La enóloga mendocina Victoria Brond, reconocida por su aporte a la sustentabilidad, lanzó su propia marca de vinos, “Guardianes de la Naturaleza”. Se trata de un proyecto que tiene el foco en el cuidado del ambiente, el respeto por los procesos naturales y el reconocimiento a los productores que resguardan los terruños y cuidan de ellos generación tras generación. Esta puesta en valor de los lugares y su gente se refleja en la línea de la primer añada de sus vinos Chenin, Bonarda y Criolla Grande. Y, además, en la sugerente etiqueta en blanco, que expresa que nadie es protagonista excluyente, ni la marca, ni la enóloga, ni la bodega… Una etiqueta para que sea el consumidor quien le ponga su impresión a cada vino.
Por Lorena Mellone, directora Comercial y periodista de Enolife
Los días 28 y 29 de abril de 2025, el barrio porteño de la Chacarita, en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, hoy de moda por sus pintorescos bares, fue el lugar elegido por la enóloga mendocina Victoria Brond para presentar su nuevo proyecto. El restó elegido, «Lardito», tiene mucho que ver con la impronta de la enóloga, que es poner en valor el trabajo de las personas. En este rincón de atractivos sabores en el que todos los invitados se sientan en la misma mesa, Vicky es una amiga de la casa. Y allí, con la emoción como protagonista, un grupo de somelliers y periodistas vitivinícolas tuvimos el privilegio de ser los primeros en degustar la nueva línea de vinos Guardianes de la Naturaleza.


«Somos un proyecto vitivinícola enfocado en la puesta en valor de los lugares y su gente a través de la herramienta uva y vino. Nos dedicamos a la producción de uvas y vinos orgánicos y biodinámicos, caminando por el camino del autoconocimiento e intentando a cada paso dejar un lugar mejor, siempre enfocados en una mirada sostenible», explicó Victoria.


Para conocer más sobre esta iniciativa, Enolife entrevistó a la enóloga en febrero que sin revelar todo, contó el origen de su nuevo emprendimiento: Victoria Brond: «Quiero hacer vinos de lugares energéticos y únicos por obra de su gente»
Revalorizar cepas y terruños
Los vinos Guardianes de la Naturaleza recientemente lanzados son cosecha 2025, y más adelante, cuando el reloj de arena de las vueltas necesarias, también se revelarán vinos de guarda. A continuación los 3 nuevos vinos orgánicos, descriptos por su hacedora.
Chenin Orgánico de parrales antiguos
«En la búsqueda de viñedos orgánicos de viñas viejas, como joyas perdidas por ahí, encontramos un lugar en la primera zona, en el fondo del valle, de suelos profundos en donde las plantas pueden envejecer. Ugarteche, lugar que he explorado durante mucho tiempo y en donde encontramos parrales de más de 50 años con suelos vivos y gran biodiversidad vegetal que nos atrapó desde el primer momento para desarrollar un vino que soñamos sutil, fresco, profundo, elegante y con historia. Felices de encontrar y trabajar en este desarrollo de una variedad de las primeras cepas introducidas en Sudamérica con mucha historia y tal vez algo olvidada con un enorme potencial para crecer y mostrar en una nueva faceta. Una variedad elegida por nosotros porque decrece en kilos y hectáreas cultivadas en Argentina, ideal para revalorizar, rescatar, re versionar y custodiar.»
«Por su potencial de guarda fue utilizado históricamente para la producción de espumantes ,es ideal para conservar con sus lías por sus buenas condiciones de evolución y añejamiento, dándole la posibilidad de crear capas y estructura y graso en boca luego de su fraccionamiento en su conservación en botella y de este modo evaluar su evolución en botella.»
«Desde hace más de 40 años, la cantidad de hectáreas de Chenin en todo el país han disminuido, entre el año 1980 y el 2010 el descenso de hectáreas cultivadas de esta variedad fue de 48,7%. Variedad en extinción que necesita ser rescatada.»
Bonarda maceración carbónica
«La Bonarda es una variedad de gran adaptación a nuestro clima y suelos, por esto es la segunda variedad tinta más plantada del país, por sus condiciones de adaptación al territorio nos pareció la variedad tinta por excelencia para hacer maceración carbónica que muestre un vino tinto suave, fresco, intenso y directo. Proviene de las viñas de Jocolí, Desierto de lavalle, en el norte de la provincia, nuestra idea es mostrar toda la geografía de la provincia, sus ecosistemas y como los Guardianes de esos lugares los han transformado de una manera responsable en lugares mejores.»
«Elegimos la maceración carbónica porque es una manera de elaborar vinos tintos sin remontajes ni movimientos del mosto que generan borras y de este modo logramos vinos limpios y directos que muestran la frescura y simpleza del varietal determinando un vino suave, refrescante, honesto y directo.»
Brond destaca además la importancia de la diversidad de suelos: «En Jocoli, el suelo presenta características de llanura con pendientes suaves, siendo de naturaleza aluvial, fluvio-lacustre y en parte eólica. La textura predominante es franco a franco-limoso, con capas alternadas de textura arcillosa. Estos suelos son aptos para la agricultura, especialmente con riego, y se caracterizan por su alta fertilidad y presencia de nutrientes.»
«Elegimos suelos fértiles con presencia de arcillas que absorben el agua y los nutrientes y hacen posible que la vid exprese un buen vigor, la arcilla determina frutos gustosos y eso se traduce a los vinos. Esta cepa se destaca por presentar buen color, de taninos suaves, fácil de tomar y de baja graduación alcohólica, características distintivas ante las nuevas tendencias.»
Criolla grande de parrales antiguos
«Elegimos las Criollas Grande para las expresiones del año por su generosidad, simpleza, adaptación al territorio, identidad, características que la hacen única e irrepetible, este tipo de cruzamiento local no existe en ningún lugar del mundo, haciendo este vino típico de la argentina, patrimonio de su cultura e identidad de su pueblo. Fermentamos la criolla con sus pieles y de esta manera obtenemos un vino rosado intenso, color guinda, sumamente refrescante y frutado, fácil de beber e inolvidable por sus características únicas.»
La Criolla Grande integra el grupo de cepajes llamados “criollos” por la antigüedad de su cultivo en Argentina y otros países de América. Se ha determinado que su origen es un cruzamiento de Moscatel de Alejandría y Listan Prieto. Está ampliamente difundida en Cuyo, generalmente en parrales. En el año 2018 se registraron un total de 14.040 has de esta variedad, lo cual representa el 6,4% de la superficie total de vid del país, siendo la quinta variedad más implantada. La cantidad de hectáreas Criolla Grande va en descenso. «En el período 2000-2018 ha disminuido un 43% otra variedad que necesita ser rescatada», destaca la enóloga.
Victoria «Vicky» Brond
Vicky, como la llaman todos, es -en primera medida- mamá de Vicente, de 8 años, y una apasionada por los procesos creativos en todas sus formas. Licenciada en Enología e Industrias Frutihortícolas de formación, con 26 años de experiencia en la industria vitivinícola, en importantes proyectos como Bodega Chandon, Bodega del Fin del Mundo, Nieto Senetiner y Alpamanta entre otros desarrollos.
Se formó en Agricultura Biodinámica en la Asociación para la Agricultura Biológico-dinámica de Argentina (Aabda) y lleva 6 años de experiencia en proyectos orgánicos, biodinámicos y sustentables. Inquieta, sabe comunicar sus conocimientos y se convirtió en oradora en distintos seminarios, formaciones, charlas a nivel provincial, regional e internacional, para distintos rubros, privados, públicos y educativos.
Y si para conocer más sobre ella, se puede leer la nota de Enolife de diciembre de 2021, del ciclo «El Vino las Une»: Victoria Brond: «La biodinamia me permitió hacer vinos que conectan con las emociones»