primero del XX, en el marco de la coincidencia de las extraordinarias circunstancias favorables, junto con las positivas condiciones naturales de climas y suelos. La sumatoria del aumento del mercado interno, la expansi\u00f3n de los medios modernos de transporte y la plaga de filoxera en Europa, configuraron un escenario notable para el auge vitivin\u00edcola regional. Los viticultores y empresarios locales se ocuparon de aprovechar la oportunidad.<\/p>\n\n\n\n

La vitivinicultura ten\u00eda una tradici\u00f3n importante en Chile. En los siglos XVII y XVIII, Chile fue el segundo mayor polo vitivin\u00edcola de Am\u00e9rica despu\u00e9s del Per\u00fa, para convertirse en el primero a mediados del siglo XIX, cuando Per\u00fa se reorient\u00f3 hacia otros cultivos como algod\u00f3n y ca\u00f1a de az\u00facar. El catastro de 1833 detect\u00f3 que Chile cultivaba veinte millones de cepas. Considerando una densidad de dos mil plantas por hect\u00e1rea, las vi\u00f1as chilenas cubr\u00edan entonces una superficie de diez mil hect\u00e1reas. El principal polo vit\u00edcola estaba en Concepci\u00f3n (9,8 millones). En segundo lugar, estaban el valle del Aconcagua (3,3) y Cauquenes (2,9). Segu\u00edan en importancia Santiago (1,3) y la norte\u00f1a provincia de Coquimbo (un mill\u00f3n de plantas).<\/p>\n\n\n\n

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Por su parte, los huasos de Colchagua cultivaban 776.000 cepas y los de Talca otras 461.000. De acuerdo a los est\u00e1ndares de la \u00e9poca, la productividad de las vi\u00f1as era el 10% de las plantas en arrobas de 36 litros. Por lo tanto, los 20.000.000 de plantas produc\u00edan 2.000.000 de arrobas (72 millones de litros). Ello representaba una formidable base para el futuro take off de la moderna industria vitivin\u00edcola en Chile.<\/h3>\n\n\n\n
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La temprana estabilidad pol\u00edtica lograda por la clase dirigente chilena, con la Constituci\u00f3n de 1833<\/strong> y el liderazgo pol\u00edtico de Diego Portales, contribuy\u00f3 a asegurar las condiciones de confianza para las inversiones de largo plazo que requiere esta industria. Chile aprovech\u00f3 muy bien la temprana organizaci\u00f3n institucional del pa\u00eds y la estabilidad pol\u00edtica garantizada por sus presidencias decenales de Prieto (1831-1841)<\/strong>, Bulnes (1841-1851)<\/strong> y Montt (1851-1861)<\/strong>. Fue entonces cuando la burgues\u00eda nacional decidi\u00f3 volcar sus capitales en la industria de la vid y el vino. En poco m\u00e1s de medio siglo, la superficie cultivada se multiplic\u00f3 por cinco. Las 10.000 hect\u00e1reas de 1833 treparon a 55.000 en 1908,<\/strong> 68.200 en 1923 y 100.900 en 1936. La elaboraci\u00f3n del vino acompa\u00f1\u00f3 el crecimiento de los vi\u00f1edos. Los 720 mil hectolitros de 1833 subieron a 1.127 en 1883 y 3.320 en 1923.<\/p>\n\n\n\n

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Cosecha de vid en Vi\u00f1a Macul, Santiago, hacia 1889 – Fuente: Biblioteca Nacional de Chile<\/em><\/strong><\/figcaption><\/figure><\/div>\n\n\n
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A mediados del siglo XIX, Chile contaba con una base s\u00f3lida, con alrededor de veinte mil hect\u00e1reas de vi\u00f1as. Desde all\u00ed, la industria vitivin\u00edcola fue creciendo de un modo gradual, lo cual le permiti\u00f3 asentarse en bases s\u00f3lidas, con tiempos para madurar y criar sus vinos. En Chile, las vi\u00f1as tradicionales de herencia espa\u00f1ola, mantuvieron su importancia durante largo tiempo. La variedad List\u00e1n Prieto representaba un porcentaje signifi cativo de la vitivinicultura chilena, junto con la moscatel de Alejandr\u00eda y otras variedades criollas. En la segunda mitad del siglo XIX, los grandes capitales de la burgues\u00eda se volcaron a plantar vi\u00f1as de variedades francesas, sobre todo Cabernet y Pinot. Esta diferencia se proyectaba tambi\u00e9n a los modos de cultivo y el r\u00e9gimen h\u00eddrico. <\/p>\n\n\n\n

Las grandes empresas de la burgues\u00eda se inclinaban por plantar vi\u00f1as de tipo industrial, con largas espalderas, usando alambrados como sistema de conducci\u00f3n y con riego. Mientras tanto, los campesinos manten\u00edan sus sistemas tradicionales con r\u00e9gimen h\u00eddrico de rulo (sin riego) y de cultivo de las plantas sin alambrados, con el sistema de cabeza o arbolito. Por lo tanto, en Chile, la producci\u00f3n vitivin\u00edcola estaba diversificada tanto en variedades de uva (criollas y francesas) como en r\u00e9gimen h\u00eddrico (rulo y riego) y sistemas de conducci\u00f3n (cabeza y alambrado). Las vi\u00f1as regadas de la burgues\u00eda eran m\u00e1s productivas que las vi\u00f1as de rulo de los campesinos. <\/p>\n\n\n\n

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El t\u00e9rmino medio de la producci\u00f3n de una hect\u00e1rea de vi\u00f1a de regad\u00edo, alambrada, es de 50 hect\u00f3litros, mientras que la hect\u00e1rea de vi\u00f1a de rulo, generalmente sin alambre, no produce m\u00e1s que 30 hect\u00f3litros como t\u00e9rmino medio\u201d. <\/p>\nDe un estudio de la viticultura chilena, realizado en 1909 por Aar\u00f3n Pavlovsky.<\/cite><\/blockquote>\n\n\n\n

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El paradigma industrialista, presionado por los mercados, los bancos y los flujos financieros, se apartaba de aquellas tradiciones, y abordaba una nueva mentalidad, orientada a incrementar la productividad y bajar los costos. Ello implicaba producir mayor cantidad de uva y vino, en el menor tiempo posible. La articulaci\u00f3n del paradigma franc\u00e9s con el modelo industrialista norteamericano tuvo un efecto duradero en la vitivinicultura del Cono Sur, sobre todo en Argentina y Chile.<\/p>\n\n\n\n

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Vi\u00f1edos, la fortaleza chilena<\/strong><\/p>\n\n\n\n

En Argentina, Las bodegas compet\u00edan por ostentar cu\u00e1l ten\u00eda la mayor vasija. Varias alardeaban con ser la mayor de Am\u00e9rica o del mundo. Las bodegas compet\u00edan para ver cu\u00e1l elaboraba mayor cantidad de vino. Lo importante era tener grandes contenedores para elaborar y conservar el vino; y vender grandes cantidades. <\/p>\n\n\n\n

En Chile, en cambio, las grandes empresas pusieron mayor \u00e9nfasis en las vi\u00f1as. Para la burgues\u00eda vitivin\u00edcola, la base del emprendimiento se hallaba en los vi\u00f1edos y realizaron fuertes inversiones en ellos. Hacia 1890, los Err\u00e1zuriz de San Felipe, cultivaban setecientas hect\u00e1reas de vi\u00f1edos; la empresa alardeaba de tener el mayor pa\u00f1o de vi\u00f1as de un solo propietario del mundo. Considerando las principales empresas de ambos pa\u00edses, las chilenas ten\u00edan claramente menores dimensiones que las argentinas y elaboraban menos cantidad de vino. Pero, proporcionalmente, pose\u00edan m\u00e1s vi\u00f1edos.<\/p>\n\n\n\n

Las grandes f\u00e1bricas de vino aprovecharon los medios publicitarios disponibles en la \u00e9poca para multiplicar la visibilidad de sus productos e incrementar su presencia en los mercados. Justo en aquel per\u00edodo de expansi\u00f3n vitivin\u00edcola se produjo tambi\u00e9n la expansi\u00f3n de los medios masivos de comunicaci\u00f3n gr\u00e1fica, con el boom de los magacines ampliamente ilustrados con fotograf\u00edas, grabados y fotograbados. <\/p>\n\n\n\n

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